Libros

Cultura

Cuando el catálogo de Ikea se cotiza como Jaime Gil de Biedma

La feria del paseo de Gràcia descubre los objetos de deseo de los bibliófilos

El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Oceta, visitó el certamen literario
El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Oceta, visitó el certamen literarioSHOOTING

Arranca la Fira del Llibre d’Ocasió i Antic de Barcelona y puede que esta sea una buena excusa para saber un poco más de un sector aparentemente desconocido, pero al que muchos lectores acuden más tarde o más temprano. Porque es aquí donde podemos encontrar aquel libro agotado que hace años que no ha vuelto a ser impreso, o donde nos enteramos de que un viejo volumen heredado de los bisabuelos es hoy un pequeño gran tesoro. De todo sabe mucho el actual presidente del Gremi de Llibreters de Vell de Catalunya, Marçal Font, responsable de la Llibreria Fènix de Badalona.

Cuando se le pregunta por cómo ha afrontado este gremio la crisis provocada por la pandemia, Font explica que «nos ha tocado con fuerza, pero es que a nosotros ya nos tocó de pleno la crisis de 2008. Nos afectó mucho. Pero es que el nuestro es un sector que se encuentra en un momento de grandes cambios, ya sea generacional o de hábitos. Por otra parte, el papel de internet, donde ya estamos todos desde veinte años, es muy importante para nosotros. Así que este es un momento de impás y crítico al mismo tiempo».

¿Hay también cambios en cuanto a los clientes, a los buscadores de joyas de papel? Para Font es evidente que sí cosa que hace que esté subiendo la valoración de los cómics de la popular serie «Bola de drac» mientras que esté bajando el de Tintin. «En deportes, todo lo relacionado con el fútbol siempre interesa, pero ahora mucho más aquellos materiales sobre baloncesto, en general, y sobre la NBA, en particular. El objeto del deseo, ya sea caro o barato, ha cambiado en este tiempo. El trabajo de los libreros es saber cuáles son las piezas correctas». Entre los nuevos intereses para los coleccionistas sorprende, por ejemplo, «todo lo vinculado con la informática, como los manuales de los años ochenta. También son muy buscados los primeros catálogos de Ikea, no se lo puede ni imaginar lo buscados que son. No se pagan fortunas, pero sí un precio para tener en cuenta por los libreros de viejo. Pero quien dice Ikea dice también documentación sobre la feria Bread & Butter».

El comprador actual ha cambiado. Font reconoce que el cliente de hace veinte años «se está haciendo mayor. Los más regulares tienen entre 45 y 50 años. Son coleccionistas que son un reducto pequeño. También están esos jóvenes que adquieren libros de mesa porque no se pueden permitir las obras completas de Ortega y Gasset en piel. Eso continúa pasando hoy pese a las nuevas tecnologías porque se prefiere seguir leyendo en papel, lo que hace que los jóvenes entren en este mundo y pueda nacer la bibliofilia en ellos».

Uno de los grandes mitos que persiguen a los libreros anticuarios es el origen del material que ofrecen. Hay leyendas de todo tipo, como la de aquel comerciante de Madrid que hace años se miraba las esquelas de los diarios esperando ver un nombre de un bibliófilo para convencer a su viuda de que le vendiera sus tesoros. O la de aquel que entró en la casa de un afamado pintor y que se llevó los libros, pero se dejó los cuadros pese a que había la casa. Todo esto entra en el terreno de la fábula y al presidente del gremio le divierte que todavía pervivan esas habladurías. «Hay mucho mito y todavía me encuentro clientes que me dicen si desentierro tumbas. Es todo más prosaico porque se trata de una compra-venta. No hay más. Pasa lo mismo que en los concesionarios de coches de segunda mano. Lo que genera misterio es que hablamos de muchos libros, de millares de ejemplares. El que vende sus libros debe confiar en lo que le dice el profesional al que consulta».

Si alguien quiere adentrarse en este campo y quiere ser un buen bibliófilo, ¿por dónde podría empezar? ¿Hay algún autor que destaque por encima de otros? Marçal Font no lo duda. «Las ediciones de los libros de poemas de Jaime Gil de Biedma son las más buscadas. Siempre se solicitan en cualquier feria. Es un nombre por el que nunca decae el interés. Pasa lo mismo con los títulos de Federico García Lorca, aunque todo el 27 siempre tiene demanda», aclaró. En cuanto a literatura catalana, hay cuatro poetas que siempre son solicitados, especialmente sus primeras ediciones: Joan Salvat-Papasseit, Josep Carner, J. V. Foix y Joan Brossa. Todos ellos forman parte de las joyas que se guardan en los puestos de la Fira del Llibre Antic i d’Ocasió que puede visitarse en el Paseo de Gràcia estos días. Solo hay que tener buen ojo.