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Hasta siempre, Robert Palmer

Hasta siempre, Robert Palmer
Hasta siempre, Robert Palmerlarazon

Falleciste en 2003 (impresionante lo rápido que pasa el tiempo, quince años ya que han parecido un suspiro) pero es ahora cuando creo que necesito despedirme. Hasta la fecha no había sentido la necesidad. No sé si es que tras tu muerte habías seguido conmigo, o era yo el que había seguido contigo; pero lo cierto es que al marcharte nos habías dejado tu música y tu legado al completo, y tu ausencia no ha sido ausencia del todo pudiendo bailar con “Johnny&Mary”, escuchar “Every kinda people” o conducir al son de “Some guys have all the luck”.

Sin embargo en estos quince años desde tu partida el mundo ha cambiado muchísimo, y se supone que ahora somos infinitamente más civilizados y modernos. Y, así las cosas, mucho me temo que antes o después me van a exigir ‘progresar’ hasta dejarte atrás; y ni siquiera sé si voy a tener la oportunidad de despedirme como es debido o al menos explicarte el porqué de mi adiós. Porque si han eliminado a las azafatas de la fórmula 1 por cosificar a la mujer, no quiero ni imaginar la reacción cuando alguno de estos inquisidores de la corrección política se cruce con el video de “Simply irresistible”... Tal vez se midan un poco por aquello de que estás muerto y eso, pero de ‘cerdo machista’ no bajas ni de coña, Robert. Y contigo todo aquel que reconozca haber disfrutado alguna vez con cualquier obra tuya.

Porque hoy, a diferencia de cuando tú vivías, ya no nos basta con modificar el presente para sentar así las bases del futuro; ahora nos atrevemos incluso a modificar el pasado para que se parezca no tanto a lo que fue como a lo que debería haber sido. Y si tuvieron bemoles en su día para editar la obra de Mark Twain, o más recientemente la de Harper Lee; ¿qué no estarán dispuestos a hacer con el video de “Addicted to love”? Y no bastará con aprender de los ‘supuestos’ errores y hacer propósito de enmienda; habrá que borrar cualquier evidencia que atestigüe que tu obra ‘heteropatriarcal’ y ‘cosificadora’ existió alguna vez. Y todo el que haya disfrutado con tu música o tus vídeos tendrá que reescribir su pasado hasta poder negarlo; o como mínimo flagelarse públicamente por haberlo hecho. Un mundo que exige a actores y actrices que declaren públicamente arrepentirse de haber aprovechado la oportunidad de trabajar junto a uno de los mayores genios que ha dado el cine (un tal Woody Allen), ¿cómo no va a exigirme a mí inmolación pública por “flipar en colores” (eran los ochenta) cuando ponían tus vídeos en la MTV?

Lo peor de todo es que recuerdo perfectamente las sensaciones que me provocaban aquellos videos tuyos. Allí estabas tú rodeado de un ejército de mujeres hermosísimas, y yo al otro lado de la pantalla con mis trece o catorce años sintiéndome insignificante ante tanta belleza. Tú me hablabas de mujeres irresistibles, y yo me sentía desarmado y completamente indefenso ante aquellas señoras que me miraban con gesto serio y desafiante. Cualquiera de ellas por separado podría haber hecho de mí lo que le hubiese dado la gana; y allí estaban todas, decenas, bailando al unísono, como un escuadrón militar ante el que no podría haberme sentido más pequeño y vulnerable.

No sé si tus videos pueden considerarse obras de arte, Robert; no tengo la osadía de la que tan sobrados van en ARCO; pero ante ellos sentía una humildad muy parecida a la que me inspiraban y me inspiran las obras de Miguel Ángel o Velázquez. Semejantes despliegues de belleza hacen que quiera ser mejor persona, para intentar estar a la altura y ser digno habitante del mismo planeta. Y así fue que durante años mi referencia estaba en tu obra: yo aspiraba a convertirme en un hombre capaz de hacer sonreír a las chicas de los vídeos de Robert Palmer.

Pero parece ser que me equivocaba. Ahora que ‘se supone’ que hemos aprendido tanto, resulta que esa nunca debió haber sido mi referencia. Ahora ‘sabemos’ que esas mujeres no estaban ahí para celebrar la belleza, o mucho menos para inspirar en mí una motivación. No tenía sentido que yo me esforzase por ellas o para ellas, cuando ya las tenías tú sometidas, esclavizadas y cosificadas. Las habías puesto a mi servicio con todo el peso de siglos de ‘heteropatriarcado recalcitrante’ y yo como un imbécil queriendo ser mejor persona para hacerlas sonreír...

Pues eso. Tal vez dentro de un tiempo resulte demasiado invonveniente reconocer públicamente cuánto me ha gustado y me gusta tu obra, así que te lo escribo hoy y que así conste. También me he bajado los vídeos de “Simply irresistible” y “Addicted to love” para asegurar que nunca los puedan eliminar del todo. Por lo demás: Hasta siempre, Robert Palmer.