Elecciones generales

Instituciones al servicio del PSOE

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Para Isabel Bonig la figura del relator para tratar el problema catalán como si España y Cataluña fueran dos Estados independientes fue la gota que colmó el vaso

Que Pedro Sánchez daría muchos quebraderos de cabeza al país era algo previsible y apenas nueve meses después esas sospechas se han confirmado con rotundidad. La convocatoria de elecciones generales llega tarde y la disolución de las Cámaras, en diferido, le permite hacer una utilización partidista de las instituciones que es en el escenario donde más cómodo se siente el secretario general del PSOE.

Había un clamor en la calle –en la manifestación de Colón se pudo constatar– que pedía elecciones para sacar a España del atolladero en el que Sánchez y sus peligrosas compañías políticas la han metido. Esa necesidad de los españoles de expresarse en las urnas no es nueva y la pulsión se sintió con fuerza desde el mismo día en que Pedro Sánchez se alió con los enemigos de España para llegar a la Moncloa a través de una moción de censura vergonzante.

Ha dejado el presidente del Gobierno, sin embargo, que la situación se deteriore más y más. Ha ofrecido a los independentistas repetidos pactos para que apoyaran los Presupuestos Generales del Estado y, si no es porque el Partido Popular ha desvelado las cesiones que Sánchez estaba dispuesto a realizar (en contra de lo que mandata su cargo), aún estaríamos con una legislatura prorrogada, cada vez más extremada y nefasta para los intereses de la nación.

La figura del relator para tratar el problema catalán como si España y Cataluña fueran dos Estados independientesfue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los españoles y Sánchez no ha tenido más remedio que convocar elecciones, algo que prometió hacer —y luego incumplió— nada más llegar a la Presidencia del Gobierno.

Eso sí, hasta el último momento va a demostrar su talante, que no es otro que trufar las instituciones de discursos emanados desde Ferraz. Su anuncio del fin de la legislatura fue un ejemplo claro de ello, nada institucional, puramente ideológico y sectario pese a hablar como presidente de todos los españoles.

Esa utilización maniqueísta de las instituciones públicas por parte del Gobierno a favor del Partido Socialista se ha evidenciado en el hecho de que Sánchez podía haber disuelto las Cámaras con carácter inmediato pero al no hacerlo hasta el 5 de marzo le quedan unos cuantos Consejos de Ministros en los que, sin duda, usará la Presidencia para empezar la campaña electoral. Nada le importan los españoles y sí, mucho, su propio beneficio.

La grandilocuencia de su discurso no evita que esté plagado de falsedades. Quién se puede creer a estas alturas que la equiparación salarial entre guardias civiles y policías nacionales; el acuerdo para la subida de las pensiones; y la mejora del salario mínimo interprofesional son gestiones que han dado fruto por la actuación del PSOE. Todo el mundo sabe que fueron iniciativas y acuerdos del Gobierno sustentado por el PP con los principales agentes económicos y sociales.

La realidad no le importa. Mentir tampoco. Y es que ha estado en manos de independentistas y herederos del terror durante muchos meses y los utilizó para llegar al poder a toda costa. Tampoco le preocupa el hecho de que el adelanto electoral vaya a costar 200 millones de euros a las arcas públicas porque lo lógico habría sido hacerlas coincidir con las autonómicas, municipales y europeas de mayo.

Esa cifra irá en aumento si Ximo Puig en la Comunidad Valenciana decide adelantar las autonómicas y hacerlas coincidir con las generales, pese a que las arcas valencianas están debilitadas y sin cambio del modelo de financiación que el PP ya tenía diseñado. Prima la necesidad de que los barones territoriales del PSOE hagan causa común con Sánchez sobre cualquier otra consideración porque el aviso de las elecciones andaluzas les ha llegado alto y claro.

Votar dos veces en un mes es un capricho más en un intento de salir beneficiado, aunque sinceramente, y por encima de fechas, los españoles estamos preparados para decir en las urnas que no queremos un Gobierno como el actual sin principios ni valores y al servicio de los enemigos de la unidad de España.

Nos jugamos mucho. El futuro de la construcción sólida de España como un país de referencia en el panorama internacional y que genere certidumbre en sus posiciones políticas, económicas y jurídicas es suficiente como para que aumente la ya de por sí elevada movilización del bloque de centro-derecha.

Han sido meses muy duros y en el caso de algunas Autonomías, como la valenciana, años de retroceso y opresión de las libertades de los ciudadanos en ámbitos fundamentales como la educación, la sanidad, la movilidad, los iconos culturales, las tradiciones, las señas de identidad, la integridad territorial o la iniciativa privada.

Va a ser una campaña dura donde vamos a escuchar muchas mentiras pero los españoles –y los valencianos lo sabemos especialmente– hemos podido comprobar que los socialistas, acompañados de independentistas, filoetarras y antisistema han puesto en riesgo la convivencia a la par que no han resuelto, sino agravado, los problemas del país. Hay ganas de votar por la libertad.