Gastronomía
De vinos en Palma con el director de la Sinfónica de Baleares
Hace unas semanas disfruté de un interesante almuerzo, maridado con un vino de la D.O. Tarragona, ‘Roureda’, nada menos que en Palma de Mallorca. ¿La compañía? El prestigioso director de orquesta Pablo Mielgo, director titular de la Orquesta Sinfónica de Baleares.
Nació en Madrid y empezó estudiando en la Escuela Reina Sofía, aunque amplió sus estudios más tarde en Londres es la Escuela Guildhall de Música y Drama.
Sus comienzos dirigiendo orquestas se dieron a la temprana edad de 30 años. La diferencia entre dirigir o actuar como solista con orquesta Pablo la entiende como aquella actividad se realiza en “compañía” mientras que esta en “soledad”.
Le encanta compartir, guiar, y en ese sentido, dirigir una orquesta encaja a la perfección. “Un buen director de orquesta debe saber liderar. Pero no sólo la música, sino diferentes aspectos de la vida, y debe saber cómo transmitir un mensaje”, afirma.
Entre vinos y demás confidencias, no dudé en plantear el fenómeno de Gustavo Dudamel: “Gustavo es un transformador de la música clásica en un momento en el que Venezuela atraviesa una crisis inmensa. Ha marcado un hito en la historia que trasciende al escenario”. Y es que salir y llenar el escenario no es una tarea fácil, en palabras del madrileño afincado en Palma desde ya 4 años (que fue cuando le ficharon para dirigir la Orquesta Sinfónica de Baleares). Pero hablamos de “llenar” de una manera muy diferente a la literal. Supongo que Pablo hace referencia a transmitir ese carisma que trasciende la barrera entre el escenario y el público.
“Si Karajan viviera, sería sin duda una estrellas de las redes sociales”, piensa Pablo. Y es que, tal como me cuenta, el famoso director de orquesta fue un gran pionero en materia marketiniana: “fue el propulsor de una gran eclosión de la venta de discos en la época de los comienzos de la Deutsche Grammophon, además de ser un genio”.
Hablar de márketing y de música clásica es dar con un sinfín de limitaciones que yo encuentro en este género de música. “No puedes comparar el modelo anglosajón con el modelo sur europeo en la música clásica”, afirma. Y es que, mientras en este último caso el modelo público se sostiene con la aportación económica íntegra de las instituciones públicas, en el caso anglosajón se nutre de mecenazgos y otras fórmulas. La London Symphonic es un gran ejemplo de ello.
Sobre la cuestión del público que acude a los conciertos, Pablo Mielgo tiene una visión muy diferente a la mía ya que considera que la gente con el paso del tiempo empieza a buscar cosas diferentes por lo que “siempre habrá gente que vaya a los conciertos de música clásica, debido a la necesidad de conocer cosas nuevas”.
Sobre el reguetón explica que la base de este género musical es una “expresión de la calle extraordinaria, pero cuyo mensaje se ha llevado a asociar al mensaje social barato, convirtiéndose en algo sexual”.
Debatimos la loca idea de fusionar Beethoven con reguetón, y no tardó Pablo Mielgo en mencionar a Luis Cobos sobre la fusión de la que fue pionero mezclando la base de la percusión con la música clásica.
Sobre su papel en la Orquesta Sinfónica de Baleares me confiesa que esta nueva temporada está cargada de 45 semanas intensas de música, con solistas como Janine Jansen, Julian Rachlin, Mischa Maisky, entre otros.
En cuanto a las aportaciones que ha traído a la orquesta, confirma que considera que ha trabajado la calidad, ha mantenido un alto nivel de programación, entre otros aspectos por los que hay que felicitar a este director de orquesta que está posicionando la Sinfónica de Baleares como una de las orquestas más importantes de España.
En cuanto a las cuestiones metafísicas, explica que no sabe qué es la felicidad, pero se define como “un tipo muy positivo que se conforma con seguir siéndolo”.
“No sé qué es la felicidad. Estar contentos y tristes todos lo sabemos”, afirma. “Un hombre tiene que pasar por todos los estados que la vida te da vando”, añade.
Sobre el vino...
Roureda, un monovarietal 100% cabernet sauvignon. ¡Adoro esta uva! Forma parte de la cooperativa Unió. Se trata de un vino que, en palabras de emociones, me resulta “musical, atrevido y diferente”.
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