Espacio
Este detalle que la ciencia había pasado por alto podría suponer la existencia de vida en Venus
El planeta vecino, Venus, podría albergar la llave de una de las grandes incógnitas de la astrofísica actual
La posibilidad de vida más allá de la Tierra siempre ha sido una constante en la investigación científica. Primero fue Marte el planeta que centró las investigaciones acerca de la posibilidad y posterior descarte de la existencia de vida en él. Ahora, el foco se pone sobre Venus, un mundo que, a primera vista, parece completamente hostil a la vida.
Sin embargo, ciertas anomalías en su densa atmósfera han reavivado el debate. La presencia de gases inexplicables sugiere que, contra todo pronóstico, algún tipo de microorganismo podría subsistir en sus nubes.
Este enigma ha impulsado un ambicioso proyecto espacial. La ciencia se prepara para desvelar un misterio que podría redefinir nuestra comprensión del universo y que se dirime en paralelo a otros estudios como el que plantea que Venus podría esconder varios asteroides en su órbita.
El enigma de la atmósfera venusiana: ¿Huellas de vida?
Durante el último lustro, científicos han identificado en la atmósfera de Venus la presencia de dos compuestos de considerable intriga: fosfina y amoníaco. En nuestro planeta, ambos gases se asocian a procesos biológicos o actividades industriales.
Lo notable es que no existe explicación conocida que vincule la aparición de estos compuestos en Venus con fenómenos químicos o geológicos naturales. Esta ausencia de un origen convencional alimenta la hipótesis de actividad biológica, según apuntan desde Scitech Daily.
Ante esta situación, la Profesora Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff, junto a su equipo, desarrolla una iniciativa para estudiar el misterio con mayor proximidad. Su propuesta, VERVE, se presentó en la Reunión Nacional de Astronomía de 2025.
Una misión ambiciosa hacia el planeta vecino
El concepto VERVE (Venus Explorer for Reduced Vapours in the Environment) contempla una sonda del tamaño de un CubeSat. Su presupuesto, de unos 50 millones de euros, le permitiría acoplarse a la misión EnVision de la Agencia Espacial Europea, prevista para 2031.
Una vez en Venus, VERVE se desprendería para su investigación independiente. Su objetivo principal: mapear fosfina, amoníaco y otros gases cuya presencia no se espera de forma natural en la atmósfera venusiana.
La Profesora Greaves ha señalado que sus datos recientes hallaron "más indicios de amoníaco en Venus", sugiriendo su presencia en las zonas habitables de las nubes. La única vía para certificar su origen es la exploración directa.
La detección inicial de fosfina en 2020 generó debate. Sin embargo, el proyecto JCMT-Venus rastreó la firma del gas, confirmando su existencia y variabilidad según el ciclo día-noche y la posición en el planeta, como indicó el Dr. Dave Clements.
Además, se anunció la detección tentativa de amoníaco en Venus el año pasado. En la Tierra, este gas se genera principalmente por actividad biológica, lo que añade más interrogantes sobre su origen en un planeta tan extremo.
Aunque la superficie de Venus registra temperaturas cercanas a los 450 grados Celsius, a unos 50 kilómetros de altitud las condiciones son diferentes. Las temperaturas oscilan entre 30 y 70 grados Celsius, con presión atmosférica similar a la terrestre.
Bajo estas condiciones, sería plausible que ciertos microbios extremófilos pudieran sobrevivir, quizás como remanentes de un pasado venusiano más templado. La única manera de confirmar estas hipótesis es enviar una sonda que lo averigüe. Se esperan nuevas publicaciones científicas con más datos este año.