Análisis

La oportunidad de superar las barricadas en la agenda ambiental

El ecologismo simplifica enormemente las opciones que como sociedad tenemos obligando a elegir entre su agenda o la amenaza del fin del mundo

Vista de la presa de Buseo, a 11 de diciembre de 2024, en Chera, Valencia, Comunidad Valenciana (España). El Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat Valenciana vigila, desde las pasadas lluvias torrenciales causadas por la DANA, el estado de la presa del embalse de Buseo, ubicada en el término municipal de Chera, que se mantiene en niveles estables y sigue descendiendo el nivel del agua. 11 DICIEMBRE 2024;COMUNITAT VALENCIANA;VALENCIA;VALENCIANO;PRESA;DANA; Rober Solsona / E...
Pampols y Barrachina visitan la presa de Buseo en Chera (Valencia) Rober SolsonaEuropa Press

A lo largo de la legislatura europea que acaba de finalizar se ha constatado una ambiciosa y amplia agenda ambiental que de forma progresiva ha sido objeto de crecientes críticas tanto internas como externas y que han acabado cristalizando en un simplista debate sobre el grado de ambición ambiental por el que apuesta la UE. El mundo rural y las actividades primarias han catalizado un creciente descontento que se enmaraña con los intentos de actores marginales para bien atraerlos y crecer electoralmente o pretender que la sociedad solo tenga que escoger entre dos menús, o el medio ambiente o la reacción deviniendo un potente factor que se suma a la ya considerable polarización existente. La actual crisis pesquera en el Mediterráneo europeo es solo su último exponente.

Un ejemplo de esta es la propuesta de la actual sucesora de Timmermans en la Comisión de prohibir la caza cuando accedió al Gobierno cuando se trata de una competencia exclusiva de las comunidades y como tal, no se puede erosionar hasta el grado de dejarla carente de contenido obligando, en todo caso, a una reforma tanto de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía. En este contexto debe recordarse que actualmente la primera o segunda causa de accidentes de circulación en vías secundarias es por choque con jabalíes y cérvidos debido a sus excesivas poblaciones.

Antes de caer en esta peligrosa trampa es conveniente analizar la consistencia de esta pretendida dicotomía y sus causas. La política ambiental, quizás por tratarse de un ámbito de política pública reciente, se caracteriza por algunas singularidades considerablemente anómalas como una enorme afectación a prácticamente todas las actividades humanas y, por lo tanto, de transversalidad lo que aplicado a gobiernos de corte cartesiano comporta una alta probabilidad de fricciones. Al no asumir la responsabilidad completa de estos ámbitos (agricultura, industria, transportes,…) sino solo la dimensión ambiental, indolentemente se ignoran los efectos indeseados sean de tipo social, económico, legal o de riesgos sobre los diferentes sectores afectados. Ningún otro campo de política pública se limita a poner limitaciones a los demás que desde ese momento devienen los responsables en exclusiva de su cumplimiento ensalzándose no a quien más esfuerzo realiza y/o resultados consigue, sino al que es más osado obligando en mayor medida al resto de actores emulando al Capitán Trueno. Por ello es muy habitual recurrir a procesos internacionales para imponer estándares que nunca pasarían por el control de los otros Ministerios y del legislativo pero que acaban siendo ineludibles con el paso del tiempo.

Si p. e. la densidad de una especie disminuye, se acusa a los agricultores, pescadores, gestores forestales o cazadores por ello, pero nunca a las propias políticas ambientales cosa que sí haríamos en las clásicas políticas sectoriales.

Otra anomalía es que si el objetivo básico de toda política ambiental es minimizar los efectos externos negativos (por ejemplo, minimizar residuos y contaminación) y maximizar los positivos (secuestro de carbono, regulación hídrica), la política ambiental se ha limitado solo a la primera parte mediante prohibiciones y presión fiscal mientras que la segunda ha sido sistemáticamente olvidada e incluso aplicada perversamente apelando al principio de adicionalidad según el cual, si un actor ofrece desde hace tiempo y de forma gratuita vitales servicios ambientales para el conjunto de la sociedad, por ejemplo, un propietario forestal sea municipal o privado, ha de seguir haciéndolo so pena de ser castigado si baja la provisión de estos. Este proceder bien se podría definir coloquialmente como el síndrome de la abuela que calladamente ha estado proveyendo los servicios clave a su familia sin reconocimiento alguno hasta que el resto de la familia se percata de ello, eso sí, cuando nos deja.

El ecologismo simplifica enormemente las opciones que como sociedad tenemos obligando a elegir entre su agenda -la que ha impuesto vía el exvicepresidente de la Comisión Europea Timmermans- o la amenaza del fin del mundo en un "déjà vu" que bien recuerda el manido recurso por parte de las religiones en su apogeo instrumentalizando la mala conciencia de muchos. En esa polarización interesada no caben matices y menos el mundo rural y las actividades primarias base de la bioeconomía proveedora de estratégicos alimentos, biomateriales renovables y servicios ambientales. Pese a que es aquí donde se encuentra buena parte de la salida a la crisis global, no solo ambiental, no le interesa un alto número de actores dispersos en un vasto territorio, poco manipulables y que pueden poner en duda muchos axiomas ecologistas frente a una sociedad urbana, desarraigada de sus históricas raíces rurales y totalmente desconocedora de como funciona su entornohasta llegar a dudar de como puede haber una inundación si en el lugar concreto apenas ha llovido.

Todo ello se ve reforzado por determinadas disciplinas científicas básicas poco consolidadas y que se caracterizan por la sobreactuación y el activismo aplicando metodologías poco solventes y excluyendo a otras disciplinas necesarias para poder analizar integralmente algo tan complejo como el territorio y su milenaria huella humana.

Urge por tanto aprovechar el reseteado de la nueva Comisión y Parlamento Europeos incluido el claro aviso de los electores para liberarse del espejismo del alineamiento automático entre la ambición de los objetivos ambientales y los resultados de las políticas. Si realmente queremos conseguir lo antes posible la neutralidad de emisiones de CO2 deberemos comparar el desempeño de cada uno de los 27 países de la UE y, casualmente, hay un país que destaca y por mucho. Suecia tiene la ratio menor de emisiones netas de CO2 por habitante, unidad de PIB y energía consumida a escala europea. De hecho, era el modelo hasta hace bien poco, pero como su gobierno cambió -extremo natural en una democracia- de repente, aunque las causas del éxito mencionado vengan de lejos, ahora ya no se cita.

La principal causa es que dispone de amplios recursos forestales que se gestionan en un porcentaje muy alto por una industria de la madera muy eficiente además de disponer en las montañas que la separan de Noruega de bastantes embalses de los que obtiene abundante energía hidroeléctrica. Como no toda la madera se puede usar para construcción, mobiliario, papel o textiles, la fracción de peor calidad se destina a uso energético, pero no para electricidad sino principalmente para calefacción a través de calderas de distrito o municipales lo que permite una alta eficiencia energética pero también reduce considerablemente las importaciones de energías fósiles.

¿Por qué se ignora este ejemplo que podría ser inspirador para muchas de las zonas menos pobladas de la UE y, especialmente, España? Porque al ecologismo por mucho que a veces haga cierto ejercicio de funambulismo no le gusta la gestión forestal y prefiere que los bosques se asilvestren y se recuperen unos espacios salvajes que no hemos tenido en nuestros lares desde hace más de 100.000 años además de defender el derribo sistemático de todos los embalses, azudes y demás elementos no naturales en los ríos y barrancos que junto a sus vitales funciones de regulación hidrológica (asegurar disponibilidad de agua en períodos de sequía, proveer de electricidad renovable, prevenir inundaciones,…) muchos tienen su origen en época musulmana constituyendo un valioso patrimonio cultural y referencia del regeneracionismo.

En un libro recientemente publicado bajo el título "Ecomitos", uno de nuestros científicos más citados internacionalmente, Víctor Resco, profesor de la Universitat de Lleida, enumera numerosos mitos ambientales frecuentemente citados que constituyen una rémora para avanzar realmente -y no virtualmente- en los indicadores ambientales. Lo ambiental no es algo segregado de las demás dimensiones como la social, cultural o económica y la mayor parte de retos se caracterizan por su transversalidad requiriendo una visión integradora capaz de resolverlos y donde no podemos limitarnos a poner deberes a los demás sin asumir responsabilidad alguna. Construir soluciones "win-win" es mucho más eficiente, pero requiere de actitudes más proactivas y prácticas capaces de identificar cualquier oportunidad.

Citando al ex primer ministro socialista de Suecia, Göran Persson, hay que dejar de ver a los agricultores, ganaderos, selvicultores, cazadores y pescadores como parte del problema ambiental para entenderlos como parte estratégica de su resolución. Cuando se cita el concepto “soluciones basadas en la naturaleza” son las actividades primarias las que las forjan y mantienen a la vez que nos suministran alimentos, biomateriales y servicios ambientales y nunca la vegetación espontáneamente.

Eduardo Rojas Briales es profesor de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), presidente de PEFC-Internacional y exdecano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes