Autora imprescindible

La literatura descarnada de Lina Menuare

La autora chilena reúne en «Avidez» su sorprendente narrativa breve

La autora chilena Lina Menuare
La autora chilena Lina MenuareIsabel Wagemann

«Avidez» es el título del nuevo libro de la escritora chilena Lina Menuare. Publicado por Páginas de Espuma, el volumen contiene buena parte de los cuentos que la ganadora del Premio José Donoso ha ido escribiendo a lo largo de los últimos treinta años, una obra que pese a la disparidad del tiempo en el que se ha ido escribiendo tiene la suficiente unidad como para tener una sorprendente e interesante unidad propia. Estamos hablando de una voces más potentes de la narrativa chilena, alguien de quien un lector tan exigente como Roberto Bolaño afirmó que la prosa de Menuare «posee una fuerte potencia literaria: surge de los martillazos de la conciencia, pero también de lo inasible y del dolor».

La autora, acompañada de su editor Juan Casamayor, estuvo ayer en Barcelona para presentar una obra en la que, como dijo el responsable de Páginas de Espuma, «los cuentos conviven muy bien. Es un libro de apenas 120 páginas, pero exigen mucho al lector que se acerca a ellos porque cuesta leerlos».

Y si cuesta es por el lenguaje directo que emplea Menuare. algo que está relacionado con su propia familia. «Es algo que tiene que mucho ver con el contexto de mis padres quienes son médicos. En casa teníamos unas sobremesas cruentas con el cuerpo como materia. Mi escritura está basada en lo que le pasa a los cuerpos. Trato que sea descarnada, como lo eran esas conversaciones, para poder describir así el cuerpo. Es algo que resulta incómodo para los lectores que nunca han pensado en eso», aseguró.

Al hacer balance de los relatos que aparecen en las páginas de «Avidez», su autora reconoció que la intervención ha sido mínima, con la excepción de la eliminación de «algún exceso de barroquismo. En esos primeros cuentos ya había algo con lo que me identificaba como autora. Me reconozco en ellos». Temas como el paso de la infancia a la adolescencia, la maternidad o la enfermedad aparecen en muchos de estos cuentos primeros como lo seguirá haciendo en la literatura de la escritor, como también otro como es el de «un hambre total, un apetito que busca la posibilidad de satisfacerse». Todo ello, ordenado cronológicamente, desde el cuento más antiguo al más moderno, ofrece un recorrido vital que va de la juventud a cuando somos mayores, «un hilo conductor para el libro, como si fuera una novela».

Hay otro aspecto importante para comprender esta narrativa y es el hecho que Menuare nació en el Chile de la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet en la que ella iba a un colegio en el que, por la tarde y sin niños y niñas, iban a entrenar los mismísimos torturadores pinochetistas.

Suele ser un hogar común el etiquetar la literatura latinoamericana en el gran saco denominado realismo mágico. Por todo ello, la escritora recuerda que el propio García Márquez aseguraba que en su literatura no hacia magia sino que hacía una descripción de las cosas que había allí. «Mi literatura no tiene magia porque lo que cuento no son cosas que no puedan ocurrir», apuntó la escritora.

En «Avidez» han quedado fuera solo unos pocos cuentos, y son los que se relacionan con Palestina, de donde son parte de las raíces de Lina Menuare. «Son cuentos con ficciones políticas que aquí no entraban», añadió la autora de «Fruta podrida» o «Sangre en el ojo».

En este contexto es lógico preguntarle si la literatura es política. A este respecto respondió que «claro que sí, siempre lo es. Incluso cuando un autor habla de que lo que hace es arte por el arte eso ya es político. Es, en este caso, la política de no posicionarte».

Para posicionarse, Menuare apuesta por la no ficción, como ha demostrado en títulos como «Palestina por ejemplo» o «Contra los hijos. Ensayo general». En este sentido, al hablar de la gran importancia que tiene la mujer como protagonista de su obra, la escritora dijo que «me gusta explorar el rango de la sensibilidad femenina. En mis cuentos lo que hay es ficción, no una voluntad de decir lo que es bueno o lo que es malo. Es el pensar en la mujer desde todas las posibilidades».