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Franco contra Pau Casals

Enciclopèdia Catalana publica una completa biografía del músico con documentación inédita

Una imagen de Pau Casals
Una imagen de Pau CasalsOrquestra Pau Casals

Pese a lo muy admirado y venerado que sigue siendo en la actualidad, no existe una biografía completa propiamente dicha de Pau Casals. Enciclopèdia Catalana viene a suplir ese vacío con un libro, «Pau Casals. Música i Compromís», un riguroso trabajo de Josep Maria Figueres que se nutre de los fondos conservados por la fundación que lleva el nombre del músico, pero también de otros archivos. De esta manera, Figueres ha podido dibujar un retrato completo, con numerosos detalles que demuestran el compromiso político y social del gran violonchelista. Buena prueba de ello es un documento importantísimo, desconocido hasta la fecha, y que demuestra lo incómodo que resultaba Casals para el franquismo.

Fechado el 25 de noviembre de 1941 fue redactado por el comisario jefe de la Dirección General de Seguridad de la Jefatura Superior de Policía de Madrid Brigada Político Social. El original se conserva en el Archivo Histórico Nacional y forma parte de los fondos del Ministerio del Interior guardados en este organismo. Sus cinco páginas son un buen ejemplo de la manera de actuar del régimen y explica muy bien por qué Pau Casals tuvo finalmente que exiliarse para no poder volver nunca más a su país.

El comisario jefe era consciente de que el encargo de investigar a Pau Casals era complejo, entre otras razones, por sus prolongadas ausencias a consecuencia de sus actuaciones por medio mundo. Por eso, antes de empezar a exponer los cargos contra el músico se vio obligado a redactar la siguiente introducción en la que exponía que «en cumplimiento a lo interesado en su oficio fecha 14 de Noviembre actual, tengo el honor de comunicar a V. I. que por personal a mis órdenes se han practicado gestiones a fin de comprobar actuación y conducta político social de PABLO CASALS DEFILLO, natural de Vendrell (Tarragona), habiendo resultado dicha información un poco deficiente por las circunstancias difíciles que concurren en el informado, quien ha vivido en constante viaje por naciones distintas, por cuyo motivo esta información no puede ser lo suficientemente concisa».

Hay otro problema: muchos simpatizantes con el régimen no pueden disimular el hecho de ser seguidores de Casals. Es decir, no es fácil encontrar información procedentes de aquellos que podrían echar una mano. Por esa razón apuntaba que «su prestigio artístico hace que gran número de personas completamente afectas al Glorioso Movimiento Nacional, miren con simpatía al violonchelista, a pesar de reconocer las faltas políticas en que ha incurrido, achacándolas con disculpable benevolencia, más a sus veleidades artísticas, que a una idea arraigada de sus sentimientos».

Pese a todo había que cubrir el expediente y el comisario jefe se puso con el tema tratando de complacer a su superior, Vicente Galarza, por aquel momento ministro de Gobernación. Según el informante, el músico se benefició de la Generalitat especialmente entre 1935 y 1936. Para ello se esgrime una carta de esas fechas con unos argumentos bastante lamentables y que dicen mucho de los servicios de información que tenía Franco en los años 40. Había sido escrita el 2 de diciembre de 1935 por el encargado de negocios de la Legación de España en Budapest y su receptor era el conservador ministro de Estado José Martínez de Velasco. «Leo en el diario “Ahora”, del 20 de Noviembre que me llega hoy, que el Alcalde de Madrid ha propuesto para la concesión de la Medalla de Madrid con otros dos a D. PABLO CASALS.– Yo no quisiera en modo alguno hacer la menor presión para que tal distinción no se concediera al ilustre artista, pero creo es deber mío informar a V. E. de lo que aquí he recogido y he podido deducir. Según tengo entendido y según ha llegado a mi conocimiento, el señor CASALS que viene todos los años a Budapest, donde es apreciadísimo, se ha pronunciado en repetidas ocasiones en términos de un antiespañolismo marcado. A mí solo me consta que el señor CASALS (y lo corrobora una reciente interviú) no habla más que del arte Catalán y de Cataluña, añadiendo siempre que él es catalán». Al diplomático le dolía especialmente que en el tiempo que llevaba en la legación española en la capital húngara, Pau Casals «no se ha dignado siquiera mandarme una tarjeta con un botones».

Por todo ello, al comisario jefe no le quedaba más remedio que determinar en su informe que el violonchelista catalán tenía «una inclinación política, más en consonancias con las ideas políticas regionales que con las “rojas” propiamente dichas; pues si bien es cierto que durante nuestra guerra actuó en festivales benéficos e hizo declaraciones en la prensa a favor de los rojos, hay que tener en cuenta el contubernio existente entre rojos y separatistas en aquel periodo». Además se sabía que durante los primeros días tras el golpe de Estado, en julio de 1936 en Barcelona, Casals «estuvo bastante tiempo e hizo declaraciones que publicó toda la prensa roja, llegando incluso a fotografiarse con el puño cerrado a la salida de un festival benéfico celebrado en el teatro Liceo de Barcelona». Era un enemigo para Franco.