Educación
Un ascensor para 14 alumnos en silla de ruedas: la rutina del colegio público Tomás de Villaroya (València)
“La normativa se cumple, pero ¿qué pasa cuando se produce una avería, o en una emergencia?”
Lunes, nueve de la mañana. Los alumnos del CEIP Tomás de Villaroya, uno de los dos centros de València adaptados a niños con movilidad reducida, entran en el patio. La escena podría ser la de cualquiera de los colegios de Educación Primaria que hay en la ciudad -cerca de un centenar-, pero en la entrada hay catorce niños que, probablemente, lleguen tarde a clase.
No se han quedado dormidos, no se han dejado el almuerzo ni han tenido que volver a por él. Han llegado a la puerta a las nueve, como el resto de sus compañeros, pero tienen que subir en ascensor. Los 14 usan silla de ruedas, y en el ascensor, construido en 1996, sólo caben de uno en uno. El último en subir llega a su aula a las nueve y veinte.
La normativa actual del Servicio de Infraestructuras Educativas exige a los colegios de nueva construcción con dos o más plantas la instalación de un ascensor con una carga mínima de 630 kilos (ocho personas). El del Tomás de Villaroya, según esta normativa, no podría construirse hoy en día.
Aún así, incluso esta normativa puede resultar insuficiente, puesto que no existe una regulación específica para los colegios adaptados a la escolarización de niños con discapacidad motriz, que precisan a diario del uso del ascensor: para subir a las clases de referencia, bajar al patio, al gimnasio o a las aulas específicas...
El curso pasado, el ascensor del colegio se averió y, durante dos semanas, los catorce alumnos no pudieron acudir a sus aulas de referencia con el resto de sus compañeros. Seguían el temario con los libros, según cuentan ellos mismos, pero no podían recibir las atenciones de los profesores.
Según cuenta a este medio Rafa Giménez, el presidente del AMPA, el Servicio de Infraestructuras se personó en el colegio pasadas dos o tres semanas de la avería y la arregló. “Fue un tema que tocó el ADN del cole, porque aquí buscamos que los protagonistas sean estos niños. En ese momento no nos ofrecieron una solución, simplemente arreglaron el ascensor y hasta la próxima”, lamenta.
El día de la avería, una alumna con movilidad reducida se quedó en el segundo piso. Según cuenta Giménez, desde el colegio tuvieron que llamar a los bomberos para bajarla.
“En ese momento, me di cuenta de que no había plan B”, narra Macarena, madre de Valentina, de nueve años. “El problema principal es que, para quien lo mira con los ojos de la normativa, no existe un problema. La normativa exige un ascensor y hay un ascensor, pero ¿qué pasa cuando se produce una avería, o en una emergencia?”.
En los simulacros de incendios, los niños que usan sillas de ruedas se quedan en las aulas junto con algunos educadores, porque los ascensores no pueden utilizarse. Cuando los niños se van haciendo mayores, empiezan a darse cuenta de que no sabrían cómo actuar en caso de que hubiera una emergencia en el colegio. “A veces se ponen nerviosos, porque la situación no les da seguridad”, cuenta Macarena.
“De todas maneras, lo que está claro es que lo del ascensor es una problemática puntual. Lo que me preocupa es qué hay que cambiar estructuralmente para que estas cosas no pasen”, continua.
Un segundo ascensor
Las alternativas no estaban claras hace apenas una semana, pero parecen haber empezado a perfilarse en los últimos días: desde el AMPA se contactó con la defensora de las personas con discapacidad, y el pasado viernes una técnico de Conselleria se personó en el colegio y empezó con los primeros trámites para la construcción de un segundo ascensor, según informaron fuentes del colegio a este medio.
Las familias del CEIP Tomás de Villaroya han iniciado una recogida de firmas para ganar apoyos y elevar a los representantes de las Cortes Valencianas sus peticiones. En un reportaje realizado por À Punt hace unas semanas, Vicent Martí, educador, daba en el clavo: “No tenemos que hablar de que se pueda o no acceder al colegio. De lo que hay que hablar es de si se puede hacer en igualdad de condiciones”.
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