Todo el mundo ha soñado alguna vez en ser propietario de un castillo medieval. Pues ahora está mucho más cerca de lo que uno piensa. Y no una fortaleza cualquiera, sino una que cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural desde el año 1949. Y es que a quién no le gusta tener una propiedad inmensa repleta de tesoros y leyendas, y contar con un inmueble que fue importante en la defensa de ese territorio, ya que una fortaleza es capaz de contener la guarnición conveniente y desde el cual puede ser defendida una plaza, una puerta, un río o lugar importante.

Las fortalezas tienen un origen muy antiguo y recuerdos bien notables en la historia. El Capitolio que coronaba Roma no era más que una fortaleza: y aquella fortaleza era el emblema de la fuerza que dominaba al mundo entero. Los campamentos de los emperadores romanos eran, según se dice, verdaderas fortalezas. Cartago, según Apiano, y Marsella y Bourges, según Julio César, eran unas admirables fortalezas. Los romanos y los bárbaros, cada cual a su vez, fueron aumentando estos medios de defensa consistiendo en fortalezas los circos y los teatros. Alejandría defendida por César; Side, en el Asia Menor; Orange y Nimes nos ofrecen excelentes testimonios de esta verdad.

En España su origen se remonta a los castros romanos y su construcción evoluciona durante más de 1000 años a lo largo de toda la Edad Media y principio del Renacimiento, desde las primeras torres de vigilancia hasta los grandes castillos señoriales del siglo XV y principios del XVI.

Los ocho siglos que duró la Reconquista (711-1492) llevada a cabo por los reinos cristianos del norte para recuperar las tierras sometidas por los musulmanes mantuvieron la península ibérica en frecuente estado de guerra. Si se añaden a ello las tensiones internas entre la nobleza y la monarquía, frecuentes durante la Baja Edad Media y el Renacimiento, que derivan a veces en auténtica guerra civil, se comprende fácilmente el papel que jugaron los castillos y el por qué de su abundancia en España.

Castillo de los Condes de Luna

Pues uno de estos tesoros está a la venta. Es el ubicado en la localidad leonesa de Quintana del Marco, a 60 kilómetros de León, a 12 kilómetros de La Bañeza y a 35 de Astorga. El portal especializado en ventas de inmuebles de lujo Lançois-Doval anuncia esta propiedad como “una oportunidad muy atractiva desde el punto de vista inversor por distintas razones”. Por un lado, su explotación como albergue o negocio hostelero es un recurso que rara vez suele fallar por lo pintoresco del entorno. El presente castillo en venta reúne todos los requisitos para esta finalidad, aunque también podría acondicionarse como vivienda.

La fortaleza se construyó en el siglo XV, y fue una construcción clave al está situada en unas tierras que iban a convertirse en un foco de inestabilidad casi permanente durante la primera mitad del siglo XVI a consecuencia de la vinculación del Cabildo Catedralicio de León con la causa comunera.Antes de desarrollarse estos cruentos episodios, estas tierras fueron el escenario de algunas pequeñas revueltas campesinas poco trascendentes que sin embargo adelantaban un estallido mayor eventualmente. Este torreón se presentaba pues como un elemento militar necesario.

Los promotores del castillo fueron los condes de Luna, y más exactamente Diego Fernández de Quiñones (que también era señor de Quiñones). Probablemente, este noble supo ver con gran clarividencia que los pequeños estallidos sociales derivados del impacto de la peste negra a mediados del siglo XIV y que se sucedieron aprovechándose de la escasa fuerza del poder real en tiempos de Enrique III y Juan II, no se detendrían fácilmente. Otros motivos que empujaban el descontento rural fue la divergencia entre sus intereses y los de la emergente burguesía urbana, que buscaba mayores facilidades para el comercio internacional.

La propiedad presenta unas dimensiones de 900 metros cuadrados, siendo la más elevada de toda la localidad (alcanza los doce metros de altura) y estando enclavada exactamente en el centro de la misma.

Este castillo fue declarado Bien de Interés Cultural en 1949, convirtiéndose en un atractivo para los amantes del patrimonio histórico, las antiguas fortalezas y los torreones medievales. Una oportunidad única para quienes sueñan con poseer una propiedad con siglos de historia en una localidad tranquila.