Salud

Provocar un infarto controlado para «arreglar» el corazón

Mediante una técnica mínimamente invasiva se provoca un infarto controlado para, así, reducir el grosor del músculo cardiaco

Prueba de esfuerzo realizada en el Servicio de Cardiología de Quirónsalud Barcelona
Prueba de esfuerzo realizada en el Servicio de Cardiología de Quirónsalud Barcelonalarazon

Vaya por delante que no se trata de un tratamiento habitual pero, ¿se imagina que acude a su cardiólogo y le propone provocarle un infarto controlado para poner solución a su problema de corazón? Pues, aunque suene peligroso, o incluso poco fiable, resulta que inducir un infarto cardiaco de forma controlada es una de las opciones –la última, cuando las anteriores han fracasado– para tratar la hipertrofia septal obstructiva.

Tampoco la hipertrofia septal obstructiva es una patología habitual. Se produce cuando el músculo cardíaco –el miocardio– tiene un grosor anormal (hipertrofia), y la consecuencia de ello es que en cada latido el septo hipertrófico provoca una dificutad (obstrucción) a la salida de la sangre desde el ventrículo hacia la aorta. «Los pacientes suelen tener síntomas en relación con los esfuerzos como cansancio, dolor en el tórax y a veces pérdida de conocimiento. En casos muy graves puede producir muerte súbita», asegura Pilar Tornos, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Barcelona.

Pero cuando los medicamentos no resuelven el problema (la primera opción) y los pacientes presentan muchos síntomas que empobrecen su calidad de vida debe pensarse en una solución alternativa y proceder a una cuidadosa valoración entre el tratamiento con cirugía y otras opciones disponibles.

«Esta nueva técnica, menos invasiva, se está convirtiendo en una alternativa a la operación convencional. Se realiza a través de catéter y consiste en localizar la arteria que lleva la sangre a la zona hipertrofiada del septo e inyectar a través de ella alcohol. Con eso se consigue una necrosis de la zona que resulta en un adelgazamiento del septo y por consiguiente una disminución del grado de obstrucción», explica la doctora Tornos.

El objetivo último que se persigue es provocar una cicatriz que reduce el grosor del músculo septal, de forma que se aumenta el caudal porque hay una mejor salida de sangre y desaparecen los síntomas negativos asociados a la hipertrofia. Para conseguirlo, el equipo de Cardiología ha de realizar simultáneamente un cateterismo y una ecografía para, de esta forma, detectar la zona del músculo del corazón que es excesivamente gruesa y provoca la obstrucción de la sangre a la salida del ventrículo.

Pero, ¿existe algún riesgo en provocar un infarto, aunque sea de forma controlada? «El procedimiento se realiza en el laboratorio de hemodinámica, de forma totalmente controlada, y además la necrosis o infarto que se produce es de una magnitud muy pequeña que no condiciona alteración en la función global del corazón», continúa la experta. No obstante, se trata de una técnica compleja que requiere de la intervención de un equipo multidisciplinar muy bien coordinado que pueda llevar a cabo un seguimiento pormenorizado del paciente para poder reaccionar en caso de cualquier imprevisto como es la pérdida del ritmo eléctrico del corazón, que puede suceder en un 10% de las intervenciones.

Primer centro privado

Esto es uno de los motivos principales que ha llevado a que ningún centro privado haya optado por este tratamiento. Hasta la fecha, pues el equipo de cardiología del Hospital Quirónsalud ha llevado a cabo con éxito recientemente una ablación septal percutánea convirtiéndose, de esta forma, en la primera vez que una operación de este tipo se practica fuera de la sanidad pública.

En cualquier caso, la ventaja fundamental de la ablación septal es que se trata de un procedimiento menos invasivo que la cirugía y el paciente evita una intervención que obliga a la apertura del tórax, circulación extracorpórea y un período postoperatorio mas o menos prolongado. Y, como apunta la doctora Tornos, «al realizarse a través de catéter el paciente sólo es sometido a la punción arterial y habitualmente puede ser dado de alta en muy pocos días. En la mayoría de casos presentan una notable mejoría de los síntomas».

De hecho, el resultado de la operación ha sido un éxito y ha permitido que el paciente ya esté disfrutando de una vida normal e incluso practique deporte. «Transcurridos entre tres y seis meses se tiene que comprobar que la cicatrización se ha estabilizado y se mantiene el ancho necesario, como es el caso del paciente que hemos tratado en el Hospital Quirónsalud, que presenta una evolución muy favorable», concluye Bruno García, hemodinamista del Hospital Quirónsalud Barcelona.