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El acoso escolar y su impacto en colegios y familias
Por Víctor Núñez
La relación entre padres y colegios ha evolucionado en los últimos años. Eso lo saben bien los profesionales de la enseñanza que han visto crecer la implicación de padres y madres en la relación entre sus hijos y el centro educativo. Esta mayor atención de las familias en los asuntos escolares debería ser una buena noticia, pues en la educación deben estar muy presentes las familias. Sin embargo, puede ser contraproducente cuando supone una intromisión en la labor de los centros por parte de padres que actúan con desconocimiento de los procesos educativos y con cierta irresponsabilidad, al cuestionar el trabajo de los docentes llevados por el desconocimiento y las modas.
Uno de los parámetros que permiten evidenciar el hecho de que padres y madres se ocupan y preocupan más en los asuntos escolares es, sin duda, la evolución que han seguido los distintos criterios a la hora de seleccionar colegio para sus hijos. Si solo hace unos años, los padres situaban la proximidad del centro como principal factor para elegir centro, en los últimos años hemos visto una creciente preocupación por otros factores menos prácticos y más de carácter educativo/social. Entre estos criterios, destaca principalmente el ambiente o clima de convivencia de los centros, especialmente, en sus aspectos más relacionados con el acoso y el ciberacoso escolar, como así demuestran varios estudios realizados recientemente.
Los distintos casos de acoso escolar, algunos de especial gravedad pues han terminado en un suicidio como el del niño Jokin Ceberio, en el País Vasco allá por 2004, o Carla Díaz en Asturias, y otros más recientes. Estos casos, siendo afortunadamente hechos aislados, generaron un impacto mediático que unido al revuelo de distintos estudios de dudoso rigor científico ponen el foco en un problema que, siendo grave, está generando, quizá, una excesiva alarman social que explica también la creciente preocupación de las familias por el clima de convivencia en el colegio donde estudian sus hijos y lo sitúen como primer criterio a la hora de elegir centro y su principal demanda.
Los datos más realistas y fiables nos hablan de que los casos de bullying y ciberbullying no suelen superar el 10% en la mayor parte de los colegios. Siendo este un dato grave, pues uno solo caso es mucho, nada tiene que ver con los datos que se ofrecen y que desde distintos foros más o menos interesados se publican poniendo a los centros en el punto de mira. Desde mi experiencia en el ámbito del marketing educativo, recomiendo a los centros educativos que tengan muy presente la preocupación de las familias por el acosos y el ciberacoso, no solo desde el punto de vista meramente técnico y legal, sino también, desde el plano comunicativo y preventivo. De esta forma no solo demostrarán que disponen de medios suficientes para combatir y evitar el bullying en sus centros, además, transmitirán a las familias y a su entorno una mejor imagen y por lo tanto un mayor atractivo. Los colegios viven tiempos difíciles por la baja natalidad y la alta competencia, por lo que combatir el acoso no solo es una obligación moral, además, debería ser una de sus principales estrategias para su supervivencia.
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