Opinión

Un legado que se extingue

En los planes educativos actuales no hay sitio para las lenguas clásicas, griego y latín, y se rebajan, cuando no se suprimen, asignaturas como literatura o filosofía

POMPEYA (ITALIA) 11/04/2024.- Las excavaciones que se están realizando en el área arqueológica de Pompeya (sur de Italia), la ciudad destruida por la erupción del Vesubio en el año 79, permitieron el descubrimiento de un imponente salón de banquetes, de elegantes paredes negras y decorado con frescos con temas mitológicos inspirados en la guerra de Troya. EFE/Ministerio de la Cultura De Italia/Parque Arqueológico de Pompeya SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMP...
Descubren en Pompeya un imponente salón de banquetes con frescos sobre la guerra de TroyaMinisterio de la Cultura de Italia/Parque Arqueológico de PompeyaAgencia EFE

No resulta infrecuente que un hecho heroico se defina como homérico, por recordar sin duda las grandes hazañas que Homero canta en sus dos obras, la Ilíada y la Odisea. Por cierto que uno de los héroes de la primera de ellas pervive en la expresión “talón de Aquiles”, que designa, como es sabido, el punto vulnerable o débil de alguien, como lo era esa parte del pie del célebre guerrero (por dónde le iba a agarrar su madre si no cuando de niño lo sumergió en las aguas del río Estigia, que tenía la propiedad de hacer invulnerables a los que se bañaban en él; al sujetarlo así, el talón derecho no se mojó, y fue ahí donde Paris acertó a dispararle la flecha que le mató). El título de la segunda, odisea, tomado del nombre de su protagonista, Odiseo (en latín Ulises), sigue empleándose todavía hoy para referirse a un viaje lleno de aventuras y dificultades. Otro tanto ocurre con “caballo de Troya”, que alude a la persona o cosa que se introduce en una colectividad o en un proceso con la intención oculta de causar algún perjuicio, y el gentilicio troyano, que designa un virus informático capaz de alojarse en un ordenador para captar información y transmitirla a usuarios ajenos; una y otro hacen referencia al célebre caballo de madera con que los griegos o aqueos lograron infiltrarse en la ciudad de Troya, razón por la cual el citado virus debería llamarse griego o aqueo y no troyano. Y Mentor, el personaje que en la Odisea instruye a Telémaco, el hijo de Ulises, se conserva en mentor, equivalente a consejero o guía.

De la Antigüedad clásica provienen asimismo las expresiones “tirios y troyanos” (personas con ideas o intereses opuestos, en referencia a las fuertes rivalidades que surgieron entre la ciudad fenicia de Tiro y la de Troya por el control del comercio marítimo en el Mediterráneo oriental), “disciplina espartana” (esto es, “austera, estricta, severa”, en alusión a la ciudad de Esparta, que se distinguía por la formación y excelencia militar de sus habitantes), y palabras como filípica (censura o reprensión extensa y dura contra alguien, por la obra Filípicas, que recoge los discursos del orador griego Demóstenes contra Filipo, rey de Macedonia), mecenas (persona o institución que protege y favorece económicamente las actividades artísticas o literarias, en homenaje a Mecenas, el consejero del emperador Augusto que ayudó y protegió a poetas como Virgilio y Horacio) o cicerone (de Cicerón, el famoso escritor y orador latino, para nombrar a la persona que enseña y explica las curiosidades de una localidad, un edificio, un museo, etc.).

Lo anterior es solo una pequeña muestra del ingente legado de los antiguos griegos y romanos, que se transmitió y se conservó durante siglos gracias a la formación humanista impartida en los centros de enseñanza, y que hoy, empobrecida y arrinconada esa formación (en los planes educativos actuales no hay sitio para las lenguas clásicas, griego y latín, y se rebajan, cuando no se suprimen, asignaturas como literatura o filosofía), se encamina hacia el desconocimiento y el olvido.