Cataluña
¿Quién es Max Porter?
El nuevo fenómeno de las letras inglesas publica «Lanny», una especie de cuento sobre los pueblos, los secretos, la maternidad y lo que significa ser un niño a quien nadie entiende
Si los ojos tuviesen la capacidad de ver sólo lo que entendemos de antemano, el mundo se convertiría en un fascinante espacio no sucesivo, en el que sólo veríamos la realidad a través de fotografías fijas y el misterio rodearía hasta los más primarios comportamientos. Dos hombres estarían hablando y eso sería fácil de entender, pero entonces uno intentaría apuñalar al otro y al no entender por qué, esa imagen desaparecería de nuestra capacidad de ver. Volvería a aparecer, apuñalado, pues entenderíamos que alguien había muerto por ese motivo, pero al no ver visto cómo le apuñalaban habría que crear todo un relato espeluznante para explicar lo sucedido.
Ésto es lo que hace la gran literatura, hacer que los actos más inverosímiles del ser humano, y en realidad todos son inverosímiles, tengan sucesión y por tanto sentido. Hacen entendible lo que no lo es, porque la vida es tan incomensurable que no hay poesía que lo explique. Pero sí, hay poesía que lo explique, la literatura es la poesía que explica el mundo inexplicable, y por eso tiene tanto valor. Por eso, que desaparezca de las escuelas es obligar a los niños a volver a mirar a través de la sucesión de fotografías fijas.
Si alguien es consciente de este componente mágico y ritual de la literatura es el escritor Max Porter, otro de esos millenials tocados con una barita, aunque con 38 años, mujer y tres hijos a su espalda, si le llamas joven te da un puñetazo o te da un abrazo, según el humor del día. En cualquier caso, más allá de cuestiones generacionales, es uno de los más interesantes escritores ingleses de la actualidad.
Literatura Random House en castellano y Rata en catalán acaban de publicar su última novela, «Lanny» una de esas obras que son viejas y modernas a un tiempo, que nacen de una tradición oral más vieja que los monstruos antediluvianos, pero cuya forma es tan contemporánea que es fácil ver allí un espejo acusador. Y todo para contarnos la historia de Lanny, un niño peculiar, como lo son todos, que desaparece y cómo las voces de un pequeño pueblo a las afueras de Londres irán completando los misterios de esta historia.
Con el mismo espíritu que obras como «Canto jo i la muntanya balla» , de Irene Solà, por la manera en que la narrativa funciona como una enorme oreja que oye todo lo que esconde la tierra, aquí la oreja es la de Papa Berromuerto, un ser ancestral y mágico, del tamaño de una uña, que se divierte escuchando las conversaciones de las gentes de este pequeño pueblo. Y son muchas voces, aunque la de Lenny es su favorita por su desbordante capacidad de juego e imaginación. «¿Qué crees que es más paciente, una idea o una esperanza?», se pregunta Porter en la novela y la respuesta es tan poética como reveladora.
Porter era el editor de Granta en Inglaterra y nunca imaginó que sería escritor hasta que ideó la estructura de «El duelo es esa cosa con alas» (Rata), una primera novela en que reflexionaba sobre la pérdida a partir de sus propias experiencias con la muerte de su padre. El libro se convirtió en un auténtico fenómeno que le obligó, prácticamente, a escribir una segunda. «La verdad es que la primera novela fue casi accidental. En esta fue maravilloso sentarse frente a la página en blanco y buscar la historia», comenta el autor.
Tradición oral
La novela juega con ese equilibrio entre poema y prosa. En realidad, nació de un viejo poema de Porter que hablaba sobre la relación entre un anciano y un niño, algo que ha quedado engullido en cuatro voces principales, la de la madre y el padre de Lanny, Pete, un viejo artista amigo del niño, y el bueno de Berromuerto. «Somos unas lamentables criaturas narrativas... obsesionadas sobre la agonía de no saber. Sísifo, Atlas, Eco, todas esas pobres almas nos conocen. El la historia más antigua de todas el dolor interminable», escribe en «Lanny»
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