Medio ambiente

Medio Ambiente

Barcelona vuelve a superar los niveles de contaminación recomendados por la Unión Europea antes de llegar a la fase 1

El incremento del tráfico rodado y un anticiclón devuelven a la ciudad los niveles de contaminación anteriores al estado de alarma, que cada año mata prematuramente a 424 personas

Outbreak of the coronavirus disease (COVID-19), in Barcelona
Un anticiclón sobre la ciudad de Barcelona evita que los gases contaminantes se dispersen, 2020. REUTERS/Nacho DoceNACHO DOCEReuters

Quien de verdad se había beneficiado del confinamiento era el medio ambiente. El parón de la actividad industrial y la reducción del tráfico se tradujo en menos contaminación, más vida animal y aguas más limpias. Cerca de la costa catalana, se han visto más delfines e incluso, alguna que otra especie de tiburón. Y los peces han reconquistado los canales de Venecia. Ciudades como Barcelona y Madrid han reducido los niveles de contaminación a cifras que no se veían hace tiempo. En Barcelona, durante los primeros dos meses de confinamiento se alcanzaron mínimos históricos de contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2): los datos de marzo y abril de este año han sido, según datos de la plataforma Contaminació Barcelona, los más bajos desde que se recogen muestras -19 y 27 microgramos por metro cúbico, respectivamente-. En marzo, los niveles de CO2 de la ciudad se llegaron a reducir hasta un 75% respecto a su nivel habitual, mientras que los niveles de dióxido de nitrógeno descendieron entre un 70 y un 80% con respecto al período anterior a la pandemia.

Los expertos insisten en que el parón forzado por el coronavirus debe servir para afrontar mejor el desafío del calentamiento global, pero antes de pasar a la fase 1, Barcelona ha vuelto a alcanzar hoy un pico de contaminación por dióxido de nitrógeno. Ha sumado cifras que no se veían desde la declaración del estado de alarma, el pasado 14 de marzo, y ha superado, una vez más, los niveles máximos que establece la Unión Europea de 40 microgramos de NO2 por metro cúbico de aire en las estaciones de medición.

Hoy, a las nueve de la mañana, el recuento era el siguiente: la estación de Ciutadella marcaba 56 microgramos por metros cúbico; la estación del Eixample, 81; la estación de Gràcia, 98; la de Palau Reial, 62; la de Poblenou, 59; la de Sants, 67, y la de Vall d’Hebron, 57. Son datos de la Red de Vigilancia y Previsión de la Calidad del Aire de la Generalitat de Cataluña. Las ocho estaciones superaban las recomendaciones de la UE.

A media mañana, los datos se han disparado en tres estaciones. A las 11.00 horas, la estación de de Gràcia marcaba 122 microgramos de NO2 por metro cúbico, la del Eixample,120, y la de Ciudadella, 114.

Desde el pasado lunes, la plataforma formada por vecinos de Barcelona, #RecuperemosLaCiudad, viene alertando que esta semana en 40 ocasiones se han superado los niveles de contaminación por NO2 recomendados por la Unión Europea. Se ha de tener en cuenta que se hace una medición por hora en las ocho estaciones medioambientales que tiene la ciudad.

El coordinador de Contaminació Barcelona, Miquel Ortega, ha lamentado que el aumento de la circulación de vehículos privados está empujando a la ciudad a niveles de polución similares a los que había antes del confinamiento. “Aunque aún estamos por debajo de los niveles que había antes del estado de alarma, el tráfico ya ha crecido en un 30% desde su punto más bajo en los últimos meses”, ha explicado.

Además del aumento del tráfico rodado, la llegada de un anticiclón el pasado lunes hace que los gases contaminantes no se dispersen. Pero las condiciones atmosféricas no pueden ser la excusa para volver a inclumplir la directiva europea de calidad del aire de las ciudades. Hace diez años, que nueve de cada diez barceloneses respiran un aire contaminado, con niveles de No2 por encima de la media de lo que recomiendan los estándares europeos. El coronavirus no puede ser una excusa para abandonar el transporte público, porque un escenario con más coches circulando sólo conduce a un incremento desmesurado de la contaminación atmosférica, que en Barcelona mata a cada año a 424 personas prematuramente.