Biodiversidad

Las abejas se extinguen ¿estamos ante el fin de la agricultura?

Cada vez hay más voces anunciando el fin de las abejas y, por lo tanto, de muchos de nuestros cultivos ¿Cuánto hay de verdad?

Abeja llena de polen
Abeja llena de polen(mirey 2222 / Pixabay)Creative Commons

De entre todos lo insectos, las abejas son, tal vez, las que tienen mejor fama. Nos asusta su picadura, pero nos caen en gracia porque hacen miel y eso nos encanta. El caso es que, si somos justos, a las abejas les debemos mucho más que eso. Ahí donde las vemos, buscando néctar de flor en flor, están fecundando todo tipo de plantas, impregnándose con su polen y dejándolo a su paso. Eso significa que buena parte de nuestra agricultura se basa en ellas y, para que una planta de semillas tiene que haber sido fecundada previamente, puede que por un insecto que, posiblemente, haya sido una abeja. Para ponerlo en cifras, más del 80% de las especies vegetales que cultivamos necesitan ser polinizadas por abejas. Es más, estas plantas no solo nos alimentan a nosotros, sino que forman parte de la dieta de nuestro ganado. De las abejas, en cierto modo, dependen nuestras verduras y nuestra carne. Ahora bien… ¿qué ocurriría si desapareciesen?

Es posible que hayas escuchado decir que las abejas están desapareciendo, que cada vez hay menos e incluso, que están en peligro de extinción. Dicen en los mentideros que la causa es un misterio y que las consecuencias pueden ser devastadoras. A decir verdad, si todo lo anterior fuera cierto, las consecuencias sí serían realmente asoladoras. Se avecinaría una hambruna como jamás hemos conocido y la economía se resquebrajaría hasta sus cimientos. Ahora bien… ¿son ciertas las premisas? ¿Realmente se están extinguiendo las abejas? Por suerte, no es cierto, aunque, por desgracia, tampoco es del todo mentira. Todo depende de las abejas en las que estemos pensando, porque hay muchas más de las que nos imaginamos.

El truco de la desaparición

La práctica totalidad de personas de este planeta, cuando escuchan “abeja”, piensan en ese insecto negro con rayas amarillas (realmente pardas) que vive en grandes colmenas y produce miel. Esas abejas son solo una de las muchas especies que existen y si las conocemos tan bien es porque son nuestra abeja, la que hemos domesticado a lo largo de los milenios. Ya había representaciones de abejas domésticas en el arte que hacían los antiguos egipcios y, si los arqueólogos están en lo cierto, hace 10.000 años que las utilizamos en nuestro beneficio. El nombre de esa abeja es Apis mellifera y, lejos de estar en peligro de extinción, lo cierto es que está en su era dorada.

Ahora mismo hay, sobre la faz de la Tierra, más abejas domésticas de las que han existido nunca. Y tiene sentido, porque se trata de un animal con el que comercializan los apicultores, que se vende y se cuida para mantener una industria a escala global. Nosotros hemos multiplicado a las abejas domésticas hasta puntos inimaginables. Por supuesto, es cierto que, en los últimos años, algunos registros indican que las poblaciones han disminuido ligeramente. Para ser más específicos: que la cantidad de abejas que no superan el invierno es un poco mayor a la normal (que es naturalmente alta). El cambio climático, los pesticidas y algunas plagas como los famosos ácaros varroa son, en parte, causantes de este descenso, pero se quedan muy lejos del peligro al que se enfrentan el resto de las abejas.

El verdadero peligro

Según han confirmado los últimos estudios, quienes sí están en riesgo de extinción son algunas de las otras especies de abejas. Especies que también se encargan de polinizar en el mundo silvestre, pero de las que no son las que tenemos en mente al pensar en abejas, por lo general. Los expertos calculan que existen muchas más de 20 mil especies de abejas en el mundo, la mayoría de ellas solitarias, o dicho de otro modo: que no construyen colmenas ni producen miel. Los abejorros, por ejemplo, son abejas. Y entre todas estas especies, algunas están desapareciendo por motivos entre los que se encuentra la destrucción de entornos naturales y, por lo tanto, la pérdida de biodiversidad vegetal y, por lo tanto, de sus fuentes de alimento.

Así que no estamos ante el fin de la agricultura, ni muchísimo menos. De hecho, sería un error valorar la importancia de una especie solo por lo que nos aporta a nosotros. Estamos ante un problema diferente y, en cierto modo mayor, una pérdida de biodiversidad masiva que afecta a incontables seres vivos entre los que, cómo no, se encuentran las abejas.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Algunas personas, preocupadas por las noticias sobre la extinción de las abejas, han decidido organizarse y poner colmenas de abejas domésticas en sus jardines. Por desgracia, como intuiremos, esto no resuelve en absoluto el verdadero problema, que implica a otras especies. Es más, el efecto podría ser incluso negativo.

REFERENCIAS (MLA):