Gastronomía

Mis mejores patatas bravas de Chamberí

Mis mejores patatas bravas de Chamberí
Mis mejores patatas bravas de Chamberílarazon

¡Y maridadas con un vino navarro! Hace unas semanas tuve el placer de poder asistir a una comida con críticos y expertos de gastronomía a un nuevo restaurante llamado La Sucursal, ubicado en pleno corazón del barrio madrileño de Chamberí (Calle Sandoval, nº4).

Un local relativamente pequeño, pero acogedor. Con una decoración a caballo entre el minimalismo y el estilo industrial (lo que se lleva ahora), con tonos azules celeste e inmobiliario artesanal, la cocina que ofrecen es de una exquisitez, de un gusto y de una sofisticación que merece perderse y evadirse de la realidad degustando esas únicas patatas bravas (que francamente ni sé verbalizar) o el gigante tomate con brandada de bacalao.

Los que me leen y me conocen saben que me defino como una mera divulgadora de vinos y de gastronomía. Nadie es conocedor de la verdad absoluta en este arte que se cuece en la cocina (y nunca mejor dicho); y, en mi caso, mi corta edad no me permite elaborar juicios de valor cual experta. Sin embargo, confieso llevar casi una década comiendo en los mejores restaurantes de Madrid, de España y de algunas partes del mundo, lo que no deja que sea la clienta perfecta con suficiente criterio para opinar.

Y sé que las patatas bravas están en prácticamente todos los restaurantes de España. Pero juro y “perjuro” que las patatas bravas de La Sucursal son un delito para el paladar, un delito positivo.

Nos recibió con mucha elegancia y cariño los dueños del local: David Lobo y Clara Arburuas. ¿El jefe de cocina? Guillermo Martín Lusardi, autor de la acertada carta de La Sucursal de Chamberí.

A lo largo del almuerzo probamos los platos estrellas del restaurante: escalibada con sardina ahumada, rabo de toro envuelta en crepineta, la particular ensaladilla de La Sucursal, el pulpo asado, entre otros platos. ¿De postre? Flan enriquecido en crema, sobre salsa de maracuyá, entre otros.

Mis felicitaciones al equipo que hace posible un templo de la gastronomía tan bien cuidado y con tan buena oferta, cuyos precios gozan de mucho equilibrio. Animo a todos mis lectores a que no dejen de ir a este restaurante, donde, por cierto, también hay platos aptos para vegetarianos y veganos.

Sobre el vino...

Gran parte del almuerzo lo acompañe de un vino tinto de Navarra D.O. Concretamente el Señorío de Unx. Un crianza de 2014, de las bodegas San Martín. No soy de blancos, ya lo sabéis. Así que no me despegué de la botella en todo el almuerzo, siempre con moderación. El vino está elaborado a partir de las uvas Tempranillo y Garnacha. Tiene una graduación alcohólico de 13,4%.

El vino goza de un color rojo burdeos con toques de rubí. ¿En nariz? Frutos del bosque y frutos rojos, amén del aroma a madera, así como otros toques como la vainilla y los tostados. Probablemente estos dos últimos aromas, que figuran en la ficha técnica del vino, se deben al roble americano de la barrica, en la que el vino ha permanecido 12 meses.

En lenguaje de emociones es un vino “diferente, llamativo y cariño”. Los que me conocen saben que los vinos de Navarro sin mi perdición.