Salud

Cataluña detecta un brote en una residencia de Lleida

Las pruebas PCR confirman 18 personas infectadas, 13 usuarios y cinco trabajadores

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Imagen de archivo de una prueba PCRlarazonFERNANDO ZHIMINAICELA/UCC-UCM

Cataluña ha detectado un brote de COVID-19 en Lleida, concretamente, en la residencia de ancianos Castrillón. El departamento de Salud de la Generalitat ha confirmado esta mañana que el brote afecta, por ahora, a 18 personas, de las cuales 13 son residentes y cinco trabajadores. La enfermedad se ha complicado para cuatro residentes que han requerido ingreso.

Según ha avanzado el diario “Segre”, el brote se detectó hace unos días, el 17 de junio, cuando varias personas de la residencia presentaron sintomatología compatible con el nuevo coronavirus. El departamento de Salud puso en marcha su plan de detección. Hizo 43 pruebas PCR entre trabajadores y usuarios del centro, que se había librado de la COVID-19 durante los peores días de la pandemia.

La residencia tenía la calificación de la Generalitat de centro “verde”, esto quiere decir que durante la pandemia no había tenido casos confirmados ni sospechosos, ni dentro de sus instalaciones ni entre contactos estrechos de los usuarios.

El departamento de Salud descarta, por ahora, que este brote tenga vínculo alguno con el de los temporeros de Huesca, que ha obligado a tres comarcas aragonesas a retrodecer a la fase 2. De hecho, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias del Ministerio de Sanidad, ayer expresó su preocupación por que el brote de Huesca saltara a Lleida. Esta provincia ha tenido una de las desescaladas más lentas de España. Casi cien días después de confinarse, el jueves pasado daba el salto a la fase 3, que duró sólo un día, porque con la desaparición del estado de alarma, el sábado ya estrenaba la nueva normalidad.

Las condiciones precarias de los temporeros y trabajadores de los mataderos, aliadas del virus

Lleida comparte con su vecina Huesca una economía basada en la agricultura y en la ganadería. De hecho, un brote en mataderos, entre temporeros de la fruta, residencias y una fiesta de cumpleaños ilegal, en la que se infectaron 20 personas, le impidió saltar a la fase 2 durante la desescalada. Los trabajos y las condiciones de vida precarias de los empleados de los mataderos y los temporeros son un riesgo para la transmisión de la COVID-19. Muchos de los trabajadores son migrantes que comparten vivienda y en algunos casos viven hacinados. Basta con que haya una persona portadora para reiniciar una cadena, como se ha visto en Alemania. El escenario en el que se han producido estos contagios coincide con otros brotes en otros puntos del mundo. Canadá, Estados Unidos o Singapur han tenido que lidiar con repuntes similares entre colectivos inmigrantes con trabajos precarios y viviendas precarias.

Desde la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (FECIC) se está trabajando para concienciar a los empleados es en que cuando salgan del matadero mantengan las medidas de higiene y distancia para no contagiarse.