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La erótica de las fake news
Por Carlos Navarro Ahicart
Nuevo escándalo alrededor de Donald Trump. Más que escándalo, tal vez podríamos calificarlo como una vergonzosa actuación más de los caudillos de la desinformación y la toxicidad mediática. Sí, lo han adivinado: hablo del deleznable libro de Michael Wolff, «Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca de Trump».
Esta obra, que fue lanzada el pasado viernes 5 de enero (sí, para empezar fuerte el año con una buena pila de basura ilustrativa), está batiendo récord de ventas entre la población norteamericana, que cuestiona con cada vez más ahínco la capacidad de Trump para gobernar. Un escrito lleno de descalificaciones y supuestas «confidencias» del entorno más cercano del presidente que trata de demostrar, en un alarde de superioridad moral del autor, que el magnate de pelo gualdo es una persona completamente inestable que no debería poder estar al mando del gobierno del país más poderoso del mundo.
Como señaló el mandatario estadounidense en Twitter (ya saben ustedes que comenta la actualidad en esta red social con asiduidad), se trata de un libro «lleno de falsedades» escrito por «un autor totalmente desacreditado». Y es que la evidencia es indiscutible: las fuentes que luce Wolff en su libro empiezan a vituperar las citas que el autor se toma la libertad de exhibir en él. Es el caso de Steve Bannon, el estratega de Trump, que, si bien reconoció haber entablado conversación con Wolff en relación al libro, niega rotundamente haber hecho las declaraciones que el fracasado literato afirma que emitió.
No hace falta que el tío Donald publique que se siente totalmente capacitado para gobernar. Es una opinión que, además de él y otros altos cargos como el director de la CIA y la embajadora estadounidense ante la ONU, comparten los casi 63 millones de ciudadanos que lo llevaron a la Casa Blanca el 8 de noviembre de 2016. Por mucho que a algunos este hecho les provoque urticaria.
Pero, agárrense a aquello sobre lo que estén sentados, o siéntense en caso de no estarlo ya, que ahora viene lo realmente relevante: si alguien cree que la publicación del libro de Wolff es un hecho azaroso, está muy equivocado.
No, no es casualidad que este «bombazo» vea la luz justo cuando se anuncia (eso sí, con la boca muy pequeña y sin ningún tipo de publicidad mediática) que el Departamento de Justicia de EE.UU. va a volver a investigar el caso de los e-mails de Hillary Clinton, así como que inspeccionará algunas de las actividades de la Fundación Clinton por el oscurantismo que las rodea.
Lo único cierto es que es una flagrante concomitancia bastante elaborada, destinada a desviar la atención hacia el objetivo fácil, que es el primer presidente de EE.UU. en años que se preocupa realmente por los intereses de su país y de sus ciudadanos (sí, incluso de los de aquellos que salen a la calle pidiendo -literalmente- su cabeza) y se opone a hincar la rodilla ante dictadores, sátrapas y energúmenos de todo tipo a los que su predecesor rendía pleitesía.
Todo esto casi parece una poética coincidencia, ¿verdad? Empero, no es más que la erótica de las fake news.
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