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¿De qué va el nuevo anuncio de la Lotería?

¿De qué va el nuevo anuncio de la Lotería?
¿De qué va el nuevo anuncio de la Lotería?larazon

Por Ramón Oliver

Lo confieso. En el momento de escribir estas líneas todavía no he visto el anuncio de la Lotería de Navidad de este año. Supongo que es inevitable que, antes o después, me de de bruces con él (o “contra” él, según todos los augurios), pero a día de hoy, ese encuentro todavía no se ha producido. Tanto da, en realidad, pues lo que sí ha llegado hasta mis ojos y oídos, a través de muy diversos canales, es profusa información y valoraciones acerca del mismo. Sé, por ejemplo, que lo firma el oscarizado Alejandro Amenabar, siguiendo la línea iniciada años atrás de poner a un cineasta de renombre al frente del spot que nos urge a adquirir nuestro boleto a la riqueza definitiva. El autor de Tesis o Mar Adentro se suma así a otros nombres ilustres, aunque quizá algo menos conocidos, como los de Pablo Berger o Santiago Zannou. Lejos quedaron los tiempos en los que nadie reparaba en la identidad del director y lo verdaderamente importante era el anuncio en sí. A falta de “El Calvo de la Lotería” (algún día nos contarán quién fue el ejecutivo brillante que decidió despedir a ese hombre), ahora el director es un reclamo más (quizá el principal) del anuncio y todo parece indicar que la tendencia será ir subiendo paulatinamente el cahé del artista escogido para la ocasión. Así, frente a posibles críticas, siempre se puede aducir, “¿Estás de guasa? ¿Cómo va ser malo el anuncio si el tío que lo ha hecho tiene un Oscar en la estantería de su casa?”. No sería de extrañar que en años venideros viéremos a Ridley Scott o a Steven Spielberg situarse tras la cámara para estos menesteres loteros. Por si acaso, que vayan calentando.

También me llegan rumores de que la historia sigue la línea lacrimógena-predecible-sensiblera de sus predecesoras (encontré especialmente irritante la de Justino, el entrañable vigilante nocturno de dibujos animados, y sus maniquís). En cuanto al de la abuela que se equivoca de día y todo el pueblo se confabula para mantenerla en el engaño, en fin... Lo de la obsesión por el story telling convendría hacérselo mirar un poco. Sólo es una sugerencia.

Sobre este año, me cuentan que el argumento incluye una historia de amor extraterrestre en la que la, por lo visto, la chica no dice ni esta boca es mía en todo el anuncio, lo que lleva a concluir que la única razón por la cual el chico se enamora tan perdidamente de ella es porque es muy guapa. O porque ha quedado subyugado con aquello del “me gusta cuando callas porque estás como ausente”. De ser cierta esta línea argumental, esa obstinación por mantener los roles sociales y estereotipos de género de toda la vida no parece precisamente el colmo de la modernidad.

También me han llegado comentarios (seguramente infundados) que exoneran a Amenabar de toda culpa, rumores que apuntan que él sólo dirigía el cotarro técnico, pero que el guión es cosa de la agencia de publicidad. Oye, pues podría ser. Igualmente, se nos ha informado de que existen múltiples versiones y de diversa duración circulando por Internet y en la redes sociales del anuncio, y se nos ha animado encarecidamente a visionarlas (y a compartirlas y comentarlas) todas.

Admito que soltar toda esta perorata sin haber visto al anuncio es el colmo de la osadía. No me reconozco. Sé de sobra que antes de atreverme a juzgar una obra debería haber tenido, al menos, la decencia de visionarla con mis propios ojos. No es para sentirse orgulloso. Pero, ¡qué demonios!, también me pregunto si no era ese exactamente el propósito de sus creadores. Si el único objetivo de tanto fuego artificial no fue, desde el comienzo, lograr que se hablara de la campaña. Bien o mal, con o sin fundamento (en mi caso, claramente sin), pero que se hable. Y si la calidad del anuncio o si gusta o no gusta en realidad es lo de menos. Si más allá de lo encantadas que estén las agencias de publicidad de haberse conocido (que suelen estarlo) y de los recursos (públicos) que se vuelcan en estas macro campañas, su objetivo no fue siempre ese: que el anuncio de la Lotería esté presente en las conversaciones de oficina con los compañeros, en la comida de los viernes con los suegros o en los chats del grupo de Whatsapp de padres del colegio de nuestros hijos... Porque al hablar del anuncio nos acordamos de que el sorteo está a la vuelta de la esquina. ¡Y de que aun no hemos comprado nuestro décimo!

Si, con Oscar o sin él, lo íbamos a comprar de todas formas...