Cultura

El precio que pagó Marilyn por cantar “Cumpleaños feliz” a Kennedy

El 19 de mayo fue el aniversario de la última intervención pública de la mítica actriz

Marilyn Monroe en la fiesta posterior a la celebración del cumpleaños de Kennedy
Marilyn Monroe en la fiesta posterior a la celebración del cumpleaños de KennedyJohn F. Kennedy Presidential Library and Museum

El 11 de abril de 1962, desde uno de los despachos del ala oeste de la Casa Blanca, Kenneth O’Donnell, asistente especial del presidente John F. Kennedy, redactaba la siguiente carta con papel oficial: “Querida señorita Monroe: Muchas, muchas gracias por su aceptación de la invitación para presentarse en la fiesta de cumpleaños del presidente en el Madison Square Garden el 19 de mayo. Su aparición garantizará un tremendo éxito a este asunto y un tributo al presidente Kennedy. Con el mejor deseos. Sinceramente, Kenneth O’Donnell”. De esta manera se ponía en marcha una de las fiestas de cumpleaños más famosa de todos los tiempos que, sin saberlo, fue el último acto público de Marilyn Monroe, la destinataria de esa misiva.

Si bien JFK cumplía años el 29 de mayo, la agenda política hizo que el presidente adelantara esa celebración en 1962 al 19 de mayo. Pero si las cosas eran difíciles para el ocupante de la Casa Blanca, no lo eran menos para la principal invitada al evento que debía celebrarse en el Madison Square Garden de Nueva York y donde también estaba previsto que actuaran Maria Callas, Henry fonda, Ella Fitzgerald, Bobby Darin, Jimmy Durante, Jack Benny o Peter Lawford. Una superproducción destinada en realidad a recaudar fondos para el Partido Demócrata y que a Marilyn le causó bastantes problemas.

En aquellos días, la actriz trataba de rehacer una carrera y su imagen. Estaba sola tras un accidentado matrimonio con el escritor Arthur Miller y quería poner en marcha sus propios proyectos, especialmente un biopic sobre Jean Harlow, la primera rubia platino de la gran pantalla y con la que se sentía profundamente identificada. Pero su contrato con la Fox, el estudio en el que estaba contratada, la obligaba todavía a hacer una película para ellos. Entre todos los proyectos que le propusieron el escogido fue una comedia tonta y de poco presupuesto titulada “Somenthing’s got to give” donde sería dirigida por George Cukor y compartiría pantalla con Dean Martin, Cyd Charisse y Wally Cox. Para la Fox era dinero fácil en la taquilla gracias a la aparición de una estrella a la que nunca habían tratado con mucho respeto. Para Marilyn era la posibilidad de huir definitivamente de “esa empresa”, como la llamaba ella despectivamente. Según sus contratos, Cukor y Martin cobrarían 300.000 dólares respectivamente por su participación. Marilyn solamente 100.000.

Las cosas fueron regular: Marilyn seguía teniendo el miedo de siempre a ponerse delante de las cámaras, pero una vez lo superaba no había quien la superara. Sin embargo, al mismo tiempo, empezaron los problemas con un guión que estaba mal escrito y que conocía cada semana nuevas variaciones. A ello había que sumar varios problemas de salud por parte de la actriz que la obligaron a suspender en más de una ocasión su presencia en el plató. Todo eso hacía que Cukor se las tuviera que ingeniar para poder aprovechar el tiempo y tener ocupados al reparto de la película.

En mitad de ese caos, Marilyn recibió la carta de O’Donnell. Como todo el mundo sabe dijo que sí y se marchó a Nueva York, a cantarle cumpleaños feliz al presidente de Estados Unidos. Sí, había habido algo entre ellos. Kennedy estaba fascinado con ella y a ella le atraía él, pero la cosa no pasó de una noche. Según le confesó la intérprete a su masajista Ralph Roberts la experiencia era mejor olvidarla. Por su parte su amiga Susan Strasberg diría que “Marilyn no hubiera deseado una relación continuada con JFK ni en su peor pesadilla. Le había parecido bien pasar una noche con un presidente carismático y le atraían el secreto y la excitación que se desprendían de ello, pero no era en absoluto el hombre para ella, y a todos nos lo dejó muy claro”.

Marilyn fue acompañada de su exsuegro Isidore Miller y pagó los mil dólares que costaba la entrada. Algo ebria y con su habitual retraso, apareció en el escenario presentada por Peter Lawford. Allí cantó el “Cumpleaños feliz” mezclado con la canción “Thanks for the Memory”. Tras las actuaciones de todos, Kennedy se dirigió a los artistas y le dedicó a cada uno unas palabras. A Marilyn le dijo que “después de escuchar ese Cumpleaños feliz cantado de una manera tan dulce y pura, puedo retirarme de la política”.

Hubo un pequeño fin de fiesta fuera del Madison Square Garden, una recepción en la residencia de Arthur B. Krim que contó con alguna pequeña actuación musical. En la JFK Library se conservan varias fotografías de la celebración. Marilyn no se separó de su exsuegro y salió de allí con él. Por su parte, Kennedy y su séquito marcharon en dirección a Washington. La actriz no volvió a ver nunca más al político.

A Marilyn le esperaba una tormenta en Hollywood. Si bien todavía rodó alguna escena más, entre ellas el célebre baño desnuda en una piscina, pronto empezaron las ausencias y los problemas, los mismos de los primeros días de filmación, aunque ahora multiplicados. Fue despedida. En realidad, la Fox buscaba una excusa para acabar con una película cuyo presupuesto se había disparado.

El estudio se enfrentaba a la ruina al ver como todo su presupuesto se perdía en ese momento con la superproducción “Cleopatra” con Elizabeth Taylor como protagonista. La Fox demandó a Marilyn y quiso sustituirla por Lee Remick, pero Dean Martin se negó a seguir en “Something’s got to give” si no volvía su amiga. Así que también demandaron a Dean Martin.

El rodaje se canceló. Pocas semanas después trataron de salvar la película. El 1 de agosto se volvió a contratar a Marilyn que ahora cobraría 250.000 dólares. Pero llegaron tarde: cuatro días más tarde ella aparecía muerta en su casa.