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La gran mentira del asteroide potencialmente peligroso

Por mucho que los medios insistan: no, los asteroides potencialmente peligrosos no implican necesariamente un peligro.

De vez en cuando un asteroide pasa por nuestro vecindario espacial y con él llegan los titulares alarmistas. Se habla de objetos potencialmente peligrosos y de que su impacto es “muy probable”. Esto es, por ejemplo, lo que se está diciendo de 1998 OR2, que nos visitará el próximo 29 de abril. Sin embargo, ya hemos sobrevivido a decenas de estos temibles encuentros y, o bien hemos tenido mucha suerte, o no son tan peligrosos como se dice. De hecho, es curioso que la NASA no los reporte en sus páginas oficiales como grandes alertas de interés mundial. Es más, a veces directamente no les presta la menor atención mediática. En cualquier caso y por extraño que parezca, esta supuesta despreocupación no se limita a ellos. Astrónomos profesionales y aficionados no suelen hacerse eco de estas noticias apocalípticas. ¿Qué saben ellos que a nosotros se nos escape? ¿Por qué no parece importarles? La clave está en saber qué significa exactamente “objeto potencialmente peligroso”.

Curiosamente, la primera confusión que se presenta no pertenece al mundo de la astronomía, sino al de la semántica. En contra de lo que mucha gente piensa ser “potencialmente peligroso” o “peligroso en potencia” no es lo mismo que ser “muy peligroso”. No se refiere a que sea poderosamente peligroso, sino a que tenga la potencia, la capacidad, de ser peligroso. En otras palabras, significa que podría serlo un peligro bajo determinadas condiciones. Un huevo es un pollito en potencia, pero también una tortilla, o un revuelto. Sabiendo esto la pregunta que sigue parece bastante clara: entonces ¿cómo de posible es que finalmente 1998 OR2 sea peligroso?

¿Qué significa exactamente?

Para entenderlo mejor, ahora que hemos aclarado el significado de “potencialmente”, estaría bien saber cómo define la NASA eso de “objeto potencialmente peligroso”. En principio los requisitos son dos. El primero es que el cuerpo en cuestión ya sea un asteroide, meteoroide o un cometa, vaya a pasar a menos de 0,05 unidades astronómicas de la Tierra. Dicho en kilómetros y sabiendo que una unidad astronómica equivale a la distancia entre la Tierra y el Sol, estamos hablando de 7.500.000 kilómetros. Casi como dar 190 vueltas a nuestro planeta rodeándolo por el ecuador, o como ir y volver 10 veces a la Luna, que no es poco.

La segunda condición es su magnitud absoluta (H), que es algo más difícil de entender. Básicamente, es una forma de clasificar el tamaño de los objetos en función de su brillo. Concretamente para saber cuál sería su luminosidad si estuvieran a 10 parsecs de la Tierra (aproximadamente 31.000.000.000.000 de kilómetros) y no hubiera nada que apantallara la luz entre ellos y nosotros. La magnitud absoluta mínima para considerar a un objeto como potencialmente peligroso es 22 H. Transformar esto en metros es algo más complicado porque depende de la composición de la superficie del objeto y cuánta luz rebote en él, pero imaginando que refleje el 15% que le llegue, 22H equivaldrían a algo menos de 100 metros de diámetro.

Órbita del asteroide (52768) 1998 OR2 tal y como cruza con las órbitas de los planetas de nuestro sistema solar.
Órbita del asteroide (52768) 1998 OR2 tal y como cruza con las órbitas de los planetas de nuestro sistema solar.JPL small-body database browser

Así que hablamos de objetos de más de 100 metros de diámetro que en algún momento puedan pasar a menos de 7,5 millones de kilómetros de nosotros. Y ese es el tercer punto relevante que “en algún momento” estén demasiado cerca. Tenemos que entender que, las órbitas, el trayecto que siguen estos cuerpos alrededor del Sol, es regular, como la nuestra, que completamos más o menos cada 365 días. Sin embargo, no siempre pasan a la misma distancia de nosotros, porque nos estamos moviendo a distintas velocidades. Imagina un extraño estadio con dos pistas de carreras, pero no paralelas, sino con forma de cruz. Ambas miden lo mismo y decides probarlas con un amigo. Os colocáis en las marcas y empezáis a correr. Si fuerais a la misma velocidad os cruzaríais cada vez que recorrierais la pista, pero resulta que tu amigo está más entrenado y cuando tú llegas al centro ya hace tiempo que él ha pasado de largo. Si no dejáis de correr yendo y viniendo, verás que cada vez que cruzas el centro tu amigo te adelanta un poco más hasta que, finalmente, coincidís en el medio, porque te ha sacado varias vueltas enteras de ventaja.

Con los cometas, meteoroides y asteroides ocurre lo mismo. Conocemos su velocidad y su trayectoria y podemos calcular dónde estaremos la próxima vez que se acerquen. A veces será más lejos, otras más cerca. Puede parecer difícil predecir esto, y lo cierto es que no es sencillo, pero los profesionales que se encargan de ello han desarrollado herramientas capaces de hacer cálculos mucho más finos, como los que nos permiten hacer viajes espaciales como si jugáramos al billar, calculando de antemano dónde estarán los planetas para que la sonda se dirija directamente a él, de unas vueltas aprovechando su gravedad y una vez acelerada por esta, salga para hacer una nueva carambola con uno o dos planetas más. Así pues, podemos saber cuántos objetos potencialmente peligrosos nos visitarán en los próximos 100 años.

¿Cuántos hay ahí afuera?

Aquí es cuando los datos pueden asustar, pero no nos dejemos engañar, porque no es tan sencillo interpretarlos. Conocemos más de 2.000 objetos potencialmente peligrosos que vayan a acercarse a la Tierra en los próximos 100 años. No obstante, su órbita nos ha permitido predecir que un 98% de ellos tienen una posibilidad casi nula de colisionar con nosotros. Por parte de esos 1960 objetos podemos estar tranquilos, pero ¿y los 40 restantes? Si no estamos seguros sobre que puedan colisionar con nosotros es porque, sencillamente, nos faltan algunos datos, pero, no obstante, todo apunta a que tampoco suponen ningún riesgo para la vida. Lo cual nos lleva a aclararnos la garganta y sacar del pecho la pregunta que nos tiene el alma en vilo: ¿el asteroide que pasará el 29 de abril es parte de ese 2%?

No, no lo es. El asteroide 1998 OR2 cumple los criterios de objeto potencialmente peligroso porque pasará a 6 millones de kilómetros y mide 1,7 por 4,1 kilómetros en su diámetro menor y mayor respectivamente. Sin embargo, conocemos bastante bien su órbita y por eso sabemos que no se desviará significativamente de esos 6 millones de kilómetros a los que pasará de nosotros, una distancia en la que cabrían 500 tierras como las nuestras. Ni con un error de 3 millones de kilómetros estaríamos siquiera cerca de correr algún peligro. Podemos respirar aliviados, aunque ¿y otros asteroides? Hemos visto que no todos pasan a la misma distancia, así que, ¿cómo podemos cuantificar el potencial peligro de estos objetos?

La respuesta es un clásico de las ciencias cuantitativas: utilizando escalas. En este caso, la escala más comprensible es, posiblemente, la de Turín. En esta se establecen 10 niveles de riesgo. El 0 es riesgo nulo, el 1 se considera un evento normal, del 2 al 4 se engloba a los merecedores de atención por parte de los astrónomos, entre el 5 y el 7 se clasifican los casos preocupantes y del 8 al 10 las colisiones seguras. Sabiendo esto: ¿cuál crees que es el récord? El objeto más peligroso que hemos detectado hasta la fecha.

Pues la respuesta tiene truco, porque históricamente, el asteroide 99942 Apophis llegó a ser valorado como un 4 en la escala de Turín, lo cual significa que las posibilidades de que impactara superaban el 1% y podía haber causado un grave daño regional. No obstante, desde aquellos cálculos ha mejorado nuestro conocimiento sobre Apophis, la incertidumbre ha disminuido y ahora se considera un 0 de Turín.

Escala de Turín, una alternativa a la escala de Palermo que nos ayuda a cuantificar la posibilidad la peligrosidad y en la que 2009 JF1 tiene un valor de 0.
Escala de Turín, una alternativa a la escala de Palermo que nos ayuda a cuantificar la posibilidad la peligrosidad y en la que 2009 JF1 tiene un valor de 0.Mortadelo2005

Dejando a un lado este suceso, nunca se ha encontrado un asteroide, meteoroide o cometa que supere el 1 de Turín, que traducido significa que sus probabilidades de colisionar son tan bajas que no merece que nos preocupemos por ellas. Y bueno, por si quedaban dudas, 1998 OR2 es un 0 en la escala de Turín.

Así que no, no será necesario que reunamos a Bruce Willis y su tripulación porque ningún asteroide o cometa amenace la vida en nuestro planeta. Bastantes problemas tenemos aquí en la Tierra como para sumarle el justiciero impacto de una roca espacial kilométrica, digan lo que digan los titulares.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No, 1998 OR2 no chocará con nosotros el próximo 29 de abril. Ni siquiera pasará “cerca”.
  • La NASA no ha alertado sobre la posibilidad de que este asteroide impacte contra nosotros, de hecho, puede comprobarse la ausencia de alertas en su página.
  • Existen otras escalas más precisas que la de Turín, pero también mucho más técnicas y difíciles de entender en profundidad, como la escala de Palermo.

REFERENCIAS (MLA):