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El Halloween del periódico
Aunque escribo en la Razón, hacer una entrada al blog sobre el periódico que me acoge en sus páginas puede sonar raro, incluso “pesebrismo”, lo que ocurre es que estoy limpio de tales ideas, por eso me animo a escribir sobre este periódico. Digo que estoy limpio porque ya he publicado, con anterioridad, que escribo aquí lo que quiero y que nadie jamás me ha indicado lo que debo o no debo escribir, ni tampoco debo ni de forma directa o indirecta se me ha indicado que deba seguir determinada línea sobre derecho de Familia, o sobre mis opiniones políticas. Tampoco tengo dependencia económica alguna del periódico, por lo tanto, lo que escribo lo escribo desde mi total independencia y libertad.
Tenemos un país hecho un disfraz de Halloween, en donde andamos viviendo entre truco o trato. Somos una mezcla de zombis, fantasmas y muertos vivientes, ni siquiera resucitados, y a esta fiesta parece que ha sido invitado el periódico “La Razón” en los últimos días.
Pero aún en esta situación de trasmundo romántico, de pasión lanzada al devenir, utilizando un elemento mortuorio fatalista del romanticismo del siglo XIX, no quiero renunciar a mi buena fe política, ni tampoco a la buena fe de muchas personas y de nuestro sistema político de división de poderes.
Por mucho que esté en cuestión la política actual, los políticos, los privilegios de los políticos, y el sistema democrático, me niego a aceptar que un director de un periódico, en concreto, que el director de “La Razón” o cualquier miembro de su equipo directivo vaya a coaccionar a nadie.
Es que veo tan absurda la idea, con todos los respetos, que si admitiese esto estaría dando un poder institucional político a un medio de comunicación que creo no tiene, y otorgándole un papel de poder que no quiero otorgarle. No creo que aquí estemos en un sistema político ni con unos ciudadanos que sean capaces de digerir una cosa de estas. Cuando uno es militante de un partido político, se encuentran conmilitones de todo tipo, pero frente a los que aspiran a llegar a “lo máximo”, dentro del partido (un máximo indefinido por otra parte), que los hay, también hay, y son mayoría créanme, que estamos en la militancia por una idea de dignidad y servicio a la sociedad. Cuando los valores democráticos están siendo atacados por los populismos de los nuevos estalinismos y fascismos del siglo XXI, hay mucha gente honesta y de principios éticos y sociales que tratan de poner su granito de arena. Los elementos de rebeldía y democracia son “micro elementos”, pero hay muchos y continuos, hasta el punto de que frente a la imagen frentista de los partidos políticos está la realidad convivencial cotidiana, honesta, de muchos “micro políticos” anónimos y grandes ciudadanos individuales que no esperan nada a cambio de su esfuerzo cotidiano. No olvidemos esto en los momentos de desánimo.
“La Razón” es un periódico necesario en nuestro país, y además de necesario es un periódico que, empezando en un momento muy difícil, dentro del panorama de la prensa en aquellos tiempos, se ha hecho con un hueco en el sistema de comunicación democrático. Mi experiencia es intachable en cuanto a la relación del medio con este modesto bloguero, escritor o aprendiz de columnista. Todo ello me lleva a manifestar expresamente mi apoyo y solidaridad con el medio y con su director y consejero en estos momentos. A veces estamos tan intoxicados que ni siquiera se aplica la inteligencia o la medida. Ser un director de un periódico o miembro de un consejo de administración no es algo fácil, no está en estos puestos ningún “boca-chanclas” ni alguien que esté alejado de la inteligencia superior, por lo que cualquier elemento coactivo en su comportamiento y en la del medio está rechazado por ilógico “prima facie”, por ser contrario a la inteligencia normal y al trabajo y responsabilidad asumida. Si encima se revisa el periódico y se ve como por sus páginas ha pasado todo el mundo que merece la pena ser escuchado, y que mi modestísima experiencia es la que es, no me queda más que escribir este artículo de apoyo al periódico, a su director y a su consejero, en estos momentos, y a todos los trabajadores.
Recordemos que Halloween no es una fiesta nacional, a ver digo nacional no aplicando el eufemismo nación de naciones (no sé lo que es), es una fiesta norteamericana no lo es española, pienso que, ya que ha entrado en nuestro sistema de celebraciones como algo infantil, debe quedarse en ese mundo de niños y en los USA con Trump y su populismo. Recuperemos la cordura, la vida cis-mundana, la de aquí, la que más ha traído y mejor para todos, y la confianza en las personas, en los periódicos y en el sistema democrático. NO es una cuestión de presunción de inocencia, es una cuestión de recuperación de confianza y de buena fé.
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