Opinión
Un cuento quizás no demasiado navideño
Una historia con la que felicitar a los lectores estas fechas
Aquel año, como todos los días de Navidad, el Niño Dios, iba a rescatar algún alma. Fue entonces cuando reparó en aquel cartel: “Los legionarios no mueren, se reagrupan en el infierno para seguir luchando”. Llamó entonces a los Ángeles Custodios Rafael, Miguel y Gabriel.
-¿Que sabéis de estas almas?
-Señor, son los legionarios españoles, herederos de los soldados de los Tercios Viejos de Flandes,
Cuentan allí en el infierno, que se les acercó el diablo y les dijo;
-Sois valientes, duros, capaces de cualquier cosa. Quiero que trabajéis para mí, pero tenéis que quitaros del cuello esa cruz del Cristo de Mena que lleváis colgando. Eso aquí está prohibido.
-Ven a quitárnosla tú si tienes huevos, le contestaron.
Desde entonces viven allí, agrupados, con sus antecesores de los Tercios de Flandes.
-¿Y por qué están en el infierno?
-Ninguno de ellos quiso defenderse el día del Juicio Final. Se limitaron a decir que acatarían su destino.
-¿No tenemos a ninguno en el cielo?
-Sí y entre ellos, uno en proceso de beatificación, el Padre Huidobro, que fue discípulo directo de Martin Heidegger, se alistó en la Legión en la Guerra Civil, pasaba de uno a otro bando suministrando los últimos auxilios, fue herido en varias ocasiones, se escapaba de los hospitales para volver al frente y al final cayó. Está aquí desde entonces.
-Quiero hablar con él.
Al rato se presentó el Padre Huidobro.
-Dile a tus legionarios que están todos perdonados, que los quiero aquí a mi lado con los de los Tercios. Es Navidad y quiero que sigan toda la eternidad conmigo.
Los legionarios subieron al cielo cantando su himno y sus canciones, el diablo no se atrevió a cortarles el paso, cuentan que al recibirles el Niño Dios les dijo.
-Vosotros seréis mi último bastión
Ellos respondieron.
-Sólo ordénenos, Señor, que debemos hacer.
Desde entonces hay un cartel que reza: “Los legionarios no mueren, se reagrupan en el cielo para seguir luchando con Honor por nuestra civilización”
He querido contar este cuento, quizás poco navideño, quizás no brillante, el día de Navidad, porque en la figura de los legionarios he querido acordarme de todos aquellos, nuestros compañeros de armas, que lejos en nuestras fronteras defienden nuestra libertad y nuestros valores.
Feliz Navidad para todos, mis escasos, fieles y queridos lectores.
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