Coronavirus

Los hospitales de zonas turísticas de Girona topan con las segundas residencias

El caso que destapó la alarma fue el de la Cerdanya: un 20% de los ingresados procedían de otras comarcas

Las calles de Girona desiertas durante la Semana Santa
Calle Pont de Pedra de Girona, desierta durante el Miércoles Santo de Semana Santa por las normas de confinamiento del estado de alarma.COVID-19;CORONAVIRUS;PANDEMIA;CRISIS SANITARIA;VACÍOGlòria Sánchez / Europa Press08/04/2020Glòria SánchezEuropa Press

Los hospitales comarcales de Girona, los que mayoritariamente asisten a la población de zonas turísticas de la provincia, lidian estos días con los porcentajes que deben asumir de propietarios de segundas residencias que han esquivado el confinamiento, aunque la incidencia es variable, informa Efe.

Antes de los días estrictamente festivos de la Semana Santa, los centros más perjudicados por esta situación, que ha conllevado varias intervenciones para denunciarla del presidente de la Generalitat, Quim Torra, eran los del Pirineo.

El caso más destacado es el del Hospital de la Cerdanya, con sede en Puigcerdà, cuyo director, Francesc Bonet, ha publicado incluso un vídeo a través de las redes sociales en el que explicaba que un 20 por ciento de los atendidos en este espacio procedían de otras comarcas.

Como sucede en el resto de lugares, en los que se han sucedido advertencias de alcaldes y entidades supramunicipales, Bonet recordaba que los centros están previstos para la población estable a estas alturas de año y que la llegada confirmada de propietarios de segundas residencias ponían en riesgo su capacidad de servicio en plena pandemia.

También se han molestado en hacer cuentas en Campdevànol, cuyo hospital es referencia de la comarca del Ripollès, y les muestran que los enfermos llegados de fueran suponen el 13 por ciento del total, según confirma a EFE una portavoz de este espacio sanitario.

El Pirineo, pendiente de los desplazamientos de los días festivos, ha sido así foco principal de insolidaridad durante la semana en comparación con la Costa Brava.

Cerca de la zona pirenaica, en la comarca de La Garrotxa, los ocupantes de segundas residencias ingresados en el Hospital de Olot suman el 5 por ciento, también según su portavoz.

Las áreas de montaña parecen por lo tanto las más afectadas en Cataluña por quienes se han saltado el confinamiento para dirigirse a su residencias vacacionales, ya que la situación apenas ha tenido incidencia en los centros de referencia del litoral.

El índice más destacado allí lo marca el Hospital de Palamós, con un 3,5 por ciento de pacientes ingresados que residen fuera de su área de cobertura, una situación muy diferente a la de la Cerdanya y Ripollès e, incluso, por debajo de Garrotxa.

Desde sus instalaciones, su portavoz destaca esta baja incidencia de pacientes de segunda residencia con COVID-19, aunque todavía es inferior en Figueres y en Blanes, donde la afectación es prácticamente inapreciable.

En la capital ampurdanesa, la situación es de normalidad absoluta, según informan desde su Hospital, por lo que se refiere a atención a pacientes llegados de otras comarcas.

En Blanes, los responsables de su centro hospitalario carecen de datos sobre la incidencia de las segundas residencias, aunque todo apunta a que es prácticamente nula.Su ubicación, limítrofe con la provincia de Barcelona, hace además que, contrariamente al resto, dependan en buena parte de la sanidad de allí.

La saturación de los centros y su falta de recursos en ocasiones para atender a enfermos graves ha hecho que el problema llegue a Girona, ya que a su hospital de referencia, el Trueta, se desvían algunos de esos casos. Por ahora, la capital gerundense ha evitado la activación del pabellón de Fontajau como espacio sanitario y, para mantener la situación, sus autoridades han hecho propio el mensaje de que se eviten los desplazamientos a segundas residencias, ya que se perjudica a toda la provincia.

Mientras, desde la Cerdanya, tanto el Consell Comarcal como los ayuntamientos recuerdan que “no son vacaciones” y que saltarse el confinamiento es un “delito”, al tiempo que en todo el territorio se suceden los controles policiales de carreteras y vías secundarias.