Gastronomía

Tomás Postigo en el Barrio de Salamanca

Tomás Postigo en el Barrio de Salamanca
Tomás Postigo en el Barrio de Salamancalarazon

Hace una semana recibimos la visita de Plácido Domingo Junior en casa para jugar al pádel, con mi hermana Elena y un director de orquesta, Alfonso Maribona. Tras el partido, muy reñido, acudimos a cenar a El Gallo ubicado en el corazón del Barrio de Salamanca (Calle Puigcerdá esquina con Jorge Juan) en donde nos esperaba Javier Martí, presidente de la Fundación Excelentia, amigo y compañero.

No tenía ninguna intención de escribir de este encuentro, pero haber degustado un Tomás Postigo merecía la pena.

El restaurante, por lo general, me pareció un sitio agradable, un servicio óptimo, y una ensaladilla rusa de infarto. Y, lo mejor: una carta de vinos en donde no faltaba ninguna D.O. Había vinos de Navarra, de Jumilla, y otras tantas Denominaciones de Origen que no limita a los clientes al Ribera-Rioja habitual.

Eso sí, si no lo digo, reviento. Mi crítica se encamina hacia los precios de los vinos. Precios desorbitados y muy desigual: Legaris (Ribera del Duero) a 23 euros, cuando en el Supercor de Valdemarín de Aravaca (Salida 10 por la A6) lo están vendiendo a 3 euros. Sí, el Legaris de Aravaca es un joven y entiendo que en El Gallo es un crianza (entiendo, porque tampoco especifica la carta la cosecha).

Después veo en la carta que ofrecen un Protos a 27 euros. Y al rato, me encuentro con que Tomás Postigo (Ribera de Duero, 90% Tempranillo y 10% compuesto de Merlot, Malbec, y Cabernet Sauvignon; 12 meses en barrica de Roble Francés) lo venden a 33 euros.

Es decir, para El Gallo la diferencia de Tomás Postigo con Protos está en 6 euros. No digo más.

Lo pedimos y brindamos por la amistad y la música. ¿En nariz? Frutos rojos y aromas a lácteos. Es un vino que, en lenguaje de emociones, catalogaría de “imperial, excelente y musical”. Un 10 a Tomás Postigo y un 7 al restaurante.