Rotonda
Esta es la rotonda más odiada de España: tiene que ver con el invierno
El monumento, aunque cuestionado por muchos por su estética, ha trascendido su apariencia para convertirse en parte de la identidad urbana de la ciudad
El "Muñeco de Nieve", la peculiar escultura situada en la rotonda de la avenida de Los Majuelos, en la frontera entre Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, ha sido objeto de críticas y burlas durante años. En al menos cuatro ocasiones, ha sido elegido por miles de ciudadanos como el peor monumento de entre las más de 23.000 rotondas que salpican el territorio español.
El término irónico de "rotondismo" ha sido acuñado para describir lo que muchos consideran una tendencia artística peculiar: "un movimiento que consiste en coronar las rotondas con espantosos monumentos", como se señalaba en una de las encuestas realizadas. Originado en Murcia, este fenómeno se ha expandido rápidamente por toda España, calificándose como una auténtica "plaga" que ha invadido los miles de espacios de este tipo diseminados por el territorio nacional.
En la práctica totalidad de los sondeos realizados, en los que se ha solicitado la opinión de los ciudadanos sobre los monumentos más feos y repudiados, el Muñeco de Nieve ha ocupado siempre los primeros puestos, consolidándose como uno de los emblemas de este movimiento. Lo que muchos consideran una obra de mal gusto, otros han decidido defender, buscando darle un giro al destino de esta polémica escultura. ¿Logrará el Muñeco superar su estigma y convertirse en un ícono apreciado? Solo el tiempo y el cambio de percepción popular podrán responder a esta cuestión.
Lugar de encuentro
A pesar de la controversia que lo rodea, el Muñeco de Nieve ha logrado consolidarse como un auténtico punto de referencia para los residentes de Santa Cruz de Tenerife. Es habitual escuchar frases como "quedamos en el Muñeco de Nieve" al dar direcciones en la zona, lo que demuestra cómo, a pesar de las críticas, su presencia se ha integrado profundamente en la vida cotidiana del barrio.
Este monumento, aunque cuestionado por muchos por su estética, ha trascendido su apariencia para convertirse en parte de la identidad urbana de la ciudad. Más allá de su forma y la polémica que genera, el Muñeco de Nieve actúa como un símbolo local, un recordatorio de cómo, en ocasiones, el verdadero valor de un monumento no radica en su belleza, sino en su capacidad de ser un referente cultural.
Al final, la línea entre lo bonito y lo feo es meramente subjetiva. Para unos, el Muñeco es una escultura desafortunada; para otros, es un elemento entrañable que ha formado parte de su vida diaria durante años. Lo cierto es que, más allá de la crítica estética, la edificación ha cumplido con creces su propósito: ser un icono inconfundible de la ciudad, capaz de dejar una huella imborrable en quienes lo encuentran en su camino.