Nuevas estrategias
Un estudio de Vall d’Hebron demuestra que el protocolo de recuperación intensificada es eficaz para pacientes con cáncer de ovario
Esta estrategia permite reducir en dos días la estancia hospitalaria de las mujeres con cirugía de cáncer de ovario, así como disminuir los reingresos a solo el 6% e incluso podría tener un impacto en la supervivencia
Se estima que en España el cáncer de ovario afecta a más de 3 mil mujeres al año, de la cuales cerca del 80% se ha de someter a una operación, en ocasiones muy invasiva, antes de empezar a recibir el tratamiento con quimioterapia. En este contexto, en 2014, el Hospital Vall d’Hebron implementó el protocolo de recuperación intensificada, conocido como ERAS, con el fin de facilitar la recuperación de las mujeres con cirugía de cáncer de ovario avanzado, reducir su tiempo de ingreso, minimizar los reingresos y mejorar el confort de estas pacientes.
Dicho protocolo consiste en una serie de estrategias que se llevan a cabo durante el preoperatorio, el intraoperatorio y el postoperatorio para favorecer la recuperación de la paciente y minimizar las complicaciones posteriores a la cirugía. Se trata de cerca de un centenar de acciones entre las que cabe destacar, en el contexto del preoperatorio, el cribado nutricional al que se somete a la paciente antes de la intervención para conocer si precisa de algún suplemento, las sesiones de rehabilitación en las que participa para entrenarse para la cirugía o la atención psicológica que recibe previa a la operación para prepararse mentalmente para una cirugía de tal magnitud, y todo ello con el fin de, tal y como señala el doctor José Luis Sánchez, médico adjunto de la Unidad de Ginecología Oncológica del Hospital Vall d’Hebron e investigador del grupo de Investigación Biomédica en Ginecología VHIR, “mejorar su capacidad funcional de cara a una intervención agresiva”.
Asimismo, si antes se solicitaba a la paciente que permaneciera en ayunas durante las 12 horas previas a la cirugía, con este nuevo protocolo el margen es solo de dos horas y además, antes de entrar a quirófano, ésta ha de beberse un zumo que lleva azúcar y así se logra disminuir la resistencia a la insulina, y ya no debe someterse a un limpieza de colon que se ha demostrado innecesaria.
En quirófano, el nuevo protocolo establece, entre otras cosas, el prescindir de la sonda nasogástrica, que en su día se usaba para ayudar a que no fallara la sutura y evitar vómitos pero que a día de hoy ya se ha comprobado que no comporta ningún beneficio; el uso de la fluidoterapia dirigida, que consiste en un aparato que permite medir las necesidades concretas de la paciente respecto a los líquidos y, por lo tanto, afinar acerca de los que ésta precisa; la incorporación de la anestesia raquídea, que antes no se usaba pero que, combinada con la anestesia general, permite al paciente no sentir dolor durante las 48 horas siguientes a la intervención, incluso después de haber desaparecido el efecto de la anestesia general; o la sustitución de las grapas por un sutura intradérmica que deja una cicatriz mucho más estética y el uso de la terapia de presión negativa, un tipo de apósito que reduce el riesgo de que la herida se infecte.
El protocolo ERAS también contempla acciones postquirúrgicas como la de movilizar a la paciente a las 6 horas de la intervención, momento en el que también se le empiezan a suministran líquidos, cuando antes se esperaba hasta 5 días, o la de darle suplementos nutricionales.
Este estrategia, que se basa en las recomendaciones para pacientes con cirugía colorrectal que ya se aplican desde 1990, se puso en marcha en cirugía de cáncer de ovario en Vall d’Hebron en 2014 como una prueba piloto y desde entonces y hasta 2018 se recogieron datos para tratar de arrojar evidencia científica acerca de su utilidad. Dicho ensayo clínico, liderado por la Unidad de Ginecología Oncológica y Patología del Tracto Genital Inferior del Hospital Vall d’Hebron y el grupo de Investigación Biomédica en Ginecología del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), ha demostrado que el protocolo de recuperación intensificada permite a las pacientes sometidas a una cirugía de cáncer de ovario recibir el alta hospitalaria antes, así como disminuir su tasa de reingreso.
La investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista European Journal of Cancer, incluyó a cien mujeres con cirugía de cáncer de ovario, con la mitad de las cuales se siguió el protocolo convencional y con la otra mitad, el ERAS, lo que permitió comprobar que aquéllas con las que se había implantado el protocolo de recuperación intensificada recibieron el alta, de media, dos días antes, es decir tras siete días de ingreso hospitalario, que el resto. El estudio también puso de evidencia que la tasa de reingreso de las pacientes del grupo ERAS, de las cuales solo el 6% necesitaba un nuevo ingreso, era mucho más baja que las del grupo de control, que se situaba en el 20%.
Y esa disminución del tiempo de ingreso, así como la intensificación de los cuidados y la caída del número de reingresos se estima que pueden contribuir a un ahorro económico para el centro y el sistema sanitario de hasta 1.146 euros por paciente. Pero sus potenciales beneficios a nivel médico son aún más relevantes, ya que, como señala el doctor José Luis Sánchez, primer autor del estudio, “si las pacientes se recuperan bien de la intervención, es posible que puedan iniciar antes el tratamiento con quimioterapia y eso podría tener un impacto en la supervivencia”
Vistos los resultados, el hospital está trabajando ahora para adaptar el protocolo ERAS, que se aplica ya en toda la cirugía ginecológica y mamaria, a cualquier tipo de operación que se realice en el centro. De hecho, “desde enero ya hay servicios que están iniciado este mismo protocolo”, informa el doctor Sánchez.
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