Salud mental y pediatría

Los perros entran en la planta de hospitalización de salud mental pediátrica de Vall d'Hebron

Desde abril, la terapia asistida con animales complementa el tratamiento clínico individualizado de los niños y adolescente ingresados con problemas de salud mental, entre los que las tentativas de suicidio y autolesiones son las principales causas de hospitalización

Cada viernes, los pacientes participan en sesiones de terapia asistida con perros
Cada viernes, los pacientes participan en sesiones de terapia asistida con perrosVall d'Hebron

Según pone de manifiesto la Organización Mundial de la Salud, uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún trastorno mental. En este contexto, hace dos años el Hospital Vall d'Hebron inauguró la planta de hospitalización de salud mental infantil y juvenil, donde en torno a siete de cada diez casos atendidos están relacionados con conductas autolesivas y tentativas de suicidio.

Si bien entre 2005 y 2017 las autolesiones eran la causa de ingreso en el 20,4% de los casos atendidos en urgencias de psiquiatría pediátrica del hospital, ahora éstas representan entre el 50% y el 70%. Y deben ser tratadas porque, pese a que pueden iniciarse como un mecanismo para gestionar la ira, la frustración o el dolor emocional, pueden ser la antesala de una conducta suicida.

Asimismo, en la unidad también son muy frecuentes los casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y los trastornos del espectro autista (TEA) y pese a que los diferentes trastornos tienen características particulares, lo cierto es que todos ellos comparten algo, como es la desregulación emocional o dificultad para gestionar las respuestas emocionales.

Menos ansiedad y más motivación

Ante esta realidad, desde el mes de abril, en la unidad se ha implementado, como complemento al tratamiento clínico individualizado, la terapia asistida con animales, en este caso con perros, puesto que ésta contribuye a mejorar la autoestima de los niños y adolescentes atendidos, a reducir el estrés y la ansiedad, a controlar la frustración y la impulsividad, rasgos todos ellos característicos de la desregulación emocional, así como ayuda a romper el hielo y las barreras de la desconfianza.

Al respecto, Núria Máximo, directora de la Cátedra de Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos, que estudia el vínculo humano-animal y cómo éste puede ser beneficioso para la salud, recuerda que "ante el repunte de intentos de suicidios y conductas autolíticas en niños y adolescentes, desde la cátedra pensamos que podríamos ayudar, ya que existe evidencia que el trabajo con animales tiene un efecto motivador que hace que estos chicos se enganchen más a la terapia y se pueda trabajar mejor con ellos los objetivos terapéuticos".

"El perro les ayuda a centrarse en el aquí y el ahora y con el animal se crean dinámicas que nos permiten trabajar mejor", añade y a modo de ejemplo menciona que "si por ejemplo un perro no comprende o no hace caso a las instrucciones que le está dando el niño, podemos ver cómo se siente y cómo se comporta ante esta situación".

En la misma línea, Bárbara Citoler, psicóloga de la unidad, asegura que "la terapia con animales refuerza el vínculo terapéutico". "Los pacientes ingresan por diferentes motivos, pero todos ellos se encuentran en un momento agudo, de manera que su capacidad para relacionarse y sus habilidades sociales están mermadas", explica Citoler, "y esa interacción con el animal, que no es tan agresiva para ellos como la que tienen con nosotros, es un primer paso hacia esa relación interpersonal".

Además, estas terapias aportan una información muy útil para el profesional. "Nos permiten ver una parte del paciente que en un contexto clínico no solemos ver; se trata de una parte más basal, más propia de cuando éste se encuentra en su vida cotidiana y no en un entorno hospitalario", explica la psicóloga, quien recuerda que "muchas veces, durante la visita, el paciente está muy centrado en lo que ha de decir y, por lo tanto, no podemos conocer cómo se desenvuelve en situaciones cotidianas".

Terapias semanales en grupo

Así pues, con el objetivo de beneficiarse de las dinámicas que se crean a partir de esa interacción con los animales para facilitar, favorecer y potenciar los efectos del tratamiento clínico, cada viernes dos integrantes del equipo de "terapeutas caninos", formado por dos golden retriever -India y Musa- y tres jack russell - Odette, Opala y Xata- acuden, junto a sus guías, a la planta de hospitalización de salud mental infantil y juvenil de Vall d'Hebron, donde, durante una hora, interactúan con los ocho pacientes, divididos en dos grupos de cuatro.

Estos grupos, tal y como comenta Citoler, "están organizados en función de las características de cada paciente, porque lo que nos interesa es que sean lo más heterogéneos posible, ya que si se repite un perfil, aumenta el riesgo de descompensación de esos pacientes por mimetizar los síntomas"

Previo al inicio de las sesiones, los guías caninos se reúnen con los psicólogos para diseñar la actividad a realizar, siempre en formato lúdico, en función de los objetivos a trabajar.

Según lo que han podido observar los profesionales del hospital, estas sesiones están dando ya sus resultados y es que, como incida Cítoler, "a mitad de semana, los chicos ya preguntan si el viernes vendrán los perros y, tras interactuar con ellos, los vemos más alegres, más complacientes, con mayor bienestar, y es que durante las sesiones conectan con su parte más de niño, desconectando del síntoma, de lo que les está pasando".

Generar evidencia

Y esos buenos resultados son los que se espera que refleje el estudio que ha motivado la puesta en marcha de esta iniciativa, financiada por la Fundación Dingonatura. Esta investigación, en la que participan la Cátedra de Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos y profesionales de Enfermería, Psicología Clinica y Psiquiatría, tiene el objetivo de medir el impacto real de la terapia asistida con animales y, para ello, los pacientes responden a unos cuestionarios antes y después de la sesión para evaluar indicadores como la ansiedad y el estado de ánimo.

Además, este estudio también recoge datos observacionales facilitados por psicólogos y enfermería, así como aquellos que pueden aportar los guías caninos acerca de la actitud de los perros y su aportación.

"Intuimos que los resultados de este estudio serán buenos", indica Máximo, quien espera que ello "sirva para mantener el proyecto, que en principio acaba a finales de año". En cualquier caso, lo que está claro es que aportará evidencia a un campo, como es el de la terapia asistida con animales en el contexto de la salud mental pediátrica, sobre el que no existen datos científicos en España.