Libros
La voz recuperada de las mujeres del 27
Una antología preparada por José Luis Ferris permite adentrarse en la obra de autoras de la Edad de Plata
No vivimos en un país que tenga una gran tradición en el terreno biográfico. Han tenido que ser los grandes hispanistas los que nos abran los ojos sobre algunas de las grandes figuras que marcan nuestro pasado. Afortunadamente hay quien sigue esos pasos y ha logrado escribir algunos libros fundamentales, especialmente sobre protagonistas de lo que se ha dado en llamar la Edad de Plata. José Luis Ferris lleva años indagando en las vidas y las obras de Miguel Hernández, además de Carmen Conde, Maruja Mallo y María Teresa León. Eso le ha permitido tener una mirada amplia, muy amplia sobre lo que fue la Generación del 27 y que se suma a la reivindicación que ha hecho de las mujeres que formaron parte de ese grupo.
Esta labor tiene continuidad en un volumen que ha preparado para Austral, «Mujeres del 27. Antología poética» donde se recogen textos de algunas de las principales autoras de ese grupo literario, más allá de aquellos poetas que formaron parte del homenaje dedicado a Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla en diciembre de 1927. En sus páginas podemos encontrar textos de diecisiete creadoras, desde las más conocidas por el gran público, como pueden ser Rosa Chacel, Carmen Conde o Concha Méndez hasta aquellas que son reivindicadas pese a no tener una gran presencia en las librerías de hoy, como María Cegarra, Margarita Ferreras o María Luisa Muñoz de Buendía. Una mención aparte en esta antología la merece un apéndice dedicado a María Teresa León. Todo ello nos ayuda a hacernos una idea más amplia de una literatura que en ocasiones ha permanecido injustamente oculta.
Ferris reconoce que este trabajo es una anomalía. «Hay libros que no deberían existir», asegura en la introducción de la obra. ¿Y por qué lo cree? «Publicar una antología de mujeres que escriben, crean, componen o conquistan mundos, más allá de un capricho o una curiosidad estadística, no debería ser nunca un acto de reparación o, como en el caso que nos ocupa, un ajuste de cuentas con la Historia». Pese a que en las dos últimas décadas se ha hecho un importante trabajo de rescate de estas autores, especialmente gracias al celebrado documental «Las sinsombrero», todavía las nuevas antologías sobre la literatura del 27 no ha abierto las puertas a la presencia de mujeres. Por eso tiene razón Ferris cuando escribe que «lo sensato y deseable, lo históricamente cabal, hubiera sido incluir en las publicaciones colectivas que se han ido conformando a lo largo del tiempo, sin ningún prejuicio, desde el minuto cero de su gestación, a las escritoras que , ya en los años que nos ocupan, habían cosechado, con sus primeras obras, un éxito y un reconocimiento muy señalados». Pero no ha sido así.
A la espera de que alguien se decida a escribir, con sus luces y sus sombras, una historia sobre la Generación del 27, el trabajo de José Luis Ferris tiene la virtud de llenar ese hueco, aunque centrado en la voz a ellas debida. En este sentido, «Mujeres del 27» fija una cronología y nos aporta algunas claves estéticas. En este último sentido, Ferris nos apunta que se pasó de la influencia modernista hasta una corriente de rehumanización y de compromiso, sin olvidar la huella dejada por los movimientos artísticos de vanguardia y la renovación de la lírica popular. En este sentido, muchas de estas creadoras estarán cerca de la modernidad que está apoderándose de la creatividad en Europa y América por sus viajes. Por ejemplo, Concha Méndez se instaló en Londres en la década de los treinta mientras que Rosa Chacel pasó por Roma y María Teresa León triunfó en Buenos Aires.
Las páginas dedicadas a la suerte de estas mujeres tras el final de la Guerra Civil son, en algunos casos, conmovedoras. Es el caso de las referencias al exilio interior vivido por María Teresa Roca de Togores, María Cegarra y Cristina de Arteaga, o los agridulces años vividos por Elisabeth Mulder o Josefina de la Torre. En este apartado no se puede olvidar a las exiliadas, como Rosa Chacel, María Teresa León o Concha Méndez. Un caso excepcional fue el de Carmen Conde quien sobrevivió en la España de Franco y fue en ese tiempo cuando desarrolló lo mejor de su producción literaria. Como razona Ferris, Conde «estaba protagonizando la avanzadilla de ese aliento trágico, existencial, neoexpresionista, que marcaría toda una década».
Todo eso y más es lo que se puede encontrar en un libro que merece convertirse en un clásico para conocer otra Generación del 27.
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