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Cómo matar a Superman y no ser descubierto

El supuesto suicidio de George Reeves sigue siendo uno de los grandes enigmas sin resolver de Hollywood

George Reeves en el papel de Superman
George Reeves en el papel de SupermanLa Razón

Esta es una historia triste, especialmente porque no tiene final. Y no será que no se ha buscado, pero todo en ella sigue siendo un enigma. Es el 16 de junio de 1959 y estamos en una casa relativamente modesta en Benedict Canyon, en Los Ángeles. Decimos relativamente modesta porque en ella vive un actor que hasta hacía poco había disfrutado de un gran éxito en televisión interpretando al hombre de hierro por excelencia, al héroe de grandes y pequeños, al hijo del planeta Krypton y que se esconde bajo el alias de Clark Kent, pese a que su verdadera identidad es la de Superman. George Reeves le ha dado vida entre 1951 y 1957, pero después de que se cancelara la serie, le ha sido difícil encontrar otros papeles. Lo ha intentado logrando aparecer en “De aquí a al eternidad”, aunque su trabajo se ha quedado en la cabina de montaje porque el público se reía cada vez que lo veía en la pantalla con camisa hawaiana y gritándole “Superman”. Tras una temporada mala, en 1959 parecía que las cosas volvían a encarrilarse: volvería a ser el superhéroe en varios capítulos para la televisión y no descartaba dar el salto como director. En lo personal se había distanciado de Toni Mannix, la esposa de un alto ejecutivo de la MGM que había mirado a otro lado mientras su mujer le era infiel. Ahora nuestro héroe estaba a punto de casarse con una chica llamada Leonore Lemmon, cantante en Nueva York. Una nueva vida y nuevos tiempos esperaban al actor.

El 15 de junio, Reeves y Lemmon salieron a cenar en compañía del escritor Robert Cordon. La pareja discutió después de varias copas en el restaurante. Una vez de vuelta a casa, Reeves decidió irse a dormir, aunque unos vecinos llegaron a la casa poco después de la medianoche para empezar una fiesta. A Lemmon le gustó la idea y no dudó en permitir que empezara a correr el alcohol. Reeves, que permanecía en el piso de arriba, bajó las escaleras para quejarse del escándalo que le impedía conciliar el sueño. Pese a todo, decidió quedarse un rato con los recién llegados para tomar una copa, aunque volvió a su habitación algo molesto. Es la 1.20 de la madrugada y Lemmon dice a sus acompañantes: “Ahora se pegará un tiro”. Y eso es lo que se escucha procedente del piso de arriba: un disparo.

El mucho tequila bebido hizo que Leonore y sus amigos no reaccionaran al instante. Cuando finalmente llegaron a la habitación del actor lo encontraron desnudo, acostado boca arriba en la cama y con una herida en la cabeza. En el suelo había una pistola Luger del calibre 30. Cuando llegó la ambulancia, a la que tardaron media hora en llamar, solamente pudieron decretar que George Reeves estaba muerto a los 45 años.

Este es el punto de partida de uno de los mayores enigmas de Hollywood. Aparentemente el intérprete se había suicidado. Sin embargo, la Policía no tardó en encontrar más interrogantes que aclaraciones. Para empezar, en la pistola no aparecieron huellas dactilares, pero tampoco había marcas de pólvora en las manos del cadáver, algo que sería lógico si había disparado. La bala asesina apareció en el techo de la habitación, mientras que el casquillo debajo del cuerpo. Lo más sorprendente es que aparecieron otras dos balas que habrían sido disparadas por la misma pistola, algo que contradecía a los testigos que aseguraban haber escuchado un único tiro, los mismos que aseguraron en su declaración que todo aquello era un suicidio.

Hubo alguien que no se creyó la versión oficial y fue Helen Bessolo, la madre de Reeves. No le cuadraba que su hijo, con quien había hablado unos pocos días antes, se hubiera suicidado pese a estar muy bien de ánimos y con muchos e interesantes proyectos en la agenda. Algo olía mal en esa historia por lo que decidió ponerse en manos de Jerry Giesler, el abogado al que Hollywood acudía cuando había graves problemas por resolver. El letrado consiguió que se realizara una segunda autopsia que fue tan desconcertante como la primera porque aparecieron nuevos hematomas en el cuerpo de Reeves que nunca se aclararon.

¿Quieren más interrogantes? Alguno de los testigos afirmó haber escuchado un coche arrancar a toda velocidad cerca de la puerta tras el disparo mortal. El forense acabó admitiendo que no había analizado las manos de la víctima, lo que habría sido determinante para saber si fue o no suicidio.

¿Hay sospechosos? Sí, al menos tres. Por un lado tenemos a Leonore Lemmon, aunque parece absurdo que los invitados de esa noche la hubieran encubierto. Por otra parte tenemos a Toni Mannix y su poderoso marido Eddie de quien se dice que tenía algunos vínculos con la mafia.

En el dormitorio no se encontraron indicios de que alguien hubiera forzado la puerta o la ventana. ¿Puede que finalmente fuera suicidio? ¿Y si Reeves simplemente jugó con la pistola y aquello salió mal?

El 30 de junio de 1959 pudo finalmente celebrarse el funeral. El cadáver de Reeves fue vestido con uno de los trajes grises que usaba cuando era Clark Kent. En su nicho, su madre pidió que inscribieran “Mi querido hijo Superman George Bessolo Superman”.