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Niños con miedo al pronóstico del tiempo, las otras secuelas de la gota fría

Los psicólogos advierten del incremento de menores con pánico a la lluvia

Niños con miedo al pronóstico del tiempo, las otras secuelas de la gota fría
Imagen de archivo (13/09/19) del rescate de niños en un barrio de Almoradí durante la DANA del pasado mes de septiembre.MORELLEFE

Dos meses después, el paso de la DANA que anegó la Vega Baja y causó tres muertos sigue dejando un rastro de secuelas más allá de las cicatrices en el territorio: los psicólogos advierten del incremento de niños con un miedo desmesurado a la lluvia y al pronóstico del tiempo.

La voz de alerta la ha dado a EFE la coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) del Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana en Alicante, Teresa Marín, una de las profesionales que formó parte del operativo desplegado durante este episodio de lluvias para atender a los familiares de las víctimas mortales de estas inundaciones.

Marín advierte del crecimiento de casos clínicos de ese "temor por empatía" que se ha generado entre los niños, especialmente entre los de 9 a 12 años, a consecuencia de la exposición a los medios de comunicación y las redes sociales, pero sobre todo a las reacciones, en ocasiones exageradas de su entorno, del que forman parte esencial los padres. En esta edad, según Marín, los niños desarrollan la moralidad y hay un incremento del miedo a la muerte.

"Hasta ahora habíamos atendido en consulta casos aislados de miedos a las tormentas o al viento, pero esta ansiedad que se ha producido con la DANA ha sido importante. Incluso desde los colegios nos han solicitado pautas sobre cómo actuar cuando los niños se asustan", revela."Algunos de ellos han desarrollado este miedo excesivo, denominado 'temor por empatía', ya que es un suceso que no se ha dado a miles de kilómetros, sino en su entorno más cercano, en sitios que conocen y transitan a diario y, ahora, en cuanto caen cuatro gotas o ven los árboles moverse por el viento, se asustan".Y advierte: "Con estos niños hay que intervenir, porque les pueden quedar secuelas".

Los afectados por estos miedos han estado, además, "expuestos a los medios de comunicación, visualizando imágenes de esos lugares que les son familiares y con los que tienen conexiones emocionales, de ahí la empatía", señala a Efe Marín.

Además, en ocasiones, "sin ser conscientes de que se alimenta el temor, los progenitores informan a los niños sobre la previsión meteorológica, o son ellos directamente quienes lo hacen en las redes sociales de forma inmediata y a cualquier hora del día, creándose en ellos una mayor ansiedad".

Por otra parte, esta psicóloga lamenta que "algunos medios de comunicación han sido excesivamente sensacionalistas a la hora de informar sobre lo sucedido. Siempre se tiende a subrayar el drama, y eso los niños, especialmente los que viven en la zona, lo viven con mucha ansiedad".

Durante estos dos últimos meses, los psicólogos del GIPEC-Alicante han facilitado recursos a los centros educativos para trabajar con los menores que puedan presentar estos miedos. Entre las pautas que recomienda Marín para hacer frente a esos miedos, además del control del acceso a las nuevas tecnologías, insiste en "el especial cuidado que deben tener los adultos a la hora de referirse a las consecuencias de los fenómenos atmosféricos y cuidar el lenguaje no verbal"."Los padres han de tener paciencia, escuchar las preocupaciones de sus hijos y explicarles sus dudas sobre la climatología y sus efectos -aconseja-, decirles que vivimos en zonas donde existe un gran control sobre las emergencias, que hay fenómenos puntuales, pero que todo funciona con normalidad".

Si con estas pautas los menores siguen con malestar físico o emocional, lo más recomendable es consultar con un especialista, que puede ofrecer técnicas de relajación y autocontrol, y trabajar los pensamientos e imágenes que puedan estar generándolo. Marín es perito forense de la Administración de Justicia, docente en el Instituto de la Mujer y también para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, experta en prevención del suicidio, voluntaria del GIPEC y de Psicólogos sin Fronteras.

Su intervención -junto con la de otros compañeros- en Orihuela y sus alrededores, y especialmente con la familia del hombre holandés que murió tras ser arrastrado por el agua en Dolores y cuyo cuerpo fue hallado tres días después, fue objeto de agradecimiento especial por parte de la embajada de los Países Bajos en España.

En su discurso no hay lamento alguno relacionado con la penosidad de su labor ni las horas de incertidumbre o espera, pero sí por la falta de reconocimiento y retribución económica hacia quienes, como ella, frecuentemente sacrifican días de vacaciones o exprimen sus agendas sin cobrar siquiera un mínimo por desplazamientos.