Memoria rescatada

La amistad perdida y musical entre Manuel de Falla y Miquel Llobet

La correspondencia entre los dos creadores permite conocer cómo fue su colaboración

Una imagen de Manuel de Falla al piano
Una imagen de Manuel de Falla al pianoCasa Ricordi

En noviembre de 2015, en el Museu de la Música de Barcelona se hacía pública la entrada en sus fondos del legado documental de Miquel Llobet, un extraordinario guitarrista y compositor. Llobet manutuvo contacto con algunos de los músicos con los que trabajó y es indudablemente con Manuel de Falla con quien mantuvo un contacto más estrecho. Eso es lo que se constata de la correspondencia, documentos de los que hay copia en el citado museo barcelonés. En el Archivo Manuel de Falla, en Granada, se conservan las cartas y postales que el catalán envió al gaditano, un total de 55.

Lo que hay en Barcelona nos permite hacernos una idea bastante completa de lo que fue una amistad y colaboración que solamente acabó con la repentina muerte de Llobet , en febrero de 1938, víctima de pleuresía en plena Guerra Civil.

Que Falla sentía un gran aprecio por Llobet lo demuestra una dedicatoria que encontramos en una reproducción del conocidísimo retrato que hizo Daniel Vázquez Díaz del autor de «El amor brujo». En ella se puede leer: «A mi muy querido y grande amigo al genial Miquel Llobet un recuerdo efusivamente agradecido de mi estancia en Barcelona. Febrero de 1925. Manuel de Falla». El gran compositor se alojaba en algunas ocasiones cuando pasaba por la capital catalana en el domicilio del guitarrista.

Miquel Llobet a la guitarra, por Ramon Casas
Miquel Llobet a la guitarra, por Ramon CasasLa Razón

De un año antes de la citada dedicatoria es una postal de Llobet a Falla de la que hay copia en el museo musical. Es un buen ejemplo de la confianza que existía entre ambos. En ella, el guitarrista le habla de que ya ha vuelto a Barcelona y aprovecha para plantearle lo siguiente: «Desearía dar [en Barcelona] un Festival Falla con toda pompa y sin economías [de] medios». Sin embargo, la iniciativa, pese a las buenas intenciones, no se llegó a materializar.

Llobet se convierte a lo largo de estas cartas en una suerte de corresponsal de Falla. En ellas, por ejemplo, podemos encontrar sus impresiones sobre sus giras por tierras americanas, en ocasiones contando con el respaldo del compositor.

No todo son cartas dentro del archivo porque también se guardan las partituras originales de Llobet de sus arreglos de la música de Falla, como es el caso de «El fuego fatuo», el famoso ballet que forma parte de «El amor brujo», o «Pour Le Tombeau de Debussy». Todas esas versiones para guitarra contaban con el visto bueno y el aplauso del mismo Falla. La misma institución, por otra parte, guarda buena parte de las guitarras con las que ofrecía sus recitales Miquel Llobet, destacando la que usó toda su vida y que fue fabricada por Antonio de Torres.

¿Y qué le decía Falla a Llobet? La firma Solera Flamenca, dedicada a la venta de guitarras clásicas, cuenta entre sus fondos documentales con algunas de las misivas del compositor a su intérprete. Algunas de ellas cuenta con interesantes comentarios de la manera de trabajar de Falla, como es el caso de una en la que le apunta que «desde luego es intencionada la simplicidad de escritura, y cuando haga una adaptación de la pieza para piano no añadiré nada a lo que he escrito. Esto no quiere decir que, de haberla compuesto directamente para piano no hubiera hecho otra cosa: seguramente, sí; pero en el caso actual, habiéndome limitado a lo que yo alcanzaba a ver en la guitarra, mi intención no ha sido otra que la realizada. Sin embargo, como de poder tocar yo mismo el instrumento hubiera seguramente hecho otra cosa, le ruego, aprovechando de tan amable ofrecimiento, que me indique todo lo que le parezca oportuno».