Entrevista

Guillermo Pérez Villalta: «Cuando la Movida se comercializó, me dejó de interesar»

El artista presenta en la Sala Parés de Barcelona su producción más reciente en una gran exposición

Guillermo Pérez Villalta
Guillermo Pérez Villaltalarazon

Hacía mucho tiempo que la obra de Guillermo Pérez Villalta no se exponía en Barcelona. Han tenido que pasar 18 años, algo que se dice pronto, para que podamos disfrutar de un artista que ha hecho de la imaginación su material de trabajo. En la muestra titulada «Estos últimos años», que puede verse en la Sala Parés, el artista hace balance de los temas que le han interesado recientemente y demuestra que todavía tiene mucho que decir pictóricamente hablando.

Acogiéndonos al título de esta exposición, me gustaría preguntarle qué han sido «estos últimos años» para usted.

Hacía bastante tiempo que no exponía en Barcelona. Me he dado cuenta que han pasado 18 años desde la última exposición aquí. Tenía una relación con una galería de la ciudad que no prosperó bien. Esta es una exposición con obras de 2013, 2014 y otros años que se ha hecho seleccionando lo que hay en los almacenes que había en mi galería de Madrid y en casa. Creo que el resultado final es coherente.

¿Y pictóricamente hablando qué han sido «estos últimos años»?

Han sido unos años de una gran madurez. A mitad de estos últimos años encontré una manera de hacer y pensar, también de pintar. Varié un poco la técnica empleando un pigmento puro. No soy un pintor que tengo una línea recta. Mi evolución es como la de un río con meandros que va de aquí para allá. Los cuadros cuando los hago van de uno al siguiente, no busco que tengan unidad estilística. Siempre voy experimentando. Sí, es verdad que mis cuadros tienen coherencia por hecho por mi, es el residuo de lo que queda después de mucho dibujado. Me considero un un pintor de pensamiento, aunque debo decirle que en realidad no me he sentido pintor. Llegué a la pintura por la facilidad que me daba el dibujo para expresar mis ideas.

En muchas de las obras que vemos en la Sala Parés la arquitectura, su primera vocación, tiene una gran importancia.

¿Arquitecto? Lo que me siento es artífice. Estuve muchos años en la escuela de arquitectura que fue mi vocación profunda. Sin embargo, el ejercicio de la vocación no tenía nada que ver con lo que yo quería hacer. Estuve diez años en la escuela y cuando la abandoné lo hice dejando las asignaturas que no me interesaban. Por aquel entonces ya vivía de la pintura. Ya podía hacer lo que quería.

Pero la arquitectura sigue en su trabajo.

En mi cabeza sigo pensando en la arquitectura. La conozco, no a nivel técnico sino como investigación. Estoy al día de la arquitectura que se hace en el mundo y ahora hay muchos arquitectos interesantes. Pero un edificio es más fácil pintarlo que construirlo.

En estos cuadros tampoco faltan las referencias a los grandes maestros, como Leon Alberti.

Cuando empecé a mirar el arte del pasado fui encontrando cosas que me interesaban. Una de mis primeras pasiones fueron el Renacimiento, el siglo XV, pasado por muchas cosas... También me interesó el siglo XVIII, la Ilustración... Todo eso forma parte de mi. El siglo XIX y el XX son interesantes, menos el impresionismo que lo hacía todo el mundo. Siento interés por todo, como una corriente que surgió en Alemania, los nazarenos, como los prerefaelitas ingleses pero más clásicos. Tenían unas obras muy bellas, pero son poco conocidas.

Usted afirma que los decorados del Hollywood clásico también lo han influido.

Por generación soy pop. Mi generación es un poco posterior al pop clásico, pero son nuestros padres. Me interesaba todo, desde un anuncio de Coca-Cola, lo tenía todo eso absorbido. En las películas de Hollywood, esa visión de las escenografías cuanto más disparatadas eran más me gustaban. Así que he sacado partido a la vida cotidiana. Como puedo tener una visión culta, también la tengo cotidiana.

¿Le gusta o le molesta esa etiqueta de «pintor de la Movida»?

Me tocó vivirla, pero me separa más de una generación de ella. En los años 70 el mundo artístico y cultural era muy progre y había muy poco hedonismo. Soy muy epicúreo. No conectaba con ese mundo, aunque era muy alegre y divertido. Mire, yo conocí a Olvido Gara cuando tenía 14 años y me pareció alucinante. Pero tenía más conexión con eso que con el resto de las cosas. Cuando se comercializó la Movida me dejó de interesar. Fue entonces cuando decidí irme a Roma.

En esta exposición el dibujo tiene una gran presencia.

Me gusta que se vea que el cuadro no sale de la nada. Soy extremadamente racional y uso más el borrador que el lápiz.