Calentamiento global

Un estudio confirma que la temperatura por sí sola no refleja el verdadero peligro de una ola de calor

La investigación, en la que han participado profesionales de ISGlobal, apunta que es necesario incorporar el índice de estrés térmico para valorar y comunicar adecuadamente el riesgo de estos episodios de calor extremo

Un hombre descansa al lado de una fuente durante una de las olas de calor en Madrid
Un hombre descansa al lado de una fuente durante una ola de calorJesús G. FeriaLa Razon

España está viviendo esta semana una ola de calor con temperatura inéditas en esta época de año y todo apunta a que ésta va a ser una constante en el futuro. Según indican los modelos climáticos, probablemente los episodios de calor extremo van a ser cada vez más frecuentes y más intensos debido al calentamiento global, lo que nos invita a buscar herramientas para tratar de estar lo mejor preparados para hacer frente a estas situaciones que pueden amenazar la salud humana.

De hecho, actualmente, ante posibles olas de calor, los gobiernos e instituciones meteorológicas emiten alertas por altas temperaturas para prevenir a la población y para ello se toman como referencia únicamente las temperaturas previstas. Sin embargo, ahora, un equipo científico del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, y de la London School of Hygiene and Tropical Medicine (LSHTM) , ha publicado un artículo en npj Climate and Atmospheric Science que cuestiona esta metodología.

Al respecto, Malcolm Mistry, investigador de LSHTM y coautor del estudio observa que “lo que puede afectar a la respuesta de una persona al calor exterior es el conjunto más amplio de condiciones meteorológicas, empezando por la temperatura ambiente, así como por la humedad del aire circundante, las condiciones de viento reinantes, la exposición al sol directo en lugar de estar a la sombra y, por último, la duración total de la exposición a tales condiciones”. “Comunicar únicamente las temperaturas máximas previstas puede no reflejar siempre el verdadero peligro de las olas de calor”, una teoría que confirman los resultados del estudio.

Es decir, que una temperatura de 35º en un lugar con una humedad baja puede producir cierta incomodidad, pero en una localización con una humedad alta, ésta puede suponer un riesgo para la salud humana.

Y eso es precisamente lo que los investigadores vieron en el estudio, en el que se tomaron los mapas de temperaturas máximas diarias en olas de calor recientes en Europa, Nortemérica y Asia y se compararon con los índices diarios de estrés térmico máximos, que es el factor que relaciona las variables meteorológicas con el estrés térmico que padecen las personas en función de la actividad que hacen, para concluir que allí donde los índices de estrés térmico revelaban el mayor riesgo no coincidían necesariamente con las zonas geográficas con las temperaturas más altas.

A modo de ejemplo, en el estudio concreto de las olas de calor en Europa en junio y julio de 2019, los investigadores comprobaron al calcular los índices de estrés térmico que, si bien el centro y noreste de España fueron las regiones que registraron las temperaturas más altas, las condiciones más críticas se vivieron en Francia, Bélgica y Países Bajos, que registraron un exceso de mortalidad de 2.500 fallecidos.

Ante esta conclusión, los investigadores piden incorporar los índices de estrés térmico en la comunicación de olas de calor con riesgo para la salud humana y, en este sentido, se muestran satisfechos con que los servicios meteorológicos de todo el mundo recurran cada vez más a dichos índices en sus previsiones meteorológicas, pero abogan porque éstos se comuniquen a la población de forma regular, como se hace tradicionalmente con las temperaturas, para que pueda tomar todas aquellas medidas preventivas indicadas para hacer frente a episodios de calor extremo con riesgo para la salud.