Salud

Un cambio en el modelo de las Urgencias de Vall d’Hebron pone fin al recurrente colapso del servicio

La construcción de nuevos espacios, la remodelación de otros existentes, el trabajo coordinado, equipos multidisciplinares y circuitos más ágiles han permitido reducir las estancias y esperas

Gracias a un cambio de modelo, los pasillos del Servicio de Urgencias de Vall d'Hebron, muchas veces repletos de pacientes, están ahora desérticos
Gracias a un cambio de modelo, los pasillos del Servicio de Urgencias de Vall d'Hebron, muchas veces repletos de pacientes, están ahora desérticosVall d'Hebron

En los últimos años han ido apareciendo numerosos vídeos en las redes en los que se podía ver a decenas de pacientes de Urgencias del Hospital Vall d’Hebron aguardando en los pasillos a que quedara una cama libre. Las muestras de colapso del servicio se han ido sucediendo año tras año, pero eso parece ser ya agua pasada, porque el nuevo modelo que ha puesto en marcha el hospital parece haber dado sus frutos.

Es cierto que ha decrecido el flujo de pacientes diario y, si antes de la pandemia se registraba una media diaria de 350 entradas al servicio, con picos de hasta 410 pacientes en época de gripe, ahora la cifra ha caído hasta las 260 entradas al día, llegando a alcanzar las 310 entradas en momentos puntuales. Ese decrecimiento ha ido acompañado por un “cambio en el perfil del paciente que acude al servicio, que antes era en un 60% de los casos no grave mientras que, en la actualidad, el 55% son pacientes urgentes que necesitan estructura”, constata María Arranz, jefa del Servicio de Urgencias de Vall d’Hebron, quien al respecto comenta que “la pandemia ha hecho que mucha gente se lo piense antes de venir a urgencias, pero es cierto también que parece que existe más concienciación por parte de la población, lo que ha hecho bajar el número de personas sin complejidad que acuden al servicio” .

A eso también ha contribuido el Servicio de Emergencias (SEM) que, gracias a una mejora en la coordinación con Urgencias, ha ayudado a racionalizar el flujo de pacientes y a asegurar así que todos aquellos que llegan al servicio realmente requieran la atención que éste ofrece. Sin embargo, ese factor, la reducción del número de usuarios, por sí solo no explica la descongestión del servicio que se ha evidenciado en los últimos meses. Ha sido un cambio en el modelo asistencial, basado principalmente en una mayor y más eficaz coordinación entre los profesionales de urgencias con los del resto del hospital y entre el servicio de urgencias y los diferentes dispositivos de la zona. En este sentido, Arranz indica que el gran cambio en las urgencias no viene por una disminución del número de pacientes, o un aumento de los profesionales o del espacio, sino que todo parte de “un cambio en el circuito y las dinámicas de trabajo” que ha permitido acortar tiempos porque ahora todo es más ágil.

Y ese cambio de modelo y mejora de la coordinación y los circuitos es ya evidente en el momento en el que el paciente llega a las Urgencias, donde en la sala de espera ahora hay habilitados dos espacios diferenciados, uno para acoger a los pacientes no COVID y otro para aquellos que son sospechosos o positivos por COVID. “Hemos implantado un modelo con un triaje estructurado de calidad, mediante el cual no solo clasificamos a los pacientes, como ya hacíamos antes, sino que también los evaluamos, una herramienta que nos permite establecer ya en un primer momento el itinerario del paciente en el servicio”, comenta María José Abadías, subdirectora Asistencial de Vall d’Hebron, quien señala además que " una gestión integral nos permite ahora agilizar el drenaje de pacientes que no necesitan cama en un hospital terciario a otros dispositivos de la zona, como el CAP, el CUAP, Pere Virgili o el Hospital Sant Rafael, así como potenciar otras alternativas a la hospitalización tales como la hospitalización a domicilio”, con capacidad para 50 camas, o la unidad de corta estancia, que se puso en marcha en noviembre de 2019 y cuenta con 10 camas, aunque la intención es aumentar el número cuando la pandemia lo permita. En definitiva, “ha habido un cambio del modelo de atención al paciente sin complejidad, que ahora es derivado a otros servicios o dispositivos para lo cual es clave la coordinación”, indica Arranz,

Pero para que ello sea del todo eficaz no es solo necesario agilizar el proceso de salida del paciente con el fin de acortar la estancia, sino que se requiere de una intensa y fluida coordinación con la atención primaria para evitar que haya retorno de pacientes a las urgencias en las 72 horas siguientes a su salida del servicio y ahí juega también un papel importante el rol del trabajador social. Paralelamente, también ha sido clave potenciar la coordinación en lo que se refiere a la agilización de la derivación de los pacientes de las urgencias a planta, que se ha concretado en una comunicación directa, sin intermediarios, con los responsables de la gestión centralizada de camas del Hospital, así como en la dotación a urgencias de sus propios celadores, que ya pueden trasladar al paciente a planta en cuanto es necesario, sin estar a expensas de que el hospital pueda poner uno a su disposición.

Hemos logrado incrementar en un 26% las derivaciones a los dispositivos de la zona y disminuir en un 25% los pacientes que vuelve a reingresar a las 72 horas”, destaca María José Abadías, quien constata que “se ha logrado bajar en 400 personas los pacientes que acaban ingresando en el hospital por no tener una alternativa en otros centros”. Y si bien un cambio de modelo basado en la mejora de las dinámicas de trabajo, la agilización de circuitos y la coordinación ha sido el pilar de la descongestión de las Urgencias de Vall d’Hebron, es cierto que paralelamente se han llevado a cabo otros cambios que han contribuido a mejorar el servicio.

Un equipo médico trabajando en uno de los tres recientemente estrenados box de críticos
Un equipo médico trabajando en uno de los tres recientemente estrenados box de críticosVall d'Hebron

Cambios en las instalaciones

Por un lado, se han construido espacios nuevos y se han mejorado los existentes, entre lo que cabe destacar la zona de agudos inaugurada recientemente, en la que se ha creado una nueva sala de observación que permite liberar boxes y el pasillo de camas porque en ella pueden esperar los pacientes pendientes de traslado a otro servicio o del alta. También se ha adaptado el espacio de consultas del servicio de Urgencias, en la que se atienden a aquellos pacientes con necesidades menos urgentes y, sobre todo, se ha mejorado la zona de críticos con tres nuevos boxes con un espacio y equipamientos adecuados cuando anteriormente solo existían dos cubículos de reanimación pequeños e insuficientes, de manera que en la actualidad es posible atender a tres pacientes parados de forma simultánea e, incluso, se podría doblar la capacidad si fuera necesario. Aún quedan pendientes otras actuaciones, entre las que destaca el proyecto de conectar, a nivel estructural y de organización, las urgencias generales con las de traumatología a través de un edificio que unirá ambos espacios con el fin de no separar por patologías la atención grave.

Por otro lado, los profesionales del servicio se han organizado en grupos estructurales de trabajo, los cuales son maleables en función de las necesidades del servicio, pero que en circunstancias normales están integrados por la enfermera, el auxiliar, el celador, el facultativo y el trabajador social y tienen asignada su propia zona de trabajo. “Hay tres equipos para críticos, dos para semicríticos con cuatro boxes cada uno y otros ocho para pacientes agudos no inestables, lo cual nos ha permitido acortar mucho los tiempos de espera y atención”, indica Abadías, quien además indica que hay “tres boxes reservados para los pacientes COVID, los cuales se pueden ajustar según la demanda”.

En definitiva, este cambio de modelo, que empezó a implementarse en julio de 2019 y que pasa por una gestión centralizada de camas y dispositivos de la zona, ha permitido, entre otras cosas, reducir a la mitad los pacientes pendientes de ingresar en el Hospital a las 8 de la mañana en el Servicio de Urgencias y, tal y como asegura Belén Fernández, supervisora de enfermería de Urgencias, “pasar de las estancias en Urgencias de tres y cuatro días de media a las 18 horas actuales”. Además, este modelo ha superado con nota la prueba de estrés que ha representado para las Urgencias la pandemia, que ha obligado a acelerar su implementación y ha puesto a prueba su capacidad de ajustar equipos y servicios en función de la demanda, así como las sinergias con el resto de dispositivos del territorio.