Redes sociales
¿Youtuber o niñato?
Dar galletas rellenas con pasta de dientes a un indigente resulta que es «lo más». Y así es. Es lo más gilipollas que he visto hacer en los últimos tiempos y mira que una ve cosas. El youtuber que lo hizo, un tal «ReSet», dice que se lo pidió alguien y él lo hizo. ¡Ah, bueno, entonces no se hable más!. Si el acto es patético, la excusa aún más. A mí me da que de pequeño nadie le dijo eso de «¿Si tus amigos se tiran a un pozo tu te tiras también o qué?». Está claro que éste iba de cabeza al fondo.
El «señor», así le llama el jovenzuelo, tuvo náuseas tras comerse las galletas. Pero eso no sale en el vídeo que subió a las redes. En ningún momento siente remordimientos, ya que le dio 20 euros y eso lo compensa todo, claro. Es más, se jactó de su proeza.
Sólo cuando otro youtuber famoso le echa en cara su flagrante estupidez, reacciona. ¿Y qué hace? Le lleva más dinero al indigente y pide perdón a sus detractores con otro vídeo, no vaya a ser que pierda seguidores. Debe ser que soy madre porque lo único que veo en esa grabación es la cantidad de ropa amontonada en las estanterías y la cama sin hacer. Sí, lo siento, será muy guay, pero a mí se me van los ojos y sólo oígo bla, bla, bla.
Tras un segundo análisis del vídeo de disculpa he de confesar que todo me siguió sonando a bla, bla, bla. Me da igual que tenga 19 años, que alguien se lo pidiera, que sea un reto o que le diera un montón de euros al indigente, este chico lo que tiene es un problema de educación y gordo.
Lo que este chico hace es humillar a una persona vulnerable, ya que cualquiera de nosotros le habría dicho dónde meterse las galletitas. La educación y el respeto no están reñidos con la edad, así que no me vale como justificación. Y lo de intentar arreglar las cosas borrando el vídeo de su canal o dándole dinero al «señor» días después se queda corto, muy corto.
Pero seamos benévolos y demos por buenas sus forzadas y nada creíbles disculpas. No en vano tiene más de un millón de seguidores. Así que me digo: «Voy a echarle un vistazo al dichoso canal». Resulta que nuestro amigo tiene unos vídeos sobre gatos que no son precisamente de esos que verías una y otra vez con una sonrisa en la cara, no. Somete a sus propios felinos a todo tipo de vejaciones porque «la gente se lo pide». ¿Este chico no tiene personalidad o qué le pasa? Dice que ha dejarlo de hacerlo pero ahí siguen los vídeos de los pobres animales, a los que no dudó en electrocutar porque un miserable se lo sugirió.
Por lo visto eso de «ser famoso a toda costa» va más allá de los reality de televisión. Este tipo de youtubers hacen un flaco favor al resto. Su único objetivo es darse a conocer como sea, incluso a costa de la dignidad de las personas y de los animales. Y por ahí, no paso. ¿Quieres un reto? ¡Limpia tu habitación y grábalo!
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