Historia

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1989: con el Muro de Berlín como límite

El historiador y editor Ricardo Artola llega a la Feria del Libro con su nueva editorial, Arzalia, un sello centrado en libros de historia y novela histórica que toma esta fecha como punto entre el ayer y el tiempo presente.

Artola sentado en su biblioteca, el paisaje de cualquier historiador y editor. Foto: Connie G. Santos
Artola sentado en su biblioteca, el paisaje de cualquier historiador y editor. Foto: Connie G. Santoslarazon

El historiador y editor Ricardo Artola llega a la Feria del Libro con su nueva editorial, Arzalia, un sello centrado en libros de historia y novela histórica que toma esta fecha como punto entre el ayer y el tiempo presente.

Comentaba alguien, ya no se recuerda quién, que fundar un sello editorial es como saltar por la ventana: algo que raya en la locura. Sobre todo porque nunca se sabe dónde se va a caer. En esto se ve que Ricardo Artola es un hombre con alma de funambulista, al que le gusta pasearse en preciso equilibrio por esa profesión de riesgo que es la edición y ha fundado Arzalia, que, para él, es algo así como la suma de las dos vocaciones que glosan su existencia: la historia y la edición. «Soy historiador, mi “hobby” es la historia y he publicado libros de historia. Se ve que es un tema que me persigue», bromea. Artola recordó un viejo consejo cuando decidió montar su editorial y, desde el inicio tuvo claro que «había que adquirir una personalidad, una identdad. Hay que especializarse en un área de conocimiento. Un amigo que trabaja en la prensa me comentó que los periodistas, en cuanto ven un libro, reconocen la editorial, lo centramos. Fue uno de los aspectos que me planteé cuando levanté este proyecto». Con esta idea fraguó una línea centrada en la Historia y la novela histórica. «El desafío inmediato –asegura con ironía– es sobrevivir. Que no es un objetivo pequeño. Es más, creo que es una de las métricas del éxito. A medio plazo, sería consolidar un sello de historia de prestigio, al que la gente acuda para buscar un libro que esté bien cuidado y publicado».

Artola, que ha trabajado con anterioridad en diversos sellos, afirma que con esta iniciativa «me gustaría contribuir a formar ciudadanos y, también, divertirlos. Porque muchas veces vamos a las grandes aspiraciones, pero creo que hay también que entretenerlos, porque la mayoría de la gente trabaja mucho y se lo merece. Sé que tengo como bandera la historia, que es lo que publico y voy a publicar, pero uno de mis deseos es que sea legible, que cualquier persona pueda acercarse a mis libros porque tienen un nivel legible». Artola, que ahora publica «Viaje al corazón de España», el nuevo libro del historiador Fernando García de Cortázar, un viaje por nuestro patrimonio histórico y artístico, explica que el interés del público por la Historia y el ninguneo de las humanidades en la formación escolar parte «de este drama que es la educación y de que no exista un consenso a su alrededor. Es un problema político frente a una demanda social. La Historia es un tema que gusta, tanto en ficción como en no ficción. Las personas lo consumen. La historia es la principal explicadora de lo que somos. Otras ramas de las ciencias sociales nos ayudan a entender lo que somos, pero la Historia es una herramienta imprescindible para comprender quiénes somos, que es una de las grandes preguntas de la humanidad».

Construir ciudadanos

Artola, que ha publicado «Sáhara español», de Xavier Gassió y «Cuentos clásicos feministas», de Ángela Vallvey, y ya prepara otro título sobre el exilio del Prado durante la Guerra Civil, asegura que «las humanidades son un instrumento necesario para la vida. No son unos conocimientos inútiles que se rellenen. Es que es algo necesario para construir ciudadanos. Un ciudadano no es una persona que cumple 18 años y ya está. Es alguien que lee periódicos, que está informado, que se interesa por lo que sucede. Es my lamentable este desplazamiento que se está dando hacia el tecnicismo». Uno de los límites que Artola tuvo que plantearse es hasta dónde llega la Historia. Una reflexión que le ha conducido a una fecha: 1989; y un suceso: la caída del muro de Berlín. Sus libros abarcarán cualquier fecha anterior, pero no posterior, porque, como avanza, «determinar esta línea, qué es Historia, es un largo debate. Pero como editorialmente decido yo –dice riéndose–, pues me he decantado por ésta. Está bastante claro que un libro sobre Podemos no es una obra de Historia, sino político o de actualidad, en cambio, una sobre la Transición sí se considera ya Historia».