Tecnología

5 bulos sobre la inteligencia artificial

Cada vez hay más desinformación sobre las IAs y en este artículo atajamos cinco malentendidos frecuentes

Con tomografías computarizadas de los pulmones se puede mejorar la prevención de múltiples enfermedades
Representación artística de la inteligencia artificialDreamstime

Nunca ha habido tanta información disponible sobre la inteligencia artificial, pero con esta fiebre también ha prosperado la desinformación. Hace tan solo 5 años, “IA” era un término poco conocido con el que solo estaban familiarizadas dos tipos de persona, los expertos y los aficionados a la ciencia ficción. En aquel momento la entrada sobre inteligencia artificial en la Wikipedia era legible en un tiempo razonable. Los bulos, por lo tanto, también eran pocos, porque la mayoría estaban fundamentados en la ciencia ficción y la población no se preocupaba demasiado por ellos. ¿Nos destruirían las máquinas? ¿Era la IA una suerte de conciencia digital?

Ahora que la tecnología se ha popularizado y que el monstruo mediático ha entrado al ruedo, todo es mucho más complejo. La amplia mayoría de personas sabe (más o menos) qué es una IA o, al menos, que no está deseando el fin de nuestra especie. Las inteligencias artificiales ya formaban parte de nuestra vida hace años, pero no es lo mismo tenerlas en los motores de búsqueda de una plataforma que, hacer toda una aplicación en torno a ellas. Son situaciones completamente diferentes donde nuestra interacción cambia por completo y, por lo tanto, nuestras inquietudes también lo hacen. Los nuevos bulos sobre esta tecnología son mucho más sutiles y tienen más que ver con lo social. Estos son los cinco principales bulos sobre las inteligencias artificiales y por qué no debemos hacerles mucho caso.

Podemos distinguir su contenido

Son muchas las profesiones que están desarrollando cierto amor-odio por la inteligencia artificial, pero, posiblemente, la docencia sea una de las principales representantes de este grupo. Por un lado, los profesores se han dado cuenta de que la IA es una gran herramienta de apoyo para generar exámenes, escribir correos e incluso para corregir trabajos. Por otro lado, también se han percatado de que para sus alumnos también tiene ventajas y que pueden escribir con ella trabajos enteros. No obstante, algunos profesores se dieron cuenta de que podían copiar el texto de sus alumnos y preguntarle a una IA si ella había escrito esas frases.

Y lo cierto es que la IA respondía. Habría sido una idea fantástica si no fuera que, en realidad, la IA no funciona así. Chat GPT, por ejemplo, que es el modelo de lenguaje que más se ha popularizado en los últimos meses, no puede acceder al contenido creado por otros usuarios desde tu cuenta, no tiene acceso a esa información ni ha sido entrenada con ella. De hecho, Chat GPT ha aprendido a hacer todo lo que hace con una base de datos de 2021, por lo que no puede tener información posterior a esa fecha.

La IA no es realmente creativa

Otro comentario frecuente es que la inteligencia artificial no puede crear nada nuevo u original. Que solo copia y mezcla lo que han hecho otros. Efectivamente, las inteligencias artificiales se entrenan a partir de una gran base de datos con ejemplos de aquello que deben aprender. Por ejemplo: imágenes correctamente identificadas si queremos que reconozcan objetos, o textos si queremos que escriban.

En esa inmensa fuente de información, ellas encontrarán ciertas tendencias, conjuntos de pixeles que, cuando se presentan de tal forma asocian una palabra concreta o conjuntos de palabras que, aunque no sean consecutivos, asocian otra palabra determinada en un punto exacto de la frase. Por lo tanto, cuando les pedimos que creen algo, están tomando tendencias que han encontrado en el contenido de otros y, a veces, esas tendencias son calcos de una obra relativamente relevante, sea por el motivo que fuere. Sin embargo, eso es más o menos lo que hacemos nosotros de forma inconsciente. Incluso nuestras creaciones más lisérgicas parten de una serie de elementos reales. La verdadera cuestión no es tanto cómo crea, sino la falta de valores que hacen que se aleje deliberadamente del arte de otros y eso es más fácil de programar.

Nos dejará sin trabajo

Aquí, en realidad, los bulos son dos. Y lo más interesante es que son bulos incompatibles, extremos cada uno en su lado del espectro. Unos vaticinan que las inteligencias artificiales nos arrebatarán el trabajo sin contemplaciones y que, en cuestión de un par de años, una gran cantidad de personas habrán sido despedidas. Por otro lado, están quienes afirman que las inteligencias artificiales no supondrán el menor problema laboral y alegan que, a fin de cuentas, ya hemos sobrevivido a muchas revoluciones tecnológicas que, aparentemente, iban a dejarnos en paro y que nos hemos adaptado a ellas.

Es innegable que la inteligencia artificial ya hace una serie de cosas con la misma calidad que un ser humano o, lo que es más interesante para las empresas: con una calidad que el cliente no podría distinguir de la humana. Habrá sustitución, por lo tanto y, sin duda, nos adaptaremos a ella encontrando nuevos trabajos, pero para que llegue esa estabilización hace falta que pasen unos años y, si la sustitución es más rápida (y lo será), habrá mientras tanto unos años de zozobra en los que algunas personas perderán sus trabajos y tendrán que “reinventarse”, algunas a edades tempranas, pero otras hacia el final de su vida laboral.

Los medios exageran su progreso

Puede parecer que, aunque haya diferencias de opiniones en mil temas relacionados con la inteligencia artificial, hay una cuestión que nos une a todos en el mismo barco: que está evolucionando a toda velocidad. Pues resulta que no. Hay negacionistas del progreso de la inteligencia artificial, gente que está convencida de que los medios mienten y que estamos en gran burbuja de expectativas a medio cumplir. Estos seres humanos, desconfiados por naturaleza, están acostumbrados al bombo y platillo de los medios y, por lo tanto, a que la realidad les decepcione. Sin embargo, puede que estemos ante una rara excepción en la tendencia mediática.

El campo de la inteligencia artificial está evolucionando tan rápido que sorprende incluso a los propios expertos. Ya no hablamos del eco mediático que se crea, sino en el criterio que forman profesionales a partir de los artículos científicos y los productos que ofrecen diferentes empresas. Hace años que la dinámica es más o menos la siguiente: los expertos juzgan que la IA está avanzando muy rápido, estiman cuándo tendrá lugar el próximo hito asumiendo que tardará muy poco y, finalmente, acaban sobreestimando el tiempo que nos separa de ese hito, quedándose largos ya no por meses, sino por años.

Comprende lo que le dices

Es difícil hablar con corrección cuando nos preocupamos hasta por las connotaciones más finas de nuestras palabras y, con un tema tan complejo y sensible como es la inteligencia artificial, más nos vale preocuparnos por los detalles. Por ejemplo, es frecuente que se nos escapen cosas como: “La IA entiende lo que le dices […]” o “La IA sabe que estas palabras son […]”. En realidad, la IA ni entiende ni sabe nada. No hay motivos teóricos para pensar lo contrario y, desde luego, tampoco tenemos pruebas de ello. En neurociencia, esa capacidad de saber y reflexionar sobre los procesos mentales se conoce como metacognición y, hasta donde sabemos, la IA no cuenta con ella.

Las inteligencias artificiales no son más que matemáticas y no debemos olvidar eso. Matemáticas complejas con las propiedades adecuadas para que, mediante determinadas operaciones, puedan almacenar información y luego ofrecer resultados interesantes. No hay voluntad en ellas, ni para bien ni para mal. Así que más que comprender, simplemente simulan. Simulan comportamientos inteligentes a partir de los patrones que encuentran en nuestro comportamiento y nuestras creaciones. La pregunta es, por lo tanto, cómo es posible que algunas de nuestras actividades más humanas sean tan imitables.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Hay dos cuestiones importantes ahora mismo sobre la mesa. Por un lado, están el interés en las habilidades de las inteligencias artificiales y, por otro, la preocupación por que el progreso sea ético. Por ejemplo, por un lado, es digno de celebrar que los tecnólogos hayan desarrollado inteligencias tan sofisticadas como para crear imágenes, pero, por otro, debemos preocuparnos de las implicaciones sociales de que, por ejemplo, plagien algunos dibujos o de cómo afectará al mercado laboral.

REFERENCIAS (MLA):

  • OpenAI (2022) CHATGPT: Optimizing language models for dialogue, OpenAI. OpenAI. Available at: https://openai.com/blog/chatgpt/ (Accessed: December 22, 2022).