Salud
¿Estamos a tiempo de evitar el confinamiento domiciliario?
Los expertos difieren sobre si las restricciones llegaron tarde, pero coinciden en volver a un cierre total si la situación hospitalaria empeora, con una excepción, esta vez, las escuelas pueden seguir abiertas
Cataluña aparca, por ahora, el confinamiento domiciliario. Dos semanas después de cerrar bares y restaurantes, y diez días después de decretar el toque de queda, las primeras restricciones empiezan a hacer efecto. Pero el camino para dar por controlado al virus es largo. Se empieza por bajar la velocidad de transmisión: el objetivo es que la Rt baje de 1 –ahora está a 1,02– y se mantenga en el tiempo para que la atención primaria vuelva a manejar la situación, esto es que cada infectado no contagie a más de una persona. Tras controlar la velocidad de transmisión, el siguiente paso es reducir el número de nuevos positivos. Las restricciones de Cataluña quieren rebajar esta cifra a mil contagios diarios –ayer se sumaron más de 6.000–. Sólo reduciendo la Rt y los contagios, empezarán a bajar las hospitalizaciones y días después las defunciones –ayer se sumaron 174 fallecidos–.
El Govern dice que cuando los ingresos en las unidades de cuidados intensivos bajen a 300, será el momento de replantear levantar restricciones. ¿Qué opinan los expertos? ¿Son eficientes las medidas que se han tomado o hubiera sido mejor un confinamiento drástico de 15 días como el que pide Asturias, funciona en Francia y acaba de decreta Italia?
Doctor Benito Almirante
Jefe de enfermedades infecciosas de Vall d’Hebron
«La situación recomendable sería tener una velocidad de transmisión del 0,8, porque nos aseguramos de que la epidemia no crece», explica el doctor Benito Almirante, jefe de enfermedades infecciosas de Vall d’Hebron. Sobre si el confinamiento perimetral de fin de semana es útil, apunta que por ahora se está logrando reducir la velocidad de transmisión. «Asumimos que es gracias a las medidas que se tomaron hace 15 días y que disminuyen la interacción entre las personas, aunque es posible que un incremento de la percepción del riesgo por parte de la población también haya contribuido a esta mejora de la situación», comenta.
Almirante puntualiza que «es imposible asignar un beneficio a cualquier medida antes de los diez días desde su puesta en marcha, de manera que por ahora no podemos valorar aún si el cierre perimetral de Cataluña y de los municipios durante el fin de semana es efectivo o no para controlar la transmisión del virus».
Almirante considera que estas medidas tienen su parte buena y su parte no tan buena. «Es cierto que con un cierre se evita la importación y exportación del virus de unos territorios a otros, pero también provoca que el riesgo se concentre en espacios muy determinados porque como la población no puede salir de su municipio durante el fin de semana, la mayoría acude a los mismos espacios al aire libre, como sucede en Barcelona con la playa o la carretera de les Aigües, por ejemplo». «Si un cierre perimetral no se acompaña de un confinamiento domiciliario, puede aumentar el riesgo de contagio en espacios concretos», admite. En paralelo, califica de «casi nulo» el riesgo de contagio entre personas que se cruzan caminando al aire libre, incluso sin mascarilla.
Así las cosas, Almirante considera que hubiera sido más oportuno esperar unos días más para poner en marcha los cierres perimetrales, entre otras cosas para poder evaluar con rigor los resultados de cada una de las medidas introducidas en las últimas dos semanas. Lo que sí tiene claro es que «no es oportuno a día de hoy un confinamiento domiciliario». «Tiene que ser la última medida después de haber fracasado todas las otras, tal y como indica también la Organización Mundial de la Salud (OMS)», destaca el doctor. «Si se aplicara no podría ser por un par de semanas, porque lo único que se ha demostrado es que éste es eficiente si se mantiene durante al menos 8 o 10 semanas». «Con dos semanas no se puede reducir la transmisión, como máximo solo se consigue aplanar la curva», constata.
Almirante solo entendería un confinamiento domiciliario «si, de aquí a un par de semanas, las otras medidas no se hubieran demostrado eficientes. Y puntualiza que es partidario de mantener la actividad productiva y educativa, especialmente en la Primaria y Secundaria, porque se ha visto que los contagios no se producen ni en el ámbito laboral ni en el escolar. «La alerta máxima vendrá por la ocupación hospitalaria, sobre todo de las camas de críticos, y éste será el criterio para aplicar más medidas».
Para el jefe de Infecciosas de Vall d’Hebron, «no hay motivos para pensar que las medidas vigentes no funcionarán». «Con toda probabilidad, éstas se mantendrán durante unas cuatro o seis semanas, hasta la primera semana de diciembre aproximadamente, y todo parece indicar que irán bien».
Antoni Trilla
Jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic
Con los datos de hoy, el doctor Antoni Trilla, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic, dice que si dependiera de él, «ahora no decretaría un confinamiento domiciliario». Aunque matiza que hay que ir viendo cómo evolucionan los indicadores. Es partidario de tener una carpeta preparada con todas las posibilidades para poner en marcha nuevas medidas y aprobarlas cuando tenga lugar «cuando el sistema sanitario esté comprometido». «La opción de confinamiento domiciliario está sobre la mesa y si tuviera que ponerse en marcha debería ser un confinamiento selectivo, corto y quirúrgico», defiende. Comparte con su colega del Hospital Vall d’Hebron que «no sería necesario pararlo todo o casi todo, como en marzo, sino que quizá las escuelas, por ejemplo, podrían mantener su actividad». «Yo soy de los que piensa que a veces más vale un golpe corto y duro que alargar las cosas en el tiempo», destaca Trilla.
«Existen dos variables a la hora de valorar la situación: por un lado, los datos epidemiológicos y, por el otro, los sanitarios. Parece que el número de reproducción se va estabilizando a la baja, pero no podemos considerar que se ha consolidado y el impacto de las restricciones aún no se ven en los hospitales». Considera que si en los próximos quince días las medidas se no se muestran efectivas, habrá que valorar el estrés que sufre el sistema sanitario y quizá considerar más medidas.
«Los hospitales estamos muy fastidiados, no estamos en condiciones de aguantar así mucho tiempo», advierte. Hay que esperar a ver si el sistema sanitario, en el que los resultados se ven con retraso, aguanta para valorar si la situación mejora con las nuevas medidas. Si no, habrá que empezar a tomar medidas como postponer intervenciones o decretar un confinamiento más drástico.
Robert Güerri
Jefe de Sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas y coordinador de Hospitalización Covid-19 del Hospital del Mar
Más contundente es el doctor Robert Güerri, jefe de Sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas y coordinador de Hospitalización Covid-19 del Hospital del Mar. Cree que tanto en Cataluña como en España, la reacción política para contener la segunda ola ha sido tardía. Aunque Cataluña cerró bares y envío a los universitarios a estudiar a casa con una incidencia de menos de 300 casos por cada 100.000 habitantes, defiende que «la respuesta ha de llegar antes porque estamos ante un virus al que si le das un mínimo de ventaja te pasa por encima». Güerri entiende que la ciudadanía está cansada porque son ya siete meses de pandemia, pero aún quedan seis meses difíciles y hay que interiorizar que el virus se transmite de persona a persona. «Si los ciudadanos no somos conscientes de que la COVID-19 es un problema que afecta a todos, que hemos de cambiar nuestra forma de vida y que hemos de reducir al máximo la interacción social, no iremos a ninguna parte», insiste. «Las administraciones han de tomar medidas para limitar los contactos, probablemente, las instrucciones no han sido claras y la respuesta ha sido lenta, pero la actitud de la población no ha ayudado», lamenta.
El sentimiento que tiene al salir del Hospital del Mar y ver la playa llena de gente, como este fin de semana, admite que es «ambivalente». «Entiendo que la gente está cansada, los trabajadores sanitarios, también lo estamos, pero que vaya todo mejor depende de cada uno. Por eso da rabia ver que la gente no es consciente de que lo que tocaba era autoconfinarse. Nos quedan aún seis meses de esfuerzos. Esto es una carrera de fondo y si no se entiende que no se puede hacer la vida que hacíamos antes, el futuro que nos espera es negro, porque el virus está circulando y la transmisión con las temperaturas frías y en espacios cerrados es más efectiva. “Si no cortamos las interacciones sociales, facilitaremos que el virus vuelva a circular y los hospitales empiezan a estar ya tensionados”, advierte.
Bonaventura Clotet
Jefe del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Germans Trias y director de IrsiCaixa
Para Bonaventura Clotet, jefe del servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Germans Trias y director de IrsiCaixa, el confinamiento es hoy en día uno de los métodos más eficaces para poder frenar la propagación del virus. A este respecto, en declaraciones a este diario, Clotet apunta que «si todos estuviéramos confinados, si nos quedáramos en casa y saliéramos muy poco podríamos parar la difusión del virus. La mayoría de infecciones vienen por todas estas cenas, reuniones con amigos en las que no se respeta nada y donde hay alguien que es altamente contagioso y acaba contagiando a todos».
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