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Inglaterra, 1706: El mayor desplome económico de la historia antes de la crisis del coronavirus

La guerra con los franceses y una nueva oleada de frío hicieron caer hasta un 15 por ciento los recursos nacionales, cifra superior al 14 % que se espera ahora con la actual crisis

Oliva Colman interpretó a la reina Ana de Inglaterra en la película "La favorita"
Oliva Colman interpretó a la reina Ana de Inglaterra en la película "La favorita"La RazónArchivo

Quien haya visto “La favorita”, la película de Yorgos Lanthimos que valió el Oscar a la mejor actriz a Olivia Colman en 2018, estará familiarizado con la reina Ana de Inglaterra y sus dificultades económicas para sufragar los gastos en su guerra con los franceses. Su reinado se había aliado con los austríacos y los holandeses para impedir que Felipe V, rey borbón, se hiciera con la corona española, otorgando demasiado poder a la casa borbónica.

Se iniciaba así la guerra de secesión española, que en 1706 viviría su capítulo más brillante para los ingleses con la célebre batalla de Ramillies. El 24 de mayo las tropas británicas lideradas por John Churchill, conde de Marlborough (el marido de Sarah Jennings, personaje interpretado por Rachel Weisz en “La favorita”) arrasaban con las francesas del duque de Villeroy y se hacían con Flandes. La brillantez militar de aquella hazaña ha quedado para los anales de la historia.

La alegría por la victoria, sin embargo, duró poco. El precio que supuso la campaña del ejercito inglés en Francia era tan elevado que empezó a dejar vacía la tesorería inglesa. Estamos en 1706, la revolución industrial está todavía unas décadas por venir, y la riqueza del país se basa, sobre todo, en el trabajo agrícola, siempre muy dependientes del tiempo. Las cosechas del año se han perdido a causa de una terrible oleada de bajas temperaturas, lo que hace que todo lo que se invierte en la guerra, no se recupere por ningún lado. Este desfase lleva a la economía del país a caer estrepitosamente hasta un 15 por ciento. Ni en las crisis del 29 ni en la de 2008/09 se registró un parón de la productividad y la riqueza de este calibre.

Aquel año ni campesinos ni jornaleros encontraron puestos de trabajo, ni los explotadores de los terrenos réditos a sus tierras. La pobreza creció, así como las desigualdades sociales, que hicieron que la aristocracia se bunkarizase todavía más en sus riquezas adquiridas y olvidase a los campesinos que se la habían procurado. Y frente a ellos había una reina dubitativa, mermada por la gota, que creía mal aconsejada que el orgullo de la victoria contra los franceses era algo que valía la pena incluso con el riesgo de arruinar a todo un país.

El problema venía de lejos. Desde 1570 todo el continente europeo vivía lo que se acabó por llamar Pequeña Edad de Hielo, como documenta perfectamente el libro del historiador alemán Philipp Blom, “El motín de la naturaleza” (Anagrama). Las temperaturas descendieron unos dos grados, lo que provocó una crisis climática sin precedentes que impulsó la obligación de crear un nuevo cambio de paradigma para poder sobrevivir. El clima fue el responsable, según Blom, de que se impulsase una nueva economía, más centrada en el comercio y se buscasen nuevas ideas asociadas que liberasen a la sociedad de los corsés del antiguo régimen dando paso a la era moderna y finalmente a la ilustración y por último a la revolución industrial.

Esta pequeña Edad de Hielo tendría su último capítulo tres años después de la gran crisis del 1706. En 1709 toda Europa sufría el llamado Great Frost, el gran invierno, con las temperaturas más bajas registradas en los últimos 500 años. En Londres se registró un menos 12 grados bajo cero el 5 de enero de 1709. Esto provocó una fuerte hambruna que en países como Francia provocaron la muerte de hasta 600.000 personas. Inglaterra volvió a vivir una caída sin precedentes de la economía, con una bajada, en esta ocasión, de hasta un 13 por ciento, haciendo que la Gran Bretaña de 1705 y la de 1710 fueran irreconocibles.

La semana pasada, el Banco de Inglaterra anunció que la crisis económica que sucederá al coronavirus puede ser todavía más brutal que la de 1706. Las primeras estimaciones prevén una caída del 14 por ciento, pero podría ser mayor. Se da la circunstancia que el Banco de Inglaterra se inauguró sólo unos diez años antes de la crisis, en 1694, así que volverá a ver con vértigo la caída de su economía.