Historia

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La Guerra Civil contada a Picasso

Una carta de Jaume Sabartés, el secretario del artista, aporta nuevos datos sobre el conocimiento que el genio malagueño tuvo del inicio de la contienda en España

Pablo Picasso en el Café de Flore de París con su secretario Jaume Sabartés
Pablo Picasso en el Café de Flore de París con su secretario Jaume SabartésThe Board of Trustees of the Science Museum, London.

El pasado año este diario pudo acceder a algunas de las cartas que Pablo Picasso recibió de su madre, fundamentales para conocer más de cerca al artista en la intimidad. Una de las misivas hacía referencia al estallido de la Guerra Civil y cómo había sido recibida en Barcelona donde residían tanto la madre como la hermana de Picasso. Lo que no se sabía es que había llegado de una manera especial al pintor malagueño cuando se encontraba en algún lugar en Francia.

Entre los papeles personales del artista, guardados en el museo que lleva su nombre en la capital francesa, ha aparecido una extensa carta remitida a Picasso por quien fue su amigo, confidente y secretario personal, es decir, Jaume Sabartés. Siempre al cuidado de todo lo relacionado con el autor de «Les demoiselles d’Avignon», Sabartés también controlaba la muy abundante correspondencia recibida en alguno de los domicilios de París. Una de ellas estaba escrita por María Picasso. Sabartés no dudó en reenviarla a su amigo junto con unas líneas escritas a máquina. Era el 22 de agosto de 1936 y la contienda empezaba a demostrar que sería cruenta.

Sabartés sabía que Picasso necesitaba conocer qué estaba ocurriendo en su país de origen, especialmente en Barcelona, por lo que no dudó en hacerle llegar las noticias que tiene. Escribió el secretario del pintor: «Querido Picasso: Recibí ayer la primera carta tuya. Tú habías recibido el primer aviso mío: una carta de tu madre, que yo te envié enseguida, enseguida, porque vino por avión y juzgué que podría ser urgente, aunque ahora el servicio avión ya no signifique sino un medio, tal vez, que allá algunos juzguen seguro o potable. Deben saber ya que existe la censura para la correspondencia, según disposición franca del gobierno. Esto era inevitable y también indispensable pues no se estaban dando cuenta de lo que podía pasar por el correo, aunque, por lo que se desprende de las informaciones no han dejado de tener al enemigo en casa, pues a diario se descubren espías y a diario se siente su presencia por el mal que las hacen».

En esos días, agosto de 1936, Picasso vivía una nueva etapa en su vida. En el momento en el que Sabartés se comunicaba con él, el pintor estaba pasando el verano en Mougins y Saint-Tropez en compañía de sus queridos amigos Roland y Valentine Penrose, y Paul y Nusch Éluard. Fue en ese verano cuando empezó su relación con Dora Maar después de que se hubieran vuelto a encontrar en el café Les Deux Magots. La artista de la que se enamoró se convirtió en su compañera durante los años bélicos en Europa. Pese a encontrarse en una suerte de «belle époque» no podía olvidar lo que pasaba al otro lado de la frontera.

Sigamos con la carta de Sabartés escrita en un París que es «un desierto abandonado, ya que ni siquiera es un desierto para turistas». Al referirse a la Guerra Civil, el secretario del artista anotaba que «la cosa parece que va francamente mejor para los españoles. El cuñado [se refiere a Juan Bautista Vilató, marido de Lola Ruiz Picasso] sigue en París. No sabe ya nada de Barcelona desde el martes». Asimismo agregaba que «tú debes estar al corriente de las cosas de España por los diarios. Lo estarás al menos tanto como yo».

Para ello también fue importante la carta que la madre había escrito a su hijo y que Sabartés se preocupó de remitir a su destinatario. Muy probablemente sea la que doña María Picasso redactó el 25 de julio de 1936 y donde explicaba que «estamos mejor puesto que ha cesado el tiroteo. Solamente de cuando en cuando suenan algunos tiros. En cambio, incendios no faltan pues que yo sepa son diez y seis en el que tenemos delante de la galería aún quema y tenemos doce monjas muertas de pie al muro que linda con nuestra casa y han quemado otras y delante de la [ilegible] en el paseo de San Juan delante que está toda quemada, otras tantas monjas nuestras para divertirse de ellas. Esto no lo dicen los periódicos. Salieron las tropas para Zaragoza bien pertrechada de corazones y sanidad. Veremos el resultado. Chicos jovencitos en mangas de camisa, algunos con uniforme, otros chaquetas, de pie en los camiones y apretados (…) ¡Cuánta sangre derramada! Barcelona está de luto».

La misiva de Jaume Sabartés incluía como postdata un recorte de Prensa extraído de un diario francés. En ella se ve a un grupo de toreros del Frente Popular con el puño en alto durante una corrida de toros en Barcelona.