Gastronomía

La normalidad empieza a insinuarse

La ampliación de horarios y aforos será la argamasa para el arranque de la recuperación de la restauración en el horizonte más inmediato

Por fin no habrá que ser un zahorí gastrónomo para encontrar un restaurante abierto para a la hora de cenar en la Comunitat Valenciana
Por fin no habrá que ser un zahorí gastrónomo para encontrar un restaurante abierto para a la hora de cenar en la Comunitat ValencianaLa RazónLa Razón

La frase del título nos aproxima a la realidad y nos comisiona para vivir el presente. Que sí, que aún estamos en mayo y hasta el verano quién sabe, nos recuerdan. El arranque de este domingo es de frotarse los ojos, nos tiene reservada la mejor de las noticias y marca todo lo demás. No es necesario decir el por qué ni el cómo ya son de sobra conocidos los motivos.

A partir de hoy se pone a prueba el automatismo singular de la normalidad. La deseada ampliación de horarios hará argamasa para la recuperación de la restauración. Por fin, no habrá que ser un zahorí gastrónomo para encontrar un restaurante abierto para cenar. Adiós a las cenas (im)posibles, cronometradas y aceleradas, ya no serán una nota a pie de página en la facturación de los establecimientos.

A pesar de la fatiga de la relatividad un rompeolas indiscutible formado por una escollera de recomendaciones permitirá disfrutar con cierta normalidad de la restauración. El rompecabezas discutible de restricciones, de distancias marcadas y aforos (com)prometidos comienza a deshacerse. Ha llegado la hora de tender puentes entre salud y economía.

Para quién espera, profesionales y clientes, el principio del fin, seguro que muchos de ustedes lo entienden, los minutos se hacen horas y las horas se hacen días. El pesimismo perimetral ha comenzado a desmoronarse como un iceberg expuesto a los rigores del supuesto fin del toque de queda.

Los restaurantes agotados por el frío paralizante de los límites horarios comenzarán a desandar el camino de las restricciones con el único propósito de recuperarse pero no olvidan que el despliegue definitivo de los horarios y la posibilidad de levantar la veda de las barras acordonadas todavía es una incertidumbre.

Aunque es casi inimaginable que un año después haya una vuelta atrás, un regreso a los modos y maneras de la restauración anterior la alegría volverá a tener sede propia en bares y restaurantes. Las dudas hacia la velocidad de la desescalada completa se deben diluir mientras la certidumbre comienza a gozar de amplia movilidad.

Las cenas relajarán y suavizarán los músculos del paladar cansado, aliviarán la tensión y la fatiga, tanto física como mentalmente, mejorarán la circulación de conversaciones positivas y bajarán la presión arterial de conflictos, conseguiremos quizás un sueño más reparador, e incrementarán la esperanza a las puertas del verano.

Hay todavía hay una realidad y nuestra obligación es asumirla y reflejarla desde la forma más correcta. Dos son las lecturas necesarias ante la futura situación. Aunque ya no debemos seguir acostumbrados al ejercicio (im)prescindible de dejarse llevar por las circunstancias será fundamental mantener confinados los excesos y la irresponsabilidad.

Lo que es evidente con toda probabilidad es que será de obligado cumplimiento no generar dudas. Tenemos el deber de sortear el peligro de una posible ola a la orilla del verano.

Los profesionales y clientes no renuncian a hablar del futuro, pero quieren recuperar el presente. Esperan noticias tras la resaca de condiciones horarias y restricciones desescaladas. La insospechada normalidad que vamos a vivir después del fin del toque de queda es más que evidente. En el horizonte más inmediato se hace indispensable actualizar las certidumbres con necesarios y claros porqués. Saber o no saber, las futuras condiciones en tiempo y forma serán la clave antes de finales de mayo. De esta manera las predicciones estivales cotizarán al alza.

De momento mientras escampa definitivamente no queda otra que parafrasear al gran Wiston Churchill tras la victoria en el Alamein contra el mariscal Rommel: «Esto no es el final, ni siquiera el principio del final, pero sí el final del principio». No sé si me explico, quizás hoy empieza todo. La normalidad comienza a insinuarse.