Astronomía

Incursión a cielo abierto en la inmensidad del cosmos

Salamanca recupera su tradición astronómica con un nuevo punto de observación en la capital e impulsa la atracción de los apasionados con nuevos proyectos turísticos sustentados en el auge de tres asociaciones

Miembros de Astróbriga, durante una observación junto a la ermita de Nuestra Señora de la Peña de Francia en Ciudad Rodrigo
Miembros de Astróbriga, durante una observación junto a la ermita de Nuestra Señora de la Peña de Francia en Ciudad RodrigoVicente / ICAL.

El seductor magnetismo del cielo ha embelesado al hombre, probablemente, desde el primigenio despertar de su conciencia sobre la faz de la Tierra. No en vano, el mecánico acto de elevar el cuello y contemplar con instintivo deleite el dorso de la estratosfera es inherente a la condición humana, casi como una necesidad fisiológica. Más allá, la interpretación de los cuerpos celestes y del comportamiento de los elementos ha dado tanto de sí como para el desarrollo de distintas ramas de la ciencia, así como la asunción de infinidad de creencias, adscritas al plano espiritual, más o menos alejadas de la evidencia científica.

Salamanca, en tiempos medievales de Abraham Zacut, de camino hacia el Renacimiento y la Revolución Copernicana, ya era el epicentro mundial de la Astronomía. De hecho, la biblioteca que hoy lleva su nombre se erige en el campus de Ciencias de la Universidad como símbolo de aquella transición entre la tradición medieval y el desarrollo de una ciencia renacentista, que tan bien ilustra el Cielo de Salamanca pintado por Fernando Gallego allá por el siglo XV en la bóveda de la antigua Biblioteca Universitaria. Toda esta trayectoria académica se refrendó en 2018 durante el VIII Centenario de la Usal con la XIII Reunión Científica de la Sociedad Española de Astronomía, con más de 400 expertos de todo el mundo.

Ahora, la capital del Tormes vuelve a apuntar el telescopio sobre su histórico patrimonio monumental con semejante pasión pretérita, pero con el ánimo innovador de los avances tecnológicos. El Ayuntamiento, gracias a la cofinanciación de fondos Feder, ha creado el primer punto de observación astronómica de la ciudad. Situado en el parque de Chamberí, a más de 800 metros de altitud, con la baja contaminación lumínica de la zona, permite disfrutar de los misterios del cielo a los amantes de esta disciplina. Para su diseño, los responsables municipales contaron con el asesoramiento de Supernova, asociación universitaria que en el Día Mundial de la Astronomía, que se celebra este 15 de mayo, reivindica su actividad.

Aprendiendo en Supernova

El joven navarro Mikel Otamendi llegó a Salamanca hace tres años para estudiar Física. Es cierto que ahora pretende virar el rumbo a sus estudios empezando Educación Social, pero su antigua facultad ha dejado en él un irrenunciable legado que ostenta con orgullo desde la presidencia de la Asociación Universitaria Supernova. “Entré sin que me interesara demasiado la Astronomía. Me apunté porque me apunto a todo, pero ahora soy muy fan, especialmente de las constelaciones y me atrae todo el tema mitológico”, comenta a Ical. Eso sí, sin ánimo de juzgar, se desmarca de lecturas del horóscopo, aunque no condena a quien las sigue porque, al final, “es una creencia más”. Y “hay otras”, remarca.

El carácter universitario de la asociación dota de intención didáctica la mayoría de sus actividades. “Intentamos juntar a la gente que más sabe con la que menos para que se puedan enriquecer”, matiza. Según explica Otamendi, suelen realizar observaciones en el Botánico, junto a la Facultad de Ciencias y la biblioteca Abraham Zacut, o se marchan al campo cuando disponen de vehículos para huir de la contaminación lumínica. Además, charlas formativas y de divulgación completan su repertorio, junto a un par de convivencias anuales entre sus socios. Una vez al mes, la asociación dispone de un espacio de media hora en Radio Usal donde analizan la actualidad astronómica y divulgan sus acciones.

Mikel Otamendi, presidente de Supernova, observa el cielo al atardecer junto a un compañero en las inmediaciones de la biblioteca Abraham Zacut
Mikel Otamendi, presidente de Supernova, observa el cielo al atardecer junto a un compañero en las inmediaciones de la biblioteca Abraham ZacutDavid Arranz www.davidarranz.com

Es el primer año de Mikel al frente de Supernova tras figurar el curso pasado en el Consejo y ser uno más durante su curso de novato. Telescopio en mano, cada cual tiene sus preferencias. “Miramos todo lo que se pueda ver que sea más o menos reconocible. Yo, por ejemplo, soy fan de los planetas, pero otros buscan estrellas dobles o galaxias”, comenta. La pandemia condicionó su actividad, especialmente por el toque de queda, ya que redujo el margen para las observaciones nocturnas, arruinadas por completo tras el cambio al horario veraniego. Además, congeló las nuevas adhesiones, que hasta ese momento iban en aumento. Actualmente, según sus datos, son 62 miembros.

La experiencia de Osae

Algo menos, como medio centenar de asociados componen en este momento la Organización Salmantina de la Astronáutica y el Espacio (Osae). Dos de ellos, Miguel Ángel Herrero y Eliseo Martín, acompañan a Ical a observar las fulguraciones del sol y manchas solares que se distinguen con nitidez a través del telescopio. Acostumbran a reunirse en un parque de Toreses al menos una vez al mes y charlan sobre la actualidad astronómica. Tocan desde los avances en Marte con el Perseverance hasta el manejo de la última tecnología. Con mayor frecuencia hacen sus observaciones, tanto diurnas como nocturnas, y a menudo se desplazan al Cueto o al recinto ferial de la Diputación de Salamanca.

Desde bien pequeño, a Miguel Ángel le apasionó “esto de las estrellas”. Después, según explica, “te vas metiendo poco a poco, buscando información, conociendo gente, así que es fácil caer”. El caso de Eliseo es más extravagante, por lo insólito de su experiencia con la Astronomía. “A mi me metió mi hijo de 12 años”, reconoce. Osae, de la que hoy es miembro activo, realizó una observación en el colegio de su pequeño y le enganchó. Cuando llegó el día de Reyes Magos, entró un telescopio en casa y el que se enganchó fue él, aunque después hubiera que devolverlo porque Sus Majestades “no se habían asesorado bien”, bromea.

La asociación muestra su preocupación por la creciente contaminación lumínica que afecta a los núcleos urbanos. “Desde el Cueto se distingue la contaminación lumínica de Madrid. Es impresionante”, subraya Miguel Ángel. Denuncian una pérdida paulatina en la calidad del cielo y reconocen que algunos de sus miembros no dudan en marcharse hasta la Sierra de Francia para tener lo que ellos llaman un cielo de calidad. “En la provincia de Salamanca tenemos los mejores cielos oscuros de España. Pero es un patrimonio natural que hay que proteger, especialmente de la iluminación innecesaria. Dicen que seremos la última generación en observar la Vía Láctea. Y es una pena”, lamenta Herrero.

El ‘cazador’ de eclipses

De hecho, una de las reivindicaciones de Osae, cuyo presidente es Óscar Martín, radica en que la Diputación de Salamanca se ponga a trabajar en logar para la provincia una certificación Starlight. Se trata de una distinción que otorga el Instituto de Astrofísica de Canarias y que acredita a un territorio como apto para la observación, permitiendo la protección de su cielo. Martín es consciente del auge del turismo astronómico y trabaja con su empresa en la obtención del certificado para la comarca extremeña de Las Hurdes. A lo mismo aspira para Las Batuecas, Los Arribes y Ciudad Rodrigo. “Exigen unos criterios mínimos de oscuridad y que, entre otras cosas, se pueda apreciar la Vía Láctea. Una vez cumplen con varias medidas, es necesario promover un plan de desarrollo”, explica a Ical sobre su desempeño.

Miguel Ángel Herrero y Eliseo Martín, miembros de Osae, analizan las manchas solares desde su punto habitual de observación en Puente Ladrillo
Miguel Ángel Herrero y Eliseo Martín, miembros de Osae, analizan las manchas solares desde su punto habitual de observación en Puente LadrilloDavid Arranz www.davidarranz.com

Óscar Martín es un referente en la Astronomía charra. En 1994 fundó Osae y, además de dedicarse al estudio de la calidad del cielo, desarrolla una labor de divulgación que le ha llevado incluso a impartir charlas en el Complejo de Comunicaciones del Espacio Profundo, que operan conjuntamente la Nasa y la agencia española Inta en la localidad madrileña de Robledo de Chavela. “En la Nasa he hablado, por ejemplo, sobre cómo lanzar un globo sonda a la estratosfera para recoger datos, sobre cometas o lluvias de estrellas y, ante todo, sobre eclipses, que es mi obsesión”, reconoce. Y no es para menos. Con apenas 13 años vio su primer eclipse lunar y desde entonces no ha parado de perseguir este fenómeno a lo largo y ancho del planeta.

Argentina, Australia, China, Kenia, Indonesia y Polinesia, hasta un avión Airbus A320 que alquilaron para ver un eclipse por encima de las nubes. Todo, desde su que viera su primer eclipse total en Egipto en 2006. “Jamás lo olvidaré. Me enganché y desde entonces he ido a todos los que ha habido en la Tierra, menos al de la pandemia porque no se podía viajar”, lamenta. En total, suma una decena de eclipses totales y espera con ansia la llegada del próximo 10 de junio cuando se podrá contemplar en España un eclipse parcial de sol. No en vano, la presencia de Óscar en los medios es habitual por este motivo. “Cuando vamos por el mundo a ver un eclipse, siempre nos pregunta algún medio. Yo no sé cómo se enteran”, bromea, mientras explica que también fue entrevistado cuando visitó las instalaciones que la Nasa tiene en California.

Aunque desde Osae valoran la instalación de un nuevo punto de observación en Salamanca, Óscar considera, a título personal, y así lo especifica, que la ejecución “no ha sido la más adecuada”. De hecho, aún no lo han estrenado y tampoco asistieron a las reuniones con los responsables municipales. Sin embargo, eso no le ha desanimado y, según avanza, ya trabaja junto a la asociación en la presentación de un nuevo proyecto para la ciudad. “Queremos hacer una especie de pequeño parque temático en la zona de Toreses, donde hacemos las observaciones habitualmente, con espacios para poner los telescopios y poder ver las estrellas. Pero solo es una propuesta que no sabemos cuándo se podrá hacer”, aclara. El recorrido es largo.

El sistema solar de Astróbriga

No solo en la capital existe una ferviente afición por la Astronomía. Gracias al empuje de su presidente, Nicolas Cahen, desde 2019 cuentan en Ciudad Rodrigo con la asociación Astróbriga, una escisión de su “hermana” Osae que tiene en la construcción del “sistema solar a escala más grande del mundo”, su proyecto más ambicioso. Desde la representación del sol, con un diámetro de casi cinco metros, ubicada en la popular rotonda del Árbol Gordo, hasta la frontera con Portugal. La iniciativa, que ya está en fase de construcción, cuenta con el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Diputación de Salamanca, el Ayuntamiento mirobrigense y algunas empresas, incluida Iberdrola, aunque también decenas de patrocinios a nivel local.

El presidente de Astróbriga, Nicolas Cahen, observa el cielo junto a otros miembros de la asociación desde el Alto de Valhondo en Ciudad Rodrigo
El presidente de Astróbriga, Nicolas Cahen, observa el cielo junto a otros miembros de la asociación desde el Alto de Valhondo en Ciudad RodrigoVicente/Ical

Astróbriga ha multiplicado por seis su tamaño en apenas dos años, pasando de los 20 a los 120 miembros. “Hemos trabajado en el proyecto del sistema solar en varias comisiones. Una vez estuvo listo el diseño, lo presentamos a varios organismos y ya estamos listos para construirlo”, comenta Cahen a Ical. El diseño artístico del sol, según explica, contempla una composición con 1.200 manos que llevarán los nombres de cada uno de sus ‘padrinos’, que ya han realizado más de 400 aportaciones. En total, el proyecto tiene un presupuesto de 120.000 euros y esperan inaugurarlo este verano. “Lo vemos como una herramienta didáctica y artística para favorecer el astroturismo en la zona, que está muy de moda y puede generar beneficios en la ciudad, además de servir para luchar contra la despoblación”, valora el presidente.

Este “medio belga, medio francés”, criado en Bruselas y con esposa mirobrigense, trabajó en proyectos de cooperación al desarrollo en República Dominicana, donde se interesó por la Astronomía debido a su casual cercanía con el Museo Nacional de Historia Natural de Santo Domingo. “Me encantó. En 2017 me compré mi primer telescopio y antes de llegar a España ya había contactado con Osae”. Ahora, incluido el proyecto del sistema solar, ha generado un movimiento imparable en Miróbriga, que reserva en la ermita de Nuestra Señora de la Peña de Francia, en el Alto de Valhondo, su pequeño y privilegiado espacio para realizar observaciones junto al resto de la asociación. “Queremos hacer de Ciudad Rodrigo la ciudad de las estrellas”, augura Nicolas. Estos astrónomos apuntan alto. Y es lógica poética.