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El PSC se desmarca del PSOE y reivindica un "cupo" singular para Cataluña
Los socialistas catalanes insisten en una financiación singular mientras Montero defiende un modelo aplicable a todas las comunidades

El debate sobre la financiación autonómica tensa las costuras entre el PSOE y el PSC. Mientras el Gobierno central, a través de la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, insiste en que el nuevo modelo tendrá en cuenta las «singularidades» territoriales pero será de aplicación general para todas las comunidades, los socialistas catalanes se aferran al pacto de investidura de Salvador Illa, que preveía una financiación «singular» exclusiva para Cataluña. Un acuerdo que, a juicio de ERC, se asemeja a un concierto económico, y que fue determinante para investir a Illa como presidente del Govern.
En una entrevista reciente en El Correo de Andalucía, Montero quiso dejar claro que el nuevo modelo no sacará a Cataluña del régimen común: «Habrá de incorporar un reconocimiento a las singularidades y a la diversidad territorial del país, pero para todos, no solo para Cataluña». Con estas declaraciones, la ministra buscaba enfriar las expectativas de una financiación fuera del marco común, como plantean tanto ERC como el PSC, al menos en su discurso en Cataluña.
Días antes, la consellera d’Economia del nuevo Govern, Alícia Romero, ya había hablado de un modelo «generalizable», una expresión que parecía desmarcarse del «concierto» que vendió ERC a sus bases para justificar el apoyo a Illa. En su interpretación, Cataluña podría recaudar y gestionar impuestos como el IRPF, pero el resto de comunidades también podrían aspirar a lo mismo. No habría, por tanto, una ruptura con el sistema común, sino una flexibilización para todos. ERC, en una lectura interesada pero políticamente eficaz, siempre presentó el pacto a su militancia como un «cupo». El PSC, por su parte, siempre ha evitado posicionarse sobre los detalles concretos del acuerdo, y ha hablado de «financiación singular» para Cataluña. No ha desmentido a ERC ni ha aclarado los límites del acuerdo, lo que permitió que cada actor presentara el pacto como más le convenía.
¿Un cupo catalán?
Sin embargo, ayer el PSC se desmarcó de la palabras de Montero. La viceprimera secretaria, Lluïsa Moret, fue tajante: «Nosotros defendemos nuestra singularidad. Estamos defendiendo, y así será, un modelo singular para Cataluña». Aunque evitó hablar de concierto económico o de ruptura del régimen común, la formulación es difícil de distinguir de un «cupo catalán» en términos prácticos: mayor capacidad fiscal, gestión de todos los tributos y aportación solidaria limitada al coste de los servicios estatales en el territorio.
El modelo esbozado por el Govern anterior de Pere Aragonès se basaba precisamente en estos elementos. Exigía la reforma de tres leyes clave: la LOFCA, la Ley 22/2009 del sistema de financiación común y la Ley 16/2010 de cesión de tributos a Cataluña. Una reforma de este calado requiere mayorías parlamentarias amplias y una estabilidad que ahora mismo el Ejecutivo de Sánchez no tiene garantizada.
ERC, consciente del desgaste que le supone el apoyo al socialismo, se esfuerza en defender que el acuerdo sigue vivo. El portavoz de comunicación del partido, Isaac Albert, insistió esta semana en que «un modelo extrapolable no quiere decir que no sea singular» para Cataluña y aseguró que se está avanzando en aspectos técnicos que se parecen bastante a un concierto económico. De cara a la bilateral del 14 de julio, todas las miradas estarán puestas en si el Gobierno acepta avances sustantivos o si, por el contrario, se limita a reiterar su compromiso con una reforma de alcance general.
Junts, por su parte, ha aprovechado las aparentes contradicciones entre ERC y el Gobierno para atacar la estrategia republicana. Su portavoz, Josep Rius, fue claro: “Un sistema de financiación es singular si solo es aplicable a Cataluña. Si es aplicable a todas las comunidades, ya no es singular, sino una nueva versión del café para todos”. Rius también cuestionó la idoneidad de Montero como negociadora, por ser candidata del PSOE en Andalucía, lo que —sugiere— la empuja a modular el discurso según el público.
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