Represión en Venezuela
Una esperanza para Venezuela
Recientemente, entablé conversaciones con una serie de ciudadanos venezolanos realmente preocupados por la terrible situación en la que se encuentra su país. Se trata de miembros de un movimiento político llamado Prociudadanos, en defensa de la libertad individual, los derechos civiles y la libre empresa en Venezuela: esos elementos que tanto se echan en falta desde que Hugo Chávez tomó el control del país hace años, hoy en manos de su vulgar secuaz, Nicolás Maduro.
Los compañeros venezolanos me hablaron del caso de su coordinador nacional, Leocenis García, que había sido víctima de un montaje judicial orquestado por el propio Maduro junto al servicio de inteligencia del Estado que desembocó en su ingreso en prisión de forma fraudulenta. Su abogada, Yisel Soares, lucha incansablemente por la libertad de Leocenis, y no duda en meter la cabeza en los oscuros y autoritarios engranajes del poder en Venezuela para lograrlo.
Su historia resultó verdaderamente conmovedora. Es por ello por lo que mi colaboración para con ellos y el movimiento ha sido ininterrumpida durante los últimos días. Como liberal convencido, veo en Prociudadanos una plasmación del ideal que todos deberíamos desear para Venezuela: un país libre, próspero, con un mercado abierto y dinámico que supiese aprovechar todo el potencial y la riqueza natural de su territorio, con garantías constitucionales y un respeto inquebrantable a la libertad de expresión. Aquel país que tantos venezolanos añoran y que sus déspotas gobernantes se niegan a devolverles.
Y es que la semilla de la libertad aflora en los lugares y momentos más inesperados. No es casualidad que los miembros de Prociudadanos alcen la voz en contra de los abusos de poder y las conspiraciones liberticidas. No es casualidad que unamos nuestras fuerzas a lo largo y ancho del globo, cruzando océanos y países enteros, para luchar por un objetivo común. No es casualidad que cada vez haya más gente que se une a este tipo de iniciativas y se esfuerza en lograr alcanzar la ansiada meta. Todo acto pro-libertad responde a una falta de la misma que, en este caso, es muy evidente en Venezuela.
Los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América no decidieron levantarse en armas contra el yugo británico porque un día se levantasen con el pie izquierdo. Se levantaron porque su libertad, su valor más preciado, estaba siendo oprimida y sometida por una fuerza contraria a cualquier ideal propio de aquellos que amamos la libertad. Se levantaron porque el poder autoestablecido impuso un modelo mercantilista, gravámenes injustos sobre sus productos y levas militares contrarias a sus intereses. Se levantaron por su presente y su futuro; para evitar que resultasen tan lóbregos como su pasado directo.
Y es algo similar lo que veo en Prociudadanos. Una serie de individuos unidos por una causa legítima, bella y envidiable: la libertad. Porque la libertad siempre es lo correcto, y no va a serlo menos porque un sátrapa en chándal regurgite sandeces dictatoriales en la televisión pública venezolana día sí y día también. Aquellos verdaderamente comprometidos con este movimiento son el símil perfecto de lo que fueron los Padres Fundadores hace más de dos siglos: un halo de luz al final de un sombrío camino de incertidumbre, dolor y ruina. La libertad.
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