Apagón
Como civilización...¿Cuánto duraríamos sin luz?
Marc Elsberg, director de la Agencia de Redes Eléctricas de Alemania, ha hecho una estimación. Y es menos de lo que pensamos.
A menudo se dice que la realidad supera la ficción. Aunque a veces también juegan a anticiparse entre ellas. Eso es lo que podría ocurrir con Blackout, la novela de 2012 publicada por Marc Elsberg, el director de la Agencia de Redes de Alemania (el regulador de la red eléctrica en el país). El libro de Elsberg describe un apagón en toda Europa provocado por un ciberataque. Para mayor realismo, el libro se basa en entrevistas con funcionarios de inteligencia y seguridad informática.
La novela comienza con un colapso de las redes eléctricas en todo el continente, sumiendo a la población en la oscuridad. El prolongado corte de electricidad causa graves problemas: falta de gasolina, teléfono, comida en los supermercados, cajeros automáticos inoperativos, desastres nucleares, etc.
El libro se convirtió en un éxito de ventas y se tradujo a más de 15 idiomas. Sus lectores descubrieron que hoy en día casi nada funciona sin electricidad: desde el suministro de agua hasta los surtidores en las gasolineras. Al igual que toda España en apenas 3 horas.
Elsberg comenzó a trabajar en el libro en 2008. Justo antes de terminarlo, la Oficina de Evaluación Tecnológica (TAB) de Alemania publicó su propio estudio científico sobre cómo sería un apagón prolongado (PDF en alemán). Titulado La vulnerabilidad de las sociedades modernas: un estudio de caso de un apagón a gran escala, el estudio reveló muchos datos alarmantes.
Por ejemplo, la gente no solo se quedaría sin agua potable, sino que las propias tuberías se contaminarían irreparablemente en cuestión de semanas. El caos se desataría rápidamente porque todas las formas de comunicación (teléfonos móviles, radio, televisión, internet, etc.) dejarían de funcionar, y la gente se quedaría sin pilas para sus dispositivos.
Quienes contaban con generadores de emergencia se quedaban sin combustible porque las autoridades confiscaban el suministro disponible (las gasolineras requieren energía) para los servicios de emergencia.
“Debido a la penetración casi completa de dispositivos eléctricos en nuestros entornos de vida y trabajo – señala el estudio -, las consecuencias de un corte de electricidad generalizado y prolongado provocarían una situación de daños de una calidad particularmente alta. Todas las infraestructuras críticas se verían afectadas y sería casi imposible prevenir un colapso de la sociedad en su conjunto”.
Elsberg tuvo en cuenta algunos hallazgos del estudio en su novela, pero afirma que, en esencia, ya había descrito bien la situación. Durante los primeros días, la gente lidiaba bien con las molestias. Todos tenían algo de comida y agua en casa, y los supermercados también tenían provisiones para varios días. Pero sin electricidad, no se podía retirar dinero del banco. Se producía una avalancha de compras y los precios se disparaban rápidamente. Las cosas innecesarias para sobrevivir se volvían inútiles, mientras que la comida y el agua se volvían inasequibles.
Después de los primeros días, la gente comenzaba a morir de hambre. Los fuertes empezaban a imponer su voluntad a los débiles; el Estado de derecho se derrumbaba y quienes tenían armas las usaban. A las dos semanas del apagón, la civilización colapsaba.
La “buena noticia”, por así decirlo, es que ni el estudio del organismo alemán ni la novela de Elsberg se centran mucho en el papel de las energías renovables distribuidas es el factor más ignorado en la novela de Elsberg. Pero la energía solar solo es buena si el techo y las paredes siguen intactos. Por otro lado, si tu casa es la única con electricidad, los vecinos pronto vendrán y te pedirán que compartas la luz, posiblemente a punta de pistola.
En la novela de Elsberg, la primera acción del gobierno cuando se restablece la electricidad después de 13 días es una amnistía general; no se investigará ningún delito cometido durante el apagón. Los tribunales no habrían podido manejar todos los casos.