Entrevista

Josep Bou: “La Generalitat tiene que pedir ayuda a la Policía Nacional ante su incapacidad para controlar los botellones”

El presidente del PP en el Ayuntamiento de Barcdelona asegura que “l modelo de Colau choca con la realidad y corre el riesgo de paralizar la actividad económica»

Josep Bou Vila (Vic, 2 de febrero de 1955) es un empresario español y concejal del Ayuntamiento de Barcelona desde 2019.
Josep Bou Vila (Vic, 2 de febrero de 1955) es un empresario español y concejal del Ayuntamiento de Barcelona desde 2019.Miquel González

Josep Bou (Vic, 1955) aparcó una fructífera carrera como empresario panadero para revitalizar un PP en horas bajas. Usted aterrizó en el Ayuntamiento desde la empresa privada hace dos años, ¿es lo que se esperaba?

-La verdad es que no puedo compararlo con nada. Yo solo había venido a la plaza San Jaime a pedir licencias de actividad. Eso es todo lo que conocía. Como empresario, la primera impresión que tuve es que todo era muy lento, muy enfático. Con actuaciones casi impostadas que se podrían ahorrar y solucionar todas las cuestiones con mucha más celeridad. Pero claro, está cargado de políticos. En estos años me he empapado de municipalismo. Por ello he intentado adaptar, al menos al grupo popular, a mis creencias.

-¿Le gusta la política municipal?

-Es distinta a las demás, sin duda. El Estado y la Autonomías son más distantes y mas legislativas. El municipalismo está muy apegado a la tierra. Pero es muy intensa. Me considero una persona trabajadora. Empecé a los 14 años y con dobles jornadas. Haciendo pan de madrugada, además. Y aun así no me falta tiempo. La cosa con el municipalismo es que siempre te quedas con ganas. Siempre has dejado algo sin hacer. La gente te ve, la gente te pide. Y eso siendo solo concejal, no me imagino lo que ocurre siendo concejal de gobierno. Pero te permite descubrir todos los rincones de la ciudad.

-¿Se ve fuerte para las próximas elecciones?

-Mi idea es presentarme, quedan 20 meses para las elecciones y tenemos ganas, gente y proyecto. La última palabra la tendrá la dirección del partido. Por ello, nos hemos propuesto trabajar en lo que los barceloneses quieren en lo que resta de legislatura. Y lo han dejado por escrito en el barómetro: seguridad, empleo y vivienda. Seguridad para vivir en una ciudad sin ocupaciones y sin violencia. El empleo es lo que hace feliz a la gente. Y para ello es necesario que la economía funcione. El Ayuntamiento tiene que poner una alfombra roja al empresario, a los autónomos. Creo que soy el único de los 41 regidores que puede conseguir el pleno empleo de Barcelona. Soy el único que emite casi noventa hojas de salarios al mes. Y vivienda, la señora alcaldesa ha faltado a su palabra. Barcelona tiene más de un centenar de solares vacíos. En España ya hubo épocas en las que se contruyeron millones de viviendas. Y esos sí, de protección oficial, nadie le puede dar lecciones de humanismo al PP. Una vivienda cuesta unos 90.000 euros construirla. En base al suelo disponible, podemos promocionar viviendas a 300 euros y que sea fácilmente amortizable. Pero desde el gobierno municipal son incapaces. Pierden el tiempo en política de color. La libertad sin trabajo, sin sueldo y sin techo no es libertad.

-Las encuestas, sin embargo, reflejan una situación endiablada. ¿Se imagina que de sus votos depende arrebatarle la alcaldía al independentismo?

-Yo me veo alcalde. La economía es mucho más constante y más lenta. Cuesta moverla. En política todo va muy rápido. No sé que va a ocurrir pero van a ocurrir cosas. El gobierno municipal, entre PSC y comunes, está roto. Vamos a ver el hundimiento de partido y resurgir de otros partidos. Si no soy alcalde quiero tener influencia en el próximo gobierno. Barcelona es una gran ciudad pero Madrid nos ha dado vuelta y media gracias a las políticas municipales. Lo que no permitiré es que Barcelona sea un ariete del procés, tal y como se ha ocurrido con la Generalitat. No puede ser que el independentismo gobierne a los dos lados de la plaza Sant Jaume. Haré lo que tenga que hacer, descuide.

-Colau acumula seis años al frente del Ayuntamiento, ¿qué opina de su gestión?

-La señora alcaldesa tiene en su cabeza un modelo de Barcelona, pero es una Barcelona con mucho tinte ideológico y eso es un gran error. Tiene diez regidores de 41. No puede imponer, por tanto, su ideología. Tienen en mente la Barcelona de la movilidad, que es un sueño, es bonito, pero un sueño. Choca con la realidad y nos condena a ser un pueblo. En Barcelona tienen que poder conjugarse todos los modelos de transporte. En todo caso habría que preocuparse que los coches, que no van a desaparecer, más de la mitad que van comprar vienen en coche, no en bicicleta, sean lo menos contaminantes posible. Pero este boicot es una barbaridad. Hay calles, ejes y espacios en lo que es posible. Pero hay que consultarlo con los vecinos y comerciantes. El último ejemplo es la Via Laietana. Costó muchísimo de abrir, hubo que echar edificios abajo para comunicar el Eixample con el Port. Se rehicieron “los tinglados” y la Barceloneta. Esta vía de comunicación se la van a cargar. Ningún carril para subir y solo uno para bajar. Claro, la señora alcaldesa tiene que poder llegar a San Jaime. O lo que han hecho en la calle Valencia, o en la Merididana. Todo esto no sale gratis. Provoca el decrecimiento económico de Barcelona. Hay que hacerla más humana y más verde, pero no a cualquier precio. Barcelona no se puede paralizar.

-¿Una de esas barbaridades sería la negativa a la ampliación aeropuerto?

-Barcelona tiene dos entradas principales: el aeropuerto y una que no tiene todo el mundo, el puerto. Barcelona tiene que crecer y el aeropuerto está colapsado. Necesitamos vuelos largos sin escala. Ahora se han acordado de una charca muy bonita, La Ricarda, y está muy bien. Soy partidario de lo que quitas por un lado, ponerlo por otro. Pero es una inversión muy importante. Hay que respetar la naturaleza pero hay que utilizarla, no ponerla en una vitrina. Y en la Generalitat, más de lo mismo. La CUP ya ha dicho que tumba los presupuestos. Es una miseria que un partido tan pequeño condicione la política de Cataluña. Y mientras el Estado cediendo y cediendo. La única esperanza que nos queda es que deje de hacerlo. Como por ejemplo entregar el puerto y el aeropuerto al nacionalismo.

-Hace una semana, durante el pregón de las fiestas de Gracia, la alcaldesa fue abucheada.

-No me extraña. El día que me invistieron concejal la señora alcaldesa propuso cruzar la plaza a saludar al president de la Generalitat, Quim Torra. Nosotros no fuimos porque se me revolvían las tripas. Pero me quedé a cuadros de los insultos que recibió. Incluso llevaba el lazo puesto. Pero no sirve de nada, no te puedes hacer perdonar, no funciona. Gracia fue el espejo. Se juntaron los que están en contra de su gestión y los que además de estar en contra de su gestión son independentistas. No entiendo cómo se le ocurrió invitar a Cuixart como pregonero lanzar sus peroratas. El ambiente era tremendo y el Estado de rodillas. La viva imagen de una alcaldesa débil. Ir allá es provocar

-Como empresario, ¿le preocupan las restricciones del covid al pequeño comercio?

-Estamos saliendo, eso es evidente. Creo que Cataluña no tiene ahora mismo un problema sanitario sino de orden público. Es decir, los botellones. Son incapaces de controlarlos. Las cosas van razonablemente bien, pero creo que nos faltan fuerza pública en la calle. Y si los Mossos no dan abasto, ya se lo he propuesto, que pidan ayuda a la Guardia Civil y a la Policía Nacional. Tienen casi 2.000 efectivos en Cataluña que estarían encantados de ayudar. Pero no hay manera. No quieren que el Estado tenga más presencia en Barcelona. Prefieren que un bosque arda a pedir ayuda.