
Opinión
¿Adiós a la escritura a mano?
Las generaciones más jóvenes están perdiendo una de las habilidades básicas del ser humano

Recado de escribir: así llama el diccionario al conjunto de objetos necesarios para esa actividad, que hasta no hace mucho tiempo lo componían la pluma, el tintero y el papel. La pluma fue primero una pluma de ave, luego un instrumento de metal colocado en el extremo de un mango de madera, hueso u otra materia que se mojaba en un tintero, y más tarde la pluma estilográfica. Así hasta que cedió el trono al bolígrafo, de trazo no tan elegante pero de ritmo más dinámico y mucho menos exigente en su manejo y cuidado, que irrumpió masivamente a mediados del siglo pasado con los BIC de cristal, económicos y desechables.
También el papel ha ido cambiando, desde aquellos blocs con hojas de tamaño cuartilla y rayas azules para escribir cartas hasta los actuales folios DIN A4, y los áridos cuadernos con anillas y hojas cuadriculadas han dado paso a las libretas que se venden ahora en todas partes. Son libretas –o cuadernos, el nombre da igual– muy bonitas y bien encuadernadas, con tapas de piel flexible en bastantes casos, o con dibujos muy artísticos o reproducciones de cuadros famosos en la portada, y tan llamativas que parece, al comprarlas, que le va a venir a uno la inspiración con solo abrirlas y le va a dar cada una para escribir una obra maestra por lo menos.
Pero a todos les ha pasado lo mismo, que los artilugios de las nuevas tecnologías los han desplazado y arrinconado. Y allí están los pobres, aburridos en los cajones del olvido, hirviendo de envidia contra esos desconocidos artefactos que se han enseñoreado de la mesa: el portátil, la tablet (o tableta, que debe de llamarse así por el parecido con la de chocolate del mismo nombre, o con la pizarra, de forma y dimensiones similares, que llevábamos de niños a la escuela), el móvil y los pendrives o lápices de memoria. Estos –y no la pluma, el tintero y el papel– son ahora el recado de escribir.
Y lo más grave y preocupante de todo: que las generaciones más jóvenes están perdiendo una de las destrezas o habilidades básicas del ser humano, y tan valorada antes de la tiranía de las nuevas tecnologías: la escritura a mano. Como están perdiendo también la capacidad de prestar atención a la hora de estudiar, leer o escribir: una consecuencia más, según denuncian muchas voces autorizadas, del aprendizaje digital. Todo lo cual, unido al desgaste y el desasosiego que lleva consigo el continuo deambular por las redes sociales, con la consiguiente sobreexposición a un sinfín de contenidos banales, cuando no vacíos, conduce al brain rot (podredumbre mental), expresión que el diccionario de la Oxford University Press escogió como palabra del año 2024, y que hace referencia al deterioro mental o intelectual de una persona ocasionado por el consumo excesivo de contenido en línea de baja calidad, sobre todo en redes sociales.
✕
Accede a tu cuenta para comentar