Opinión

El libro más leído del mundo

Para la memoria universal quedarán siempre algunas frases y expresiones referentes a conocidos episodios

Lectura de la Biblia
Lectura de la BibliaPEXELS (Eduardo Braga)

Naturalmente, hablo de la Biblia, que, pese a la creciente y parece que imparable secularización de la cultura (la discordancia entre el nombre de la semana que hoy empieza y el uso que de ella se hace es un ejemplo bien cercano), sigue despertando el interés de muchos lectores. Prueba de ello es el éxito editorial de dos obras de reciente aparición, "Historia de la Biblia", de John Barton, y "El libro de todos los libros", de Roberto Calasso. El primero explora los orígenes de los diferentes libros que la forman, expone las distintas interpretaciones que ha suscitado a lo largo de la historia y muestra cómo se ha leído y utilizado desde la Antigüedad hasta nuestros días. En el segundo, que es un libro a medio camino entre la narración y el ensayo, se relatan e interpretan las historias bíblicas más importantes, como las de Abraham y el sacrificio de su hijo Isaac, los reyes de Israel –Saúl, David y Salomón– o Moisés, a la par que se reflexiona sobre algunos de los misterios y contradicciones que tanto desconcierto han provocado en los lectores del Antiguo Testamento.

Lee uno ahora estos libros y se da cuenta de cómo el discurrir de los años ha ido emborronando en la memoria algunos de los más famosos episodios, que los habíamos aprendido en las clases de Historia Sagrada de la infancia, y que, vueltos a leer, nos hacen rememorar el candor y la simplicidad con que los creíamos a pies juntillas, y eso que en la mayoría de ellos se sobrepasan los límites de la fantasía (o se bordean los de la crueldad más despiadada, como la destrucción de Sodoma y Gomorra o el asesinato de Juan el Bautista, cuya cabeza le es servida en una bandeja a Herodes Antipas).

En cualquier caso, es indudable la fascinación que la Biblia sigue provocando, no solo entre los creyentes, que la consideran inspirada por Dios (las Sagradas Escrituras, la llaman, y creen por eso que nada de lo que en ella se dice es superficial o insignificante, sino al revés, relevante e imperecedero), sino también entre los no creyentes, que la aprecian como un conjunto de grandes obras literarias. Y de géneros muy variados, además: narraciones en prosa (desde la creación del mundo, Adán y Eva, Noé y el diluvio, la torre de Babel, la historia de los patriarcas –Abraham, Isaac y Jacob–…, hasta la salida de Egipto y la conquista de la Tierra Prometida: la historia de Israel, en suma), poesías, profecías, máximas y aforismos, cartas…

Y para la memoria universal quedarán siempre algunas frases y expresiones referentes a conocidos episodios: “la zarza que ardía sin consumirse” en la que se le apareció Dios a Moisés, el modo como los judíos cruzaron el mar Rojo al salir de Egipto (“sin mojarse los pies”), “al César lo que es del César…”, el buen samaritano, el hijo pródigo…